martes, 13 de septiembre de 2011

El perfecto anfitrión (The perfect host)


Me gustan las películas con pocos personajes que consiguen mantener el interés durante todo el metraje gracias a un sólido guión. Hay varios ejemplos que me vienen a la mente: La huella, La muerte y la doncella, etc. El perfecto anfitrión es una propuesta que intenta emparentar con este tipo de películas a base de pocos personajes y muchas sorpresas en el guión. Pero sólo lo intenta.


El perfecto anfitrión parte de una idea interesante pero no sabe desarrollarla de forma acertada. Es una peli fallida debido a que los agujeros del guión son demasiado grandes como para que el espectador medio (no hace falta ser ninguna lumbrera) no se dé cuenta de que le están tomando el pelo.

La idea no es mala, un ladrón de bancos huye con la policía pisándole los talones y decide esconderse en una casa al azar haciéndose pasar por un conocido de una amiga del dueño. El primer punto que no te crees es que hoy en día nadie abre su puerta así de fácil y deja entrar a un extraño que dice conocer a una amiga tuya. Este aparente primer error es subsanado posteriormente en la trama y la cosa acaba teniendo sentido, pero chirría bastante en un primer momento.

Pero hay otro error importante que evidencia los agujeros del film. En una escena, un personaje intenta librarse de sus ataduras usando un trozo de plato roto que estaba sobre la mesa. Dicho trozo cae sobre el regazo del personaje y acto seguido aparece milagrosamente en sus manos atadas a la espalda. Sin explicación ninguna, un objeto atraviesa una silla y va a parar a las manos de un personaje atado. No creo que sea un fallo de montaje ni de raccord, sino más bien una trampa al espectador. Vale que en estas películas no podemos ser muy quisquillosos y ponernos a buscar una verosimilitud absoluta en todo lo que veamos, pero hay que pedir un poco de respeto hacia la inteligencia del espectador. El engaño se puede tomar como una licencia para hacer la trama más ágil, pero cuando te das cuenta del engaño su efecto es el contrario.

Luego el film se deja ver sin problemas pero no sorprende todo lo que pretende, los giros argumentales están bien pero no acaban de impactar ni sorprender lo que debieran. Si a un guión tramposo le ves el truco... mala cosa.

David Hyde Pierce (conocido por su papel de Miles, el hermano de Fraser) cambia de registro y la verdad es que está muy bien. Por su parte, Clayne Crawford me recuerda a un joven Ray Liotta no sólo en su físico sino también en lo limitado de sus recursos.

Esta historia en manos de Polanski o Fincher (no digamos ya Hitchcock) hubiera dado para una gran película. Pero se queda en una anécdota.

4,5

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