miércoles, 25 de mayo de 2011

Dune (1984)


David Lynch no considera a Dune como una película suya. Aceptó el encargo de dirigir la adaptación de la novela de Frank Herbert pero no se sintió nada contento con el resultado. La historia detrás de esta película es mucho más fascinante que la película en sí.




Publicada en 1965, Dune nos sitúa en una galaxia gobernada por un decadente imperio dividido en múltiples casas que luchan entre ellas por el poder. El imperio basa su economía en una especia que se saca de un planeta desértico, Arrakis, también llamado Dune. Dicha especia (o melange) es necesaria para los viajes de las aeronaves y quien controle la especia controla la galaxia. La especia también es usada por la orden religiosa de las Bene Gesserit como potenciador de poderes mentales, por lo que el valor de la especia es aún mayor.

Los habitantes de Arrakis, los fremen, viven en tribus diseminadas por las arenas de su desértico mundo pero en armonía con el medio. Los fremen extraen la especia de los enormes gusanos del desierto. En medio de una gran inestabilidad política, la casa Atreides se instala en Arrakis para garantizar el suministro de melange para la cofradía o CHOAM, la compañía que tiene el derecho en exclusiva de explotación de la especia. Tanto los Fremen como las Bene Gesserit buscan la llegada de un mesías (Muad’Dib para los fremen y Kwisatz Haderach para las Bene Gesserit). Quizás Paul Atreides sea el mesías esperado por unos y temido por otros.

A pesar de estar situada en el lejano planeta de Arrakis, en Dune no es difícil encontrar las analogías con nuestro mundo. Obviamente, el melange se asemeja sospechosamente al petróleo, el imperio se parece a Estados Unidos y la Cofradía podría ser la OPEP.

Herbert tiñó hábilmente su novela de religión, misticismo, drogas y profecías, configurando una fascinante obra de ciencia ficción. La novela se toma su tiempo en presentar a los personajes y el inestable equilibrio de poderes de la galaxia. La introducción se puede hacer bastante lenta para el lector. Pero pasado el primer tercio del libro, éste atrapa como si de un agujero negro se tratara. Dune ganó los premios Hugo y Nébula en 1966 y se convirtió en una obra clave de la ciencia ficción de la segunda mitad del siglo XX, pero adaptarla a la gran pantalla podía ser una tarea titánica.


El primer intentó fue del productor Arthur P. Jacobs (productor de la saga de El planeta de los simios) quien compró los derechos del libro pero murió en 1973 a causa de un infarto.

Los derechos fueron comprados por el multimillonario francés Michel Seydoux que ya había distribuido otros films de Alejandro Jodorowsky como El topo. Dice Jodorowsky que una noche soñó que debía rodar Dune incluso antes de leer el libro, Seydoux tampoco lo había leído pero accedió a comprar los derechos ante el entusiasmo de Jodorowsky. Éste quería hacer un film alucinógeno que hiciera sentir al público como si hubiera tomado LSD y abriera su mente a nuevos niveles de consciencia, casi nada.
Aunque parezca increíble, llegó a tener muy avanzado el proyecto. Incluso tenía contratado a Salvador Dalí para interpretar al emperador. Dalí hizo honor a su sobrenombre de ávida dollars y pidió 100.000 dólares por hora, convirtiéndose en el actor mejor pagado del mundo. Jodorowsky modificó el guión haciendo que el emperador usara un robot como señuelo, así la presencia del emperador en pantalla se veía bastante reducida y contrató a Dalí sólo por una hora. Las excéntricas exigencias de Dalí incluían rodar en su casa de Cadaqués y que su personaje se sentara en un trono/inodoro de su propio diseño formado por dos delfines. Una locura surrealista.

También Jodorowsky logró contratar a Orson Welles para interpretar al pérfido barón Harkonnen. Welles estaba muy descontento con el cine de la época. Ya no era un arte, lo consideraba un mero negocio sin alma en manos de gente que pensaban únicamente en hacer dinero. La época actual le hubiera horrorizado. Jodorowsky le convenció asegurándole durante todo el rodaje los servicios del cocinero favorito del orondo autor de Ciudadano Kane.
No sólo genios como Welles o Dalí estaban implicados: Pink Floyd iban a realizar la banda sonora, los efectos especiales serían de Douglas Trumbull (2001, una odisea del espacio), las naves serían diseñadas por Chris Foss, los decorados correrían por cuenta de H.R. Giger (por recomendación de Dalí) y el dibujante Moebius diseñó cientos de personajes y se encargó del story board para el film. El elenco artístico no podía ser mejor ni más ecléctico.

Como en casi todos los proyectos de Jodorowsky, la financiación acabó esfumándose y el proyecto se canceló. Se habían gastado varios millones de dólares y aún no habían empezado a rodar ni una sola toma. Jodorowsky aprendió que no se deben hacer películas con gente que no necesita ganar dinero con ellas, pueden abandonar el proyecto cuando quieran. Una verdadera pena, opino que Jodorowsky hubiera sido el director ideal. El tema y el tono del libro casan bastante con el transgresor surrealismo propio de Jodorowsky.
No todo se perdió, en Alien de usaron los diseños de Giger, mientras que Jodorowsky y Moebius plasmaron muchas de las ideas que surgieron durante la elaboración de Dune en el imprescindible cómic El incal.
Por cierto, en Cannes 2011 se ha presentado un documental sobre este mítico proyecto fallido: Jodorowsky's Dune.



  Los derechos sobre Dune cayeron en manos del productor Dino De Laurentiis en 1976, un año antes del fulminante éxito de Star Wars. A principios de los 80 De Laurentiis vio que era el momento ideal, con toda la fiebre por la ciencia ficción y el espacio que había generado la saga de George Lucas. Para dirigir Dune se pensó en Ridley Scott quien había ya creado dos clásicos de la ciencia ficción como Alien y Blade runner, pero Scott no se entendió con De Laurentiis y se le sustituyó por un joven David Lynch.
Lynch había logrado un éxito enorme con El hombre elefante (1980) aunque Eraserhead se hubiera convertido en una rareza inclasificable. Lynch era un director joven con talento pero excesivamente rarito e inexperto.
El desafío de adaptar la novela de Herbert era demasiado para alguien que sólo había dirigido 2 películas. El enorme presupuesto, los decorados, los efectos especiales, las localizaciones en México, etc pueden ser algo fácil de controlar para un director experto en grandes superproducciones, pero Lynch no estaba preparado. El rodaje se alargó demasiado, los gastos iban en aumento y el material rodado no tenía demasiada vida. Pensando en la taquilla, De Laurentiis decidió rodar escenas adicionales y eliminar otras, por lo que nunca sabremos cómo hubiera sido el Dune que David Lynch hubiera hecho con total libertad.
Lynch acabó muy descontento con las injerencias externas de De Laurentiis y con el montaje final del film, renegando del mismo y de todo lo que tuviera que ver con Dune. Lynch ha admitido que se vendió por dinero en Dune y que nunca más lo haría, para un artista es indispensable el control total sobre su obra. Incluso en las múltiples ediciones posteriores para DVD o televisión con metraje aumentado, no aparece el nombre de David Lynch en los créditos sino Alan Smithee o Judas Booth.

El film se inicia con una voz en off nos pone en situación puliéndose cientos de páginas del libro en apenas un minuto. Los personajes no son presentados convenientemente, costando empatizar con ellos. Sus problemas no nos preocupan por lo que el film pierde interés rápidamente. El ritmo lento del film y las interpretaciones entre ausentes y distantes logran que la trama no enganche. El libro acaba atrapando al espectador pero la película no lo logra en casi ningún momento. Tiene escenas puntuales muy impactantes (los gusanos, el barón Harkonnen flotando) pero no tiene el ritmo adecuado. El film se hace aburrido y confuso. Tampoco la inexpresividad de Kyle MacLachlan ayudaba mucho a la cinta.

Desde luego, la música de Toto y Brian Eno no está mal y los diseños de Carlo Rimbaldi son espectaculares pero no consiguen levantar el film. Sólo el apartado técnico (los espectaculares trajes, decorados y efectos especiales) convierten a Dune en una película con un especial atractivo aunque haya envejecido bastante mal.


Obviamente es una adaptación fallida ya que no logra transmitir toda la riqueza de matices del libro pero es un film interesante. Yo la vi con 12 años y me fascinó todo el apartado visual aunque no entendí mucho de la trama. Bastantes años después leí el libro y me pareció muy superior.
La película fue un rotundo fracaso de taquilla en USA, aunque en Europa funcionó bastante mejor. De los 45 millones de dólares sólo recuperaron 27. El film se convirtió en un film de culto para los amantes de la ciencia ficción más adulta.
Sinceramente, creo que Jodorowsky hubiera convertido esta trama de traiciones palaciegas, mesías, alucinaciones, batallas y éxodos en una epopeya mística, pero De Laurentiis y Lynch la convierten en tedio. A pesar del fracaso de Dune, DeLaurentiis le produjo a Lynch una película barata sobre la que le dejó control absoluto: Blue Velvet

3 comentarios:

Anónimo dijo...

gran peli, desangelada e incomprendida pero tiene muchos valores artísticos. La de Jodorowsky estaba condenada al fracaso.

vic dijo...

pues ami me late mucho soy fan de Lynch oie de quien es la ilustracion???????? es muy buena..............

Luis Cifer dijo...

La ilustración de cabecera pertenece al cómic que hicieron sobre la peli, es de uno de mis ilustradores favotiros Bill Sienkiewicx