domingo, 20 de mayo de 2012

Serbis (2008)


 Las salas de cine se mueren, agonizan desde hace tiempo. Cada poco tiempo se cierran salas de exhibición, al final sólo van a quedar unos pocos multicines integrados en esos espantosos centros comerciales y en los que sólo se proyectarán grandes superproducciones hollywoodienses sin alma repletas de efectos especiales. Dentro de poco no habrá sitio para films como Serbis.


Serbis es un film filipino que narra el día a día de una familia que regenta un destartalado cine X en Manila. Lo que una vez fue una poderosa familia que tenía varios cines ahora se ven convertidos en unos trabajadores de un negocio que a duras penas les da de comer. La gente ya sólo va al cine para buscar algo de intimidad y tener relaciones sexuales. Nadie atiende a lo que se proyecta en la pantalla, el cine se ha convertido en el punto de encuentro de turistas en busca de sexo y travestis en busca de dinero. Los personajes suben y bajan constantemente las escaleras del cine como si de un inmenso laberinto se tratara. Viven, se aman, se gritan y se pelean siempre con el ensordecedor ruido del tráfico de la ciudad de Manila de fondo.

No sólo las salas de cine están en franca decadencia, también la familia está en plena transformación hacia no se sabe dónde. Acertadamente, el decrépito cine en el que transcurre la película de llama Family, toda una metáfora de la familia protagonista y de muchas otras. Los personajes principales son los de la abuela y su hija. Ellas son las piedras angulares sobre la que se sustenta todo el negocio. La abuela se haya inmersa en una cruda batalla legal con su marido al descubrir que llevaba una doble vida y que tenía otra familia. Todo el mundo de la abuela se viene abajo: su vida es una mentira, el negocio se va a pique, sus hijos la traicionan por dinero. Su hija se resigna a que sus sueños no van a cumplirse y ve cómo los jóvenes repiten sus mismos errores. Demasiado peso para los cansados hombros de unas luchadoras que ya no ven sentido en la lucha.

Brillante Mendoza dirigió Serbis en 2008 demostrando ser un hábil narrador capaz de mover la cámara por los eternos pasillos del cine. Su cine es anárquico sólo en apariencia pero nada está puesto al azar.  Los pasillo llenos de personajes, las largas escenas y la naturalidad de las interpretaciones pueden llegar recordarnos a maestros europeos como Fellini, Berlanga o Kusturika, pero ninguno de ellos llegó tan lejos al mostrar la decadencia de una sociedad. Por cierto, muchos calificaron de obsceno o, directamente, pornográfico a esta película. Serbis no es tal cosa, es cierto que contiene escenas bastante explícitas en las que el sexo no es simulado pero dista mucho de ser un film pornográfico. Su misión no es la de levantar las más bajas pasiones de los espectadores, más bien, todo lo contrario. El sexo del film es mostrado de forma cruda y sin adornos ni intenciones eróticas, formando parte de un conjunto decadente y asfixiante.

Serbis no es un film fácil, es tan sórdido y tan mundano como un retrete atascado. No será del agrado de la mayoría de los espectadores, pero creo que es una lúcida mirada al abismo desde el Tercer Mundo.


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