martes, 30 de mayo de 2017

Alien: Covenant

El supuesto relanzamiento de la franquicia Alien que supuso el regreso de Ridley Scott a la saga con Prometheus se ha quedado finalmente en nada. Una pena. 

Ni siquiera el propio director del film original ha sabido sacar partido a un guión desastroso lleno de situaciones comunes y sin ninguna novedad destacable. Si Prometheus ya fue un film fallido, este Covenant lo es todavía más. La Elisabeth Shaw interpretada por Noomi Rapace era una heroína de armas tomar de esas que poco a poco van floreciendo en el cine de acción moderno (que ya era hora). Tampoco nos olvidemos del sibilino y muy poco de fiar androide David interpretado por el gran Michael Fassbender. La pareja formada por Rapace y Fassbender en su viaje hacia los orígenes de todo este embrollo era un estimulante final que nos dejó con ganas de más. Al menos, Prometheus abría todo un universo de posibilidades que iban más allá de la simple aparición del monstruo diseñado por Giger masacrando tripulaciones estelares. Pero nada de ello se ha materializado en Alien: Covenant.

 Desconozco los motivos, pero Alien: Covenant más parece un remake del Alien original que una continuación de Prometheus. Creo intuir que Noomi Rapace pasó del proyecto y tuvieron que arreglárselas sin ella. Su historia queda coja, apenas esbozada en el film. Para entenderla mejor es imprescindible ver The crossing, el tráiler-prólogo de Alien:Covenant en el que se nos narra el viaje hasta el planeta de los ingenieros y lo que allí ocurre. Todo de forma muy apresurada, claro, es un tráiler con material no incluido en el film pero mucho más interesante que dicho film. Volviendo a Alien Covenant, el film vuelve a ser la típica historia de tripulación que despierta de la hibernación y recibe una señal de un lugar inhóspito. Sí, ya sé que os suena. Tan poco original es la historia que se limita a repetir los esquemas de siempre pero sin ninguna innovación. La tripulación volverá a cometer errores estúpidos (dos personajes resbalan sendas ocasiones con el mismo charco sangre) y hará gala de una pésima puntería. El guión parece escrito por un becario friki de la peli original cuyas neuronas están en franca decadencia debido al abuso de sustancias depresoras del sistema nervioso. Ni siquiera Ridley Scott (en piloto automático desde hace décadas) es capaz de salvar tamaño desastre. Con un guión tan previsible y lleno de lugares comunes es imposible hacer algo decente. Por mucho que Scott lo intente usando una música o unos títulos de créditos calcados de la original, no pasa del mero refrito.

 Lamentablemente, tampoco tenemos a una Sigourney Weaver (ni siquiera una Noomi Rapace) que resulte creíble como aguerrida heroína muy a su pesar. Katherine Waterson se queda a años luz del carisma de estas dos actrices. Waterson  llora y se aflige muy bien pero no da la sensación de mujer frágil capaz de crecerse ante cualquier adversidad. Le faltan bemoles. Así pues, Michael Fassbender se queda como estrella absoluta de la función y le han dado un doble papel, esa escena entre los dos androides interpretados por Fassbender tocando la flauta (no penséis mal) resulta bastante anodina, la verdad. El juego de identidades entre ambos androides queda muy forzado y se adivina la supuesta sorpresa final. Como viene siendo habitual en Scott, los diálogos intentan ser profundos disertando sobre lo humano y lo divino pero acaban resultando tediosos. Esa escena inicial entre Fassbender y Guy Pierce me pareció lo más pretencioso y aburrido de Ridley Scott desde Hannibal. El resto de los personajes resultan muy poco atractivos al espectador, nada que ver con la tripulación del Nostromo. Todos descritos a machetazos y con menos cerebro que un escarabajo. Una vez más se les ocurre quitarse el casco en la primera bajada a un planeta desconocido, una soberana estupidez para cualquier profano en biología. Aunque para poco cerebro el del capitán de la nave, da igual que el muchacho tenga fe o no,  demuestra tener muy poco conocimiento haciendo caso a Walter aun sabiendo que no es de fiar y se queda mirando fijamente un capullo de alien. Madre mía. La única novedad dentro de los personajes es que han incluido dentro de la tripulación una pareja homosexual, pues muy bien, solamente han tardado casi 40 años. Por cierto, ¿qué ha pasado con el personaje de James Franco? Parecía por los tráilers que iba a tener mucho protagonismo como capitán de la Covenant pero en el film ni aparece con vida. Da la impresión de que en la sala de montaje han eliminado mucho metraje y al resto no han sabido darle la mínima coherencia.
Como era de esperar, los efectos especiales están muy bien y los xenomorfos resultan repugnantes y aterradores a pesar de estar generados digitalmente. El problema reside en lo de siempre, nos aterra más aquello que no vemos. Scott lo hizo de maravilla en Alien, probablemente debido a que no podía mostrar al monstruo de cuerpo entero para que no se notase que había un hombre bajo el traje, pero aquí ha decidido mostrarlo en toda su plenitud y a la luz del día. Y la cosa no funciona. Esa escena con el monstruo agarrado al casco de la nave no da nada de nada, ni miedo, ni asco, ni emoción, ni suspense. Nada.

Una lástima, otro giro de timón de una franquicia que debería plantearse muy seriamente qué pasos desea dar en el futuro para evitar su extinción.

4

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