viernes, 23 de enero de 2015

Boyhood (Momentos de una vida)


 Siempre me ha molestado el hecho de que en las películas se usen distintos actores para interpretar al mismo personaje en las diferentes etapas de su vida. Me molestan los cambios de actor casi tanto como esos maquillajes (muchas veces cochambrosos) que intentan simular el paso del tiempo.

 Richard Linklater ha buscado una solución a este molesto problema: rodar una película con los mismos actores durante el periodo de tiempo que abarca la trama. Sus actores maduran a la vez que los personajes, logrando una enorme veracidad. Linklater ya ha hecho algo parecido con su trilogía de Antes del amanecer, rodando tres películas que narran la evolución de una pareja con 10 años de distancia entre cada una de ellas. Para Boyhood, Linklater ha dedicado 39 días de rodaje a lo largo de 12 años.




 Linklater mima sus películas y se toma su tiempo, sus proyectos involucran tanto a los actores como a su director durante varios años. Podríamos hablar de un cine cocinado a fuego lento, meditado y consciente de lo que quiere contar y cómo contarlo. Su historia es simple y está contada de una forma también muy simple. Nada de recursos como flashbacks o molestas voces en off ni moderneces como montajes desordenados. Linklater va directo a su historia.

 El film se ve con agrado, se pasa rápido a pesar de sus casi 3 horas. El paso de la infancia a la madurez está muy bien plasmado, no sólo por los cambios físicos de los actores sino por lo perfectamente elegidos que están los momentos mostrados. No son momentos especialmente trascendentes ni traumáticos, son fragmentos de una vida que casi parecen elegidos al azar para plasmar la evolución de los personajes pero no son especialmente dramáticos.
 Linklater va dejando huellas en las que muchos espectadores se verán reflejados, igual que en Antes del anochecer, busca mostrar pedazos de nuestra vida y situaciones en las que no es difícil reconocernos. Más que emocionar, busca que nos veamos reflejados en su film.

 En Boyhood asistimos a los piques entre hermanos, un padre ausente, una madre trabajadora, abuela sobre protectora, los matones del colegio, los primeros amores, etc. En definitiva, el paso de la ilusión de la infancia a la rebeldía de la adolescencia. La desorientación y la desilusión del paso del tempo. Todo ello mostrado sin grandes dramas ni tragedias, dentro de lo cotidiano. Como bien dice el título en castellano, momentos de una vida pero sin ahondar en lo trágico. La cámara podría haberse detenido en cualquiera de los elementos antes citados y habernos invitado a reflexionar sobre lo visionado, pero Linklater continua con un ritmo inexorable su narración. Nada de sentimentalismos, quizás todo eso venga en sucesivas películas.
 Boyhood  fluye como buena película-río que es, pero no parece querer llegar a ningún sitio. Hay una gran presentación de personajes y un desarrollo pero no hay un desenlace ni una catarsis. Algo que puede que decepcione a muchos espectadores. Sin ir más lejos, a mí el final me dejó con cara de idiota. Si no llega ser por la canción de Arcade fire pillo un rebote importante.


 Boyhood es una gran fotografía de nuestro tiempo y un reflejo de cómo la tecnología ha cambiado en la última década nuestra forma de relacionarnos. Boyhood es igualmente un retrato de la sociedad americana de los últimos 12 años: hechos como la guerra de Irak o la llegada de Obama a la Casa Blanca se ven reflejados. A su vez muestra elementos muy arraigados en la cultura norteamericana como el alcohol, el baseball, los continuos cambios de domicilio y esa inquietante unión entre armas y religión.
 Sutilmente Linklater viene a decirnos que cuando uno está en la plenitud de su vida no parece darse cuenta y sólo cuando ve que ha pasado lo mejor es consciente de ello. Parece una maldición del ser humano. De niños deseamos ser adolescentes y de adolescentes deseamos ser adultos para lograr una independencia que, una vez lograda, nos damos cuenta que no era para tanto y añoramos nuestra infancia. Es un mensaje quizás poco edificante para el espectador pero nunca está demás recordar aquello de disfruta el momento.

Debo destacar la importancia de la música pop/rock durante todo el film, no sólo como acompañamiento de las escenas sino como catalizador de la familia. Linklater no usa música original compuesta especialmente para el film, así evita dar énfasis a ciertos momentos (que es para lo que sirve la música en el cine) ni le dice al espectador cómo debe sentirse ante lo mostrado en cada escena. Boyhood se sirve de canciones de Coldplay, The flamming lips, The black keysGnarls Barkley y Gotye (entrte otros) para ir ambientando cada escena en un momento concreto.

De los actores cabe decir que están todos más que correctos. Hasta Ethan Hawke y Patricia Arquette están muy convincentes como padres divorciados aunque yo me quedo con la pareja de hermanos formada por Ellar Coltrane y Lorelei Linklater.

 A mí Boyhood me gustó, no la considero ninguna maravilla, más bien un film honesto que huye del drama y la la lágrima fácil para hacer pensar al espectador.

6,5

2 comentarios:

Esteban dijo...

Creo que tan solo la propuesta de filmación ya merece un reconocimiento importante. Y luego, a mi si me gustó, basicamente por lo que describes (y que es lo que muchos le han criticado): Que no pasa nada! Pero es que, acaso en la vida pasa algo? La vida tiene desenlaces con climax previo?

Claro, todos nos quedamos esperando ese clásico momento de catarsis que acá nunca llega pero sabemos que el cine de Linklater es así, el tipo busca retratar la vida tal cual, con sus miserias diarias y asuntos que jamás se superan (la protagonista que la caga con sus maridos una y otra y otra y otra vez).

Para mi, un 8.
Saludos!
Esteban
http://politocine.blogspot.com

Anónimo dijo...

me resultó un tanto anodina, no pasa realmente nada, ese final ...