lunes, 24 de agosto de 2009

The Cure: Disintegration


Con el LP Disintegration, The Cure llegaron a su cima creativa en 1989. Hay que ver cómo pasa el tiempo. Tras una década en la que pasaron del post-punk al movimiento siniestro para saltar al  pop, Robert Smith entregó un disco de 71 minutos con 11 canciones muy poco radiables en las radiofórmulas. Era un disco tranquilo, ideal para escuchar mientras cae la lluvia.

El sonido del disco era bastante denso, acuoso, totalmente melancólico, triste, perfecto para hundirte en una depresión. Las guitarras suenan como oídas a través de la lluvia, mientras los teclados y las bases rítmicas te arrastran hacia la desesperación. La voz de Smith suena deprimente, cansada, susurrante mientras va desgranando unos versos que hablan de desamor, hastío y pérdida de toda esperanza. El inexorable paso del tiempo lo va desintegrando todo a su paso, los amores y las amistades incluidos.

Bellas canciones como Lovesong, Pictures of you, Prayers for rain o The same deep water as you son la tristeza personificada. El disco es una radiografía de la desintegración de una pareja, un grupo amigos o una banda de música, da igual. Todo se ha ido al carajo y ya sólo queda lamentarse y recordar lo bonito que fue mientras duró. Un halo de profunda tristeza se apodera del oyente desde el primer sonido. 

 La grabación del disco que representaba una vuelta al sonido oscuro de primeros de los ochenta estuvo llena de incidentes. Se produjo un incendio en la habitación en la que Smith guardaba las letras de las canciones y tuvo que jugarse la vida para recuperarlas de entre las llamas. Buena parte de las páginas se habían quemado por lo que Smith se aisló deliberadamente del grupo para completarlas rápidamente. También fue la primera vez que Smith llevó al estudio sus partes de guitarra grabadas previamente en su casa. El aislamiento de Smith era cada vez mayor.  Parecía que el final del grupo estaba cerca, sentimiento afianzado por la expulsión de Lol Tolhurst (único miembro fundador que restaba en la banda junto con Smith) al terminar la grabación debido a sus problemas con la bebida. La tensión en el seno del grupo era evidente. Quizás por todo ello el disco tiene ese carácter tan melancólico.

 La compañía de discos se echó las manos a la cabeza al oír lo que el grupo de Robert Smith había grabado, no había singles potenciales!! todas las canciones eran demasiado largas y lentas. The Cure estaban en la cima de su popularidad y un disco así podía acabar con su estado de banda de culto pero a la vez superventas que había adquirido con los discos The head on the door (1985) y Kiss me, kiss me kiss me (1987). Finalmente lograron que Smith permitiera la inclusión de Lullaby, destinada inicialmente a ser una cara b ya que no encajaba con la temática del resto del álbum, y acertaron: fue su mayor éxito a nivel mundial. El vídeo de Lullaby fue dirigido por Tim Pope (su director habitual) y es de los que hicieron época, las imágenes de Robert Smith en la cama, cubierto de telas de araña o siendo tragado por una vagina peluda son imborrables de nuestra memoria.
A pesar de lo prometido, Smith volvió a reunir al grupo en 1992 con el disco Wish (otra joya por motivos bien distintos) y con energías renovadas. Pero a partir de ahí su carrera ha sido bastante irregular (por no decir en caída libre). Smith sigue anclado en su imagen de los años 80 y  cada cierto tiempo amenaza con la definitiva desintegración del grupo. Al menos siguen haciendo conciertos memorables en los que nunca faltan al menos 4 ó 5 canciones de este disco que nos ocupa.

Siempre nos quedará Disintegration para los días de lluvia. No sé si se habrá notado que adoro a este grupo y a este disco en particular.

1 comentario:

Insanus dijo...

Yo prefiero las etapas "alegres" del grupo (según Smith, escribe pop optimista y romántico cuanto más hundido está de ánimos). Mi disco favorito de ellos es Wish. Aunque el Bloodflowers, que recuerda a veces al Disintegration, también me mola bastante.