lunes, 7 de diciembre de 2015

WHITE GOD (FEHER ISTEN)

 White god es una película húngara que ha roto las barreras que impiden al cine húngaro llegar a los circuitos internacionales. Incluso para muchos es ya un film de culto, hay ente para todo. A todo ello contribuyó el premio a mejor película dentro de la sección Un Certain Regard del festival de Cannes. Incluso la han presentado al Oscar a mejor película extranjera, quizás los húngaros han puesto demasiadas esperanzas en esta cinta. White god, aún sigo esperando que alguien me explique el motivo por el que se llama así esta película, es un refrito de muchas cosas que nunca acaba por definirse y de tanto nadar entre dos aguas se acaba hundiendo.
Yo opino que director Kornél Munduczó no tenía muy claro qué demonios nos quería contar. No sabía si hacer un drama sobre la tensa relación entre un padre y su hija o un drama sobre las peripecias de un perro perdido o una cinta de ciencia ficción tipo Los Pájaros pero con perros. Al final parece que no supo definirse o le pudo la soberbia de creerse capaz de concentrarlo todo en una sola cinta. Eso es White god, una mezcla de muchas cosas que acaba por no saber a nada.
Vayamos al grano. Tras una prometedora y desasosegante escena (usada en el tráiler y el cartel) viene el primer mazazo. El film empieza lento, muy lento. Tanto que a uno le cuesta entrar en la trama. La historia de Lili (la niña) y Hagen (su perro) no es nada del otro mundo. Tampoco la expresividad de los personajes ayuda al espectador. La  joven actriz Zsófia Psotta es muy guapa pero transmite más bien poco. Los húngaros son, por lo general, así de fríos. La verdad es que en esta película los que más transmiten con su interpretación son los perros. Tras el drama familiar, algo aburridillo y mil veces visto ya, viene la parte más interesante del film: la del drama de Hagen cuando es abandonado. Aquí es donde encontramos lo más interesante del film, unas escenas muy duras y crueles que no recomiendo ver a nadie que sea muy sensible con el mal trato animal aunque sea una ficción en una pantalla. White god pasa a denunciar las brutalidades cometidas contra los animales. De las dos tramas paralelas en que se divide el film (Lili por un lado y su perro Hagen por otro) la del perro funciona bastante bien pero la de la niña se nos hace tediosa.  La evolución del perro nos atrapa mientras que la de la niña nos aburre. En esta parte del film asistimos a escenas rodadas de forma casi notable, con decenas de perros actuando y casi interpretando ante la cámara. Ya decía Hitchcock que nunca hay que rodar con perros y con niños, pero el pretencioso director húngaro Kornél Munduczó no le ha hecho ni puñetero caso. Munduczó dirige mejor y saca mucho más partido a los perros que a sus actores. A la dificultad técnica de estas escenas hemos de sumarle que el presupuesto del film no ha sido como para echar cohetes si lo comparamos con cualquier otra película europea o americana que llega a nuestras pantallas.
Pero he aquí que, cuando el film ya se empieza a hacer pesado, aún nos espera un nuevo giro de timón. Sin venir a cuento y sin explicación ninguna, White god se convierte en una peli de ciencia ficción al estilo de Los pájaros con reminiscencias a Rebelión en la granja de Orwell. Todo ello sin intentar abandonar el tono realista. Guiados por Hagen, una jauría de perros se toman su particular venganza contra los humanos sembrando el miedo y el caos. No importan los motivos, parece que solamente la niña va a ser capaz de pararlos con la música de su trompeta. 
whitegod
Llegados a este punto, la pregunta se hizo inevitable, ¿A dónde nos va a llevar todo esto?, ¿Cómo va a terminar una película tan irregular y con tantos y tan forzados cambios de género? ¿Por qué estilo se decantará el director? Lamentablemente, la opción elegida es tan ridícula que echa por tierra los logros, que los tiene, conseguidos hasta el momento. Un final entre lo ridículo y lo risible que no es que sepa a poco, sabe a tomadura de pelo.
No hay que ser muy listo para ver en White God una metáfora del nazismo (asemejando perros mezcla de raza con judíos) y una crítica contra cualquier tipo de violencia (que solamente acaba generando más violencia). Las intenciones son buenas pero los resultados son insuficientes.

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