lunes, 29 de noviembre de 2010

Scott Pilgrim Contra el mundo


La nueva película de Edgar Wright (Zombies party, Arma fatal) es una adaptación de la novela gráfica de Bryan Lee O'Malley. La verdad es que Wright empieza a ser un director a tener en cuenta, el tipo es gamberro e irreverente (algo siempre de agradecer en un negocio controlado por las multinacionales) aunque aquí está algo más controlado.

En Scott Pilgrim encontramos ya desde el logo inicial de la productora un rendido tributo a esos videojuegos con los que muchos hemos crecido. La película no es más que eso, un videojuego sin ninguna pretensión. Con sus peleas, sus saltos, sus armas secretas, sus onomatopeyas impresas en pantalla, puntuaciones, vidas extra y toda la parafernalia propia de cualquier videojuego que se precie. OJO, si no eres fan de los videojuegos puede que no le pilles toda la gracia al film y te acabe cargando, pero creo que no te aburrirás. Vale, lo admito, puede que la premisa del film sea algo ridícula (lo de los 7 ex novios) pero está narrada desde laironía y otras premisas mucho más patéticas nos hemos encontrado en películas serias recientemente.

El ritmo del film es trepidante, tiene rock y hay buenos momentos de humor diseminados entre las escenas de acción y los líos amorosos del protagonista. Ideal para pasar un buen rato, aunque yo la hubiera hecho algo más gamberra. Lo mejor del film es que no se toma en serio a sí mismo y han sabido transmitir toda la epicidad de los videojuegos y los cómics manga más populares de las últimas décadas. Es un videojuego hecho película, una montaña rusa. No intenta ni por un momento que el espectador se crea nada de lo que narra (vamos, todo lo contrario que Speed Racer o Resident Evil ) sino que le hace cómplice de sus desinhibidas ganas de entretener. Yo pasé un buen rato y no me aburrí nunca a pesar de que contiene bastantes peleas y sabemos quien las va a ganar.

El buen hacer de Michael Cera (Juno, Año Cero) en su ya eterno papel de chico buenazas/pardillo es otro punto a favor. Con esa cara es difícil no encasillarse. El resto del reparto está lleno de cameos y jóvenes promesas, yo me quedo con Mary Elizabeth Winstead (Death Proof, La jungla 4) y Anna Kendrick (Crepúsculo, Up in the air).

Una buena alternativa al cine de adolescentes de la insufrible Hannah Montana o los vomitivos Jonas Brothers.

6,5

domingo, 28 de noviembre de 2010

Chloe



Chloe no deja de ser un thriler erótico más, como hemos visto otros muchos, no es nada del otro mundo ni despierta mayor interés aparte de sus actores ( o, mejor dicho, actrices).

El director canadiense de origen armenio Atom Egoyan ha vivido mejores momentos. Suyas son joyas como Exótica o El dulce porvenir, pero lleva un tiempo que parece que no levanta cabeza, no encuentra el proyecto adecuado que le devuelva al olimpo de los directores. La historia de Chloe no es muy original (es un remake del film francés Nathalie X) y el buen saber hacer de Egoyan tras las cámaras tampoco es suficiente para dar vida a un guión demasiado evidente.

Egoyan elabora un film sobre el paso del tiempo dentro de una pareja, cómo la costumbre y las mentiras se van instalando en el seno familiar. Los hijos ya son adultos y la mujer que interpreta Julianne Moore se siente desplazada y mayor. Sospecha que su marido le es infiel y decide salir de dudas de una forma un tanto peculiar. No es un mal inicio pero el guión comete el error de ser demasiado obvio, pronto adivinamos los pasos que van a ir dando cada uno de los personajes y en el desarrollo de la trama no hay casi sorpresas. Al menos, logra entretener lo justo, tiene alguna buena escena, el ritmo es adecuado y no aburre nunca aunque intuyamos lo que a pasar. Algo es algo.

Tampoco se puede decir que sea un digno thriller erótico, le falta tensión sexual a pesar de los esfuerzos de las actrices. No basta con vestir tacones o llevar o no llevar ropa interior. El erotismo es otra cosa, es algo indefinible y subjetivo que en este caso yo apenas he visto. Este género tuvo su época dorada en los años 80 y 90 (Atracción fatal, Instintio básico, Acoso) pero que ahora parece estar definitivamente muerto. En Chloe hay poca pasión y alguna escena de sexo bastante light, nada que pase a los anales del género, una pena.
A mí me recordó a Eyes wide shut, con la que Chloe guarda más de una paralelismo. En ambos films una pareja puede venirse abajo por algo tan simple como una sospecha o una fantasía. Elementos tan etéreos pero tan contundentes que pueden derrumbar una convivencia de bastantes años. En la búsqueda de la anhelada certeza o la venganza de un hecho no comprobado, uno de los cónyuges inicia un peligroso viaje sin retorno. A mí me gustan estos films que tratan de bucear en lo más oscuro de las relaciones de pareja. Lo típico de chico encuentra chica no me motiva.
Por cierto, me irritó que el film se sume a esta nefasta tendencia de que los protagonistas sean millonarios, esta historia hubiera funcionado perfectamente en una familia de clase media, pero la familia del film vive en una casa de diseño y conduce coches de lujo, algo que no aporta nada al film y hace que nos distanciemos algo de los personajes. Al menos, en mi caso.

Una vez más, lo que salva a esta película es Julianne Moore (A ciegas, Un hombre soltero), ella solita es capaz de hacernos creíble su personaje y todas las dudas que le rodean. Cuando hablamos de Jennifer’s body ya comentamos que Amanda Seyfried podría hacerle sombra a Megan Fox en cuanto a belleza (en calidad interpretativa creo que le lleva bastante ventaja) y en Chloe lo demuestra sobradamente. El que no demuestra nada es un Liam Neeson que parece ya totalmente irrecuperable tras tanto Equipo A y tanta Furia de titanes.

Sólo por el recital de Julianne Moore y la perturbadora belleza de Amanda Seyfried le voy a dar un
5,5

jueves, 25 de noviembre de 2010

Bienvenidos al norte (Bienvenue chez les Ch'tis, 2008)

Bienvenidos al norte ha sido la película europea más taquillera en Francia y todo un fenómeno social en el país galo. Me habían comentado que esta película era muy divertida, aunque también me habían dicho que en su versión doblada al castellano perdía bastante.
Así pues, me esperé a que cayera en mis manos una copia en versión original. Tras verla, tengo que reconocer que no comparto el desmesurado entusiasmo que se generó en el país galo alrededor de esta película, pero me hizo pasar un muy buen rato. El escritor, actor y director Dany Boon realiza un film amable y divertido, cargado de buenas intenciones y con pocas pretensiones. Parece que estamos ante un proyecto totalmente personal, un homenaje a la tierra de su madre.

Bienvenidos al norte no deja de ser la típica comedia sobre un protagonista en un entorno desconocido y algo hostil. Obviamente tenemos las habituales escenas de contrastes, presentación de personajes pintorescos, secundarios entrañables y la inevitable historia de amor. Nada que no hayamos visto ya cientos de veces. A mí me recordó a la sensacional serie Doctor en Alaska o la española Doctor Mateo (de la cual sólo he visto algún trozo). Como en todo este tipo de historias, el extraño asumirá su destino y se adaptará al medio. Por suerte, a pesar de seguir un sendero ya muy trillado, la película contiene buenos gags (el policía, el restaurante, el reparto) que la salvan de la quema. Especialmente divertido es todo lo concerniente a la forma de hablar de los habitantes del norte (Ch'timi), todo un hallazgo que logra arrancar bastantes risas al espectador. Recomiendo encarecidamente la versión original, muchos matices y malentendidos fonéticos se pierden irremediablemente con el doblaje.

A destacar la labor del actor Kad Merad (París, París), excelente en su personaje y al propio director Dany Boon que realmente da la sensación de no estar interpretando en ningún momento.
No es la comedia perfecta ni siquiera alta comedia, ni hace falta, tampoco hay crítica social a lo Ken Loach. La película es simplemente un sentido elogio a una forma de vivir y entender la vida.

Por cierto, Will Smith ya ha comprado los derechos para hacer un remake, tengo miedo sólo de pensarlo.

6

martes, 23 de noviembre de 2010

Blow-Up (Deseo de una mañana de verano, 1966)

Había leído que esta película de Michelangelo Antonioni de 1966 basada en el relato de Julio Cortazar Las babas del diablo, era todo una obra maestra, un clásico. Un film imprescindible que retrataba muy bien el excitante ambiente del Londres de los años sesenta, su escena musical y cultural. Toda una referencia del pop art. Además creía yo que era una inquietante película sobre un joven fotógrafo y su obsesión por descubrir un crimen.


Nada de nada. Hace poco me quedé hasta tarde viendo en televisión esta película y casi me arrepiento de haberla visto. Primeramente el film me pareció aburrido y pedante como pocos (casi al nivel de Cache). Los personajes me parecieron muy fríos y artificiales. Ese fotógrafo de éxito que vive rodeado de bellas jóvenes a las que apenas hace caso y que se aburre soberanamente en los conciertos me resultó repulsivo y poco creíble. Esa élite burguesa que Antonioni solía representar en sus películas siempre me resultó muy irritante.
Hay una escena especialmente chirriante: la del concierto de los Yardbirds. No me la creo. No me creo yo que en un concierto de los Yardbirds (con Jimmy Page y Jeff Beck, nada menos) la gente estuviera inmóvil, como si estuvieran asistiendo a una ejecución. Tampoco me creo que de golpe la masa se vuelva loca cuando Jeff Beck (Antonioni quiso contratar a Pete Townshend de los Who pero no fue posible) destroza su guitarra y lanza el mástil roto al público. Tampoco me creo que el protagonista luche por coger el mástil, salga de la sala corriendo perseguido por otros jóvenes en busca del preciado objeto y, una vez libre de sus perseguidores, lo abandone en la calle como si no tuviera valor ninguno. Otro joven observa el objeto, lo recoge del suelo y lo deja allí una vez que ve que no tiene ningún valor. ¿Qué nos quiere decir Antonioni con esta escena? ¿Y con el resto del film? Ni idea, pero se me ocurren ciertas interpretaciones más o menos cogidas por los pelos.

Supongo que para Antonioni (nacido en Italia en 1912, tenía 54 años cuando rodó el film) la escena pop/rock de los años sesenta en Inglaterra y todo el swinging London le debían de parecer un montón de niñatos que no sabían qué hacer con su vida. Los personajes del film son unos snobs adinerados y aburridos a pesar de ir de fiesta en fiesta. Es como si la escena musical de los sesenta hubiera sido un tostón, como si Antonioni no se hubiera enterado de nada a pesar de estar en el centro del universo. Como si pensara que esa generación estaba perdiendo el tiempo con frivolidades. Incluso las modelos son unas tontitas ligeras de cascos (Jane Birkin) o unas muditas reprimidas que ocultan un secreto (Vanessa Redgrave).
Las interpretaciones son tan gélidas y lánguidas que ni el mismo Eric Rohmer. Es como si ninguno de los actores entendiera qué demonios estaban rodando. La anodina expresión del protagonista (David Hemmings) me parece un lastre enorme para el film. La cosa se complica aún más cuando la trama detectivesca no se sostiene por ningún lado. Tiene alguna escena muy interesante, con el proceso de revelado y ampliación de las fotografías. Tanto que por momentos parece un aséptico documental sobre fotografía. Las escenas en el laboratorio fotográfico y las ampliaciones me parecieron lo mejor del film con diferencia. Contienen un leguaje cinematográfico muy interesante que sí atrapa al espectador (a mí por lo menos), quien acaba contagiado por el afán del protagonista y termina escudriñando con su mirada en las fotografías. Aquí sí que Antonioni demuestra que es un maestro. Así como hizo luego Coppola en La conversación, el espectador desea que el personaje encuentre algo y se ve inmerso en la búsqueda. Lamentablemente, Antonioni concluye el film con un difuso final nada satisfactorio.

Una película pedante y aburrida por muy obra maestra que sea.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Copia certificada (Copie conforme)

El primer film europeo del director iraní Abbas Kiarostami no es un film fácil. Es un film atípico sobre personas hablando de arte. No es una película para todos los paladares, quizás muchos opinen que hay demasiados diálogos y que éstos son demasiado abstractos. ¿Demasiada elucubración sobre las maneras de entender el arte y la vida? Puede ser.


Llegados a un punto del film, la aparente trivialidad se torna profundidad en apenas unos segundos, cuando nos damos cuenta que estamos presenciando algo mucho más intenso de lo que habíamos pensado. Los personajes no son tan superficiales como parecen. Saben que la vida pasa y que puede ser mejor vivir una ilusión (una copia) que afrontar la dura realidad.

Kiarostami nos entrega esta interesante película que se sustenta sobre un buen guión, bellos pasajes de la Toscana y unas excelentes interpretaciones de sus actores principales. El barítono William Shimell debuta en el cine con este personaje y lo hace de forma muy convincente, mientras Juliette Binoche demuestra ser una de las mejores actrices del momento. Sólo por el recital interpretativo de la Binoche vale la pena ver la película. A través de su mirada nos contagiamos de su ilusión, sentimos su preocupación, y sufrimos con su desesperación y su dolor. Todo un recital interpretativo que ya quisieran muchas divas de Hollywood.
Lamentablemente, el film se hace lento en su recta final y el espectador puede perder el interés. Los actores siguen estando geniales pero realmente la trama no da más de sí. Aviso para amantes del cine de acción: el film puede hacerse pesado y desconcierta en sus últimas escenas. Por suerte, tiene la duración justa.

El film es ambiguo y está abierto a múltiples interpretaciones. No da respuestas, sólo ofrece posibilidades mientras juega deliberadamente con el espectador, quien debe decidir si entra o no en el juego. El espectador no sabe con qué quedarse, nunca queda clara cuál es la realidad y cuál es la copia. Los espejos situados hábilmente en los encuadres nos hacen pensar en sí lo que estamos viendo es real o un reflejo. Como en un film de Lynch, cualquier interpretación es válida.

¿Qué creo yo que nos quiere decir Kiarostami con este film?: No todos podemos vivir la vida plenamente, hay veces que nos tenemos que conformar con lo que tenemos. No siempre (casi nunca, diría yo) podemos retener a nuestro lado a la persona amada. Hay veces en la vida en la que no podemos quedarnos con el original y tenemos que quedarnos con una copia (o un reflejo) de la realidad. Mejor eso que nada, ¿no?

6,5

lunes, 15 de noviembre de 2010

Escenas memorables: Luis García Berlanga y Patrimonio Nacional


Para recordar a Luis García Berlanga pensaba haber puesto alguna escena de sus films realizados bajo la dictadura. Grandes películas como El verdugo (1963), Plácido (1961), Bienvenido Mister Marshall (1952) en las que dejó patente su enorme talento para divertir mientras criticaba a un sistema opresor desde dentro y sin que éste se diera cuenta. Ya sabemos que la necesidad agudiza el ingenio. No olvidemos que los guiones de Rafael Azcona (con quien colaboró en 7 ocasiones) eran verdaderas joyas de cotidianidad e ironía.

Pero finalmente me he decidido por esta escena del film Patrimonio Nacional (1981), segunda parte de la trilogía que se inició con Escopeta nacional (1977) y acabó con Nacional III (1982). Esta trilogía sobre las andanzas del marqués de Leguineche me parece una de las cimas de la ironía en el cine. Estamos ante el Berlanga de la transición. Un Berlanga irónico y mordaz con aquellos que habían detentado el poder durante la dictadura y no aceptaban las nuevas normas de convivencia. Posteriormente sería también muy crítico con los nuevos ricos y con los que subieron al poder sólo para sacar tajada (Moros y cristianos, Todos a la Cárcel).

Esta escena se puede considerar paradigmática de la carrera de Berlanga: diálogos fluidos, estupenda dirección de actores, personajes entrando y saliendo de plano, etc. Su cine había evolucionado desde un realismo italiano hacia la parodia española más esperpéntica de la sociedad del momento. En esta profética escena parece que nada está preparado, que todo es improvisado mientras los actores hablan sin parar repasando la historia de un país cuya única constante a través de los siglos podría ser la picaresca.

Nos ha dejado nuestro más fiel retratista.

domingo, 14 de noviembre de 2010

The White Stripes: Seven Nation Army


Soy fan incondicional de este grupo (y todos los proyectos paralelos de Jack White) desde que escuché esta canción en el 2003. Una canción de estructura sencilla, con sólo una guitarra, una batería y una voz, pero genial. Si tenemos en cuenta la de versiones que se han hecho de este tema se puede decir que es ya todo un clásico. Aquí os dejo el original y más abajo las versiones.








sábado, 13 de noviembre de 2010

Wall Street: El dinero nunca duerme


Mucho ha llovido en los 23 años que separan esta segunda parte de su predecesora. En estos 23 años Oliver Stone nos ha fascinado con sus feroces críticas al sistema (JFK, Asesinos natos) pero parece que últimamente se ha amansado bastante (W).



Esta oportuna secuela de Wall Street ha perdido bastante mordacidad y parece que Stone ha primado la función didáctica antes que la crítica. Stone está más interesado en explicarnos cómo los bancos y las empresas de inversores han sido las responsables de la crisis que nos asola y que todos vamos a estar pagando hasta Dios sabe cuando. Parece que no hay otro director norteamericano interesado en el tema, sólo nos queda Oliver Stone, por muy descafeinado que esté últimamente. Stone usa una vez más el cine con fines políticos, como explicación de una realidad. Stone nos habla de las hipotecas, del papel del Estado en la crisis, de los paraísos fiscales, de las energías renovables, el poder de los rumores y el miedo en la economía mundial, el interés que despierta un libro escrito por un delincuente, etc. Su film es una crítica al sistema financiero. Lo demás no parece interesarle tanto, la relación de Gordon Gekko con su hija es una mera excusa para poner en contacto a los personajes principales.
Lamentablemente, Stone se ha vuelto demasiado obvio: realiza unas pueriles metáforas sobre burbujas y cuadros de Goya que son tan obvias que parecen propias de una obra de teatro infantil. Por otro lado, nos inunda con datos financieros que evidencian que la historia de amor le importa un bledo. Incluso yo juraría que el final ha sido retocado, las últimas escenas me sobran.

Por suerte, se ven destellos del mejor Stone en algunos momentos: el montaje endiablado de algunas escenas, la doble pantalla, el fundido en negro usando un círculo como si de una comedia antigua se tratara, el detalle de los pendientes de las señoras en la gala benéfica, la artificial expresión facial de alguna adicta a la cirugía, etc. Es en estos momentos en los que deja patente la crítica a una clase social que sigue teniendo el poderVolver a encontrarnos con un personaje tan repulsivo e interesante como Gekko es todo un lujo, Douglas ha madurado con el personaje y ambos se fusionan perfectamente (de hecho, Douglas lleva repitiendo ese papel de frío hombre de negocios durante los últimos 23 años).

Los actores están más que correctos, Micael Douglas cumple en su eterno papel, mientras Shia LaBeouf y Josh Brolin están bien. Pero yo me quedo con la joven promesa Carey Mulligan. Por otro aldo los veteranos Susan Sarandon, Frank Langella y Eli Wallach (el feo de El bueno, el feo y el malo). Por cierto, ¿Qué pinta en esta película Vanessa Ferlito? Su papel no aporta absolutamente nada, sólo queda bonito. Se me ocurren 3 opciones: a) Stone estará encaprichado con la moza, b) es una imposición del estudio o c) su personaje se ha recortado en la sala de montaje. Elige la que más te guste, yo me quedo con la a).

A mí el film me ha entretenido. Los breves destellos de un Stone apagado son mucho mejores que las decenas de secuelas y precuelas que nos acechan cada día desde la cartelera. El capitalismo es así.

6

jueves, 11 de noviembre de 2010

Elizabeth: La edad de Oro


Tiene bemoles la cosa, mientras en España Vicente Aranda se dedica a hacer bodrios eróticos sobre nuestra historia (Juan La Loca, Carmen, Tirante el Blanco) los ingleses echan mano a la suya para hacer grandes films como Elizabeth: La edad de oro. Así pues, nos vemos obligados a ver nuestra historia contada por el otro bando y nos toca ser los malos. Es una lástima que, teniendo una historia tan rica y con tantos personajes interesantes, la desaprovechemos tan estúpidamente.


La película es la continuación del film Elizabeth (1998) y nos narra el reinado de la reina Isabel I de Inglaterra (hija de Enrique VIII y Ana Bolena como todo buen seguidor de la estupenda serie Los Tudor debería saber). Un reinado marcado por las luchas entre protestantes y católicos en la Europa del siglo XVI y la enemistad con la católica España de Felipe II, Armada invencible incluida. Llama la atención que ambas películas están dirigidas por el director hindú Shekhar Kapur. Un hindú narrando la historia de Inglaterra (no deja de ser paradójico) y encima lo hace francamente bien.

Además nos cuenta los entresijos del poder, conspiraciones, alianzas y traiciones que toda corte debe tener. El personaje de Elizabeth me pareció más interesante que en la anterior película, ahora es más segura, ha aceptado su posición de reina y se ha negado a esposarse con ningún pretendiente. Sabe que casándose deberá someterse a los intereses de su marido y con ella se sometería todo su reino. Así pues, ella no se casará con nadie e Inglaterra será libre. Ella no puede enamorarse, aunque sea la mujer más poderosa del planeta, se ha prohibido el amor a sí misma. Aun así, no puede reprimir del todo sus sentimientos.

Se han eliminado algunos personajes y hechos para hacer la cosa más llevadera. Pero en general es bastante fiel y esclarecedora para los que no conozcan esta parte de la historia. Es una buena reconstrucción de la época, vemos a consejeros, corsarios, indios americanos, asistimos a la llegada de la patata a Europa desde América, etc. No olvidemos que lo hace sin aburrir en ningún momento y sin escenas de sexo gratuito (otro gallo nos cantaría si la peli fuera española).

Todo ello aderezado con la música de Craig Armstrong además de unos trajes, pelucas, decorados, localizaciones e interpretaciones de auténtico lujo. Todo el reparto está muy bien, a destacar la sobresaliente interpretación de Cate Blanchett (se sale), Geoffrey Rush lo borda como el fiel consejero Walsingham y Clive Owen hace bien su papel de corsario vividor y aventurero. Por cierto, Jordi Mollá hace de un ridículo Felipe II, más parece un cruce entre un murciélago y un fanático religioso que un rey, cosas de ser el malo de la función.

Muy recomendable para aprender historia de forma amena.

7,5

martes, 9 de noviembre de 2010

Alan Moore o el Estado como enemigo


Ahora que ya ha pasado un tiempo desde el estreno de Watchmen, no está de más hablar un poco sobre su autor. Alan Moore está considerado como uno de los mejores escritores de cómic de todos los tiempos. En la década de los 80 Moore y Frank Miller (Sin city, 300) revolucionaron el género del comic de superhéroes. Éste era considerado un género menor, sólo apto para niños y adolescentes. Moore y Miller los elevaron a la categoría de adultos.


Los guiones del excéntrico, aficionado al esoterismo y misántropo Moore tenían una complejidad inusitada hasta entonces, sus personajes son mucho más complejos y no se pueden definir en una sola palabra. Conceptos como bien y mal dejan de ser absolutos y todo se hace relativo. Su técnica narrativa se sirve de recursos poco usados hasta entonces en el cómic: cartas, relatos paralelos, elipsis y continuos saltos en el tiempo, lo que convirte a sus guiones en pequeños puzles que el lector debe ordenar en su cabeza.

Otra principal característica de Alan Moore es su concepción del Estado como opresor, como enemigo del pueblo. El estado se supone que debe proteger los intereses de los ciudadanos, pero Moore no parece compartir esa idea. Como se dice en V de vendetta: "El estado debería tener a sus ciudadanos y no al revés."
De una ideología rayana en el anarquismo más radical, Moore tiñe sus historias de un pesimismo casi existencialista (el personaje de Rorschach de Watchmen es un buen ejemplo). Moore no cree en el estado (opresor por naturaleza) ni en los vigilantes que éste dispone para proteger al ciudadano. El superhombre de Nietzsche tampoco nos salvará, se aliará con el poder para oprimirnos. Moore aboga por los medios violentos como última vía para recuperar la libertad, quizás peque de radical o de ingenuo, pero sus obras están llenas de interesantes reflexiones.


En V de Vendetta, el personaje central (V) es un culto terrorista con tendencias sádicas que intenta acabar a base de explosivos con la dictadura en la que ha caído Gran Bretaña en un futuro. Moore exagera la realidad de la Gran Bretaña de primeros de los años 80, con la conservadora Margaret Thatcher recién llegada al poder, pero el tiempo le ha dado la razón en algunos aspectos. Para V la cultura es enemiga del poder, hace pensar al ciudadano, es mejor que se entretenga viendo la televisión controlada por el estado. La película era bastante correcta y fiel a la novela gráfica, pero Moore la despreció públicamente.

En From Hell, Jack el destripador es un cirujano real que comete sus crímenes por encargo de la reina Victoria (tesis quizás no del todo descabellada y ya apuntada anteriormente, como en la película Asesinato por decreto). La película (con Johnny Depp) tenía muy poco que ver con la novela gráfica y Moore renegó de ella esta vez con más razón que un santo..


El pesimismo crónico de Moore está igualmente patente en la desmitificadora La liga de los hombres extraordinarios. Los hombres extraordinarios tienen cualidades que realmente les hacen fuera de lo común, pero en manos de Moore tienen otros vicios y defectos que los devuelven al lodazal humano. Por poner unos ejemplos: El hombre invisible se aprovecha de su invisibilidad para abusar de colegialas, Allan Quatermain es un drogadicto decrépito y el capitán Nemo es un odiado terrorista. Moore no sólo reúne los mejores personajes de la literatura de aventuras victoriana sino que los desmitifica totalmente convirtiendo a su obra en un recomendable ejercicio de ironía británica. Ninguno de estos aspectos se reflejó en la (malísima) película. Una pena.

Así mismo, en Watchmen (¿la mejor novela gráfica de todos los tiempos?) los superhéroes son más una amenaza para la población que sus salvadores. Son seres humanos, con miedos e inseguridades. Moore no confía en ellos, no salvarán al mundo, provocarán su perdición o se erigirán en dictadores. Tampoco lo harán los gobiernos, quienes parecen encaminarse hacia una inevitable guerra nuclear. La complejidad de la obra y su pesimista mensaje dejaron asombrado al público cuando salió hace más de veinte años. Ni que decir tiene que la peli es bantante fiel al cómic pero tampoco le gustó a Moore.

domingo, 7 de noviembre de 2010

¿Qué fue de baby Jane? (What ever happened to Baby Jane?, 1962)


Rodada de forma casi teatral, con pocos actores y pocas localizaciones, este film de Robert Aldrich se sustenta en las magistrales interpretaciones de sus actrices principales. Todo un reto para cualquier actor de una cierta edad, representar a una vieja gloria.
No deja de ser patente cierto paralelismo entre las actrices y sus personajes, grandes estrellas de los años 30 que en los 60 estaban casi olvidadas. El mundo del espectáculo es así de cruel, hoy eres una joven estrella y mañana eres una antigualla olvidada. Pero para Joan Crawford y Bette Davis aún les quedaba una oportunidad de demostrar que el talento interpretativo no caduca, que no se evapora con la juventud. Con unos personajes tan extremos realizan unas de sus interpretaciones más memorables y arriesgadas.

Las hermanas Blanche y Jane Hudson viven encadenadas la una a la otra. La culpa, la envidia y la dependencia han enturbiado sus relaciones hasta un punto de no retorno. La inestabilidad emocional del personaje de Bette Davis se acrecienta por momentos, llegando a ser extremadamente cruel con su hermana, postrada en una silla de ruedas por un accidente. Un cóctel explosivo que aderezado con un excelente guión y un ritmo lento pero seguro que se convirtió en un gran clásico del cine de terror.

En este film no hay elementos fantásticos ni terroríficos al uso. Elementos propios de una casa como una puerta, una cama, una escalera o un teléfono son aquí usados magistralmente como elementos de la trama. El miedo proviene de un familiar y la víctima es una persona indefensa (elemento luego imitado muchas otras veces como en Misery). El hecho de quedar a merced de una persona perturbada es mucho más aterrador que una invasión alienígena o mil psicópatas enmascarados.

Las escenas más terroríficas, para mí, son las de la hora de la comida. En ellas queda patente que Blanche (Crawford) está totalmente en manos de su perturbada hermana Jane (Davis). La bandeja de comida es la estrella en tres magníficas escenas del film, cada una de ellas más intensa. El terror de Blanche se hace palpable en su mirada hacia una bandeja de la cual depende para subsistir, su pánico posterior se hará visible en su desesperados movimeintos en la silla de ruedas. Unas escenas memorables narradas con gran habilidad.

Los diálogos entre ambas actrices están cargados de rencor. Se dice que durante el rodaje las divas se llevaron francamente mal (siempre se habían odiado) y que incluso Bette Davis pateó realmente a la Crawford en alguna escena y hubo que darle puntos de sutura. Cierto o no, sus interpretaciones no pueden destilar más odio.

Merece mencionarse el maquillaje aniñado de Bette Davis, se cuenta que la veterana actriz se negaba a quitarse el maquillaje al acabar el rodaje cada día, así se acumulaba en su cara quedando cada vez más grotesco. Su arriesgado personaje (aún más para una gran estrella) cae en el patetismo más absoluto en las interpretaciones de las canciones infantiles y en su risa desquiciada. Su personaje pretende volver a ser la estrella infantil que una vez fue y que, como muchos otros, no supo madurar convirtiéndose en una muñeca rota bajo la sombra de su hermana.

Los secundarios y su tratamiento dentro del guión son otro elemento a destacar. Estamos hablando de un film de 1962, su ritmo es pausado y los secundarios tienen gran importancia. Desde el maestro de piano (un tipo bastante inestable y en apuros que mantiene una extraña relación con su madre), la vecina (cotilla e impertinente) o la asistenta, todos tienen una profundidad y una complejidad muy de agradecer. El guión les dedica el metraje necesario para explicar sus intereses y sus conflictos internos. No son esos personajes planos que tanto proliferarían en el cine de décadas venideras.

Visto hoy, el film se puede hacer algo lento y naif a los jóvenes amantes del terror moderno. No se muestra la violencia física, pero se muestran los ojos de los personajes que la presencian. Sin una gota de sangre, el efecto es mucho más impactante. Yo lo prefiero frente a los litros de hemoglobina. A mí me sigue pareciendo mucho más aterrador aquello que se deja a la imaginación del espectador.

Imprescindible.

viernes, 5 de noviembre de 2010

El americano (The american)


Mira que yo soy fan del trabajo de Anton Corbjin como fotógrafo y director de clips para grupos como Depeche mode o U2, incluso su primer film Control, me gustó bastante. Pero su trabajo siempre estaba muy ligado a la música. Ahora en su segunda película como director Corbjin se aleja del ambiente musical y se adentra en un curioso thriller sobre un asesino a sueldo de incógnito en un pueblo italiano.


Corbjin demuestra que sabe rodar, cada plano de la película está muy pensado y las imágenes tienen una gran belleza. La estética realista del film se aleja de los famosos videoclips propios de su autor. Pero más allá del apartado visual, el film busca ser un atípico thriller sin caer en los tópicos de un extranjero en un pueblecito europeo. Se aleja sabiamente de los tópicos pero comete un error, peca de aburrido. Se hace muy lento por momentos. La tensa calma que intenta transmitir se nos convierte en tedio a las primeras de cambio. Realmente uno acaba preguntándose qué demonios nos han querido contar con esta película ¿un asesino muy soso en busca de redención?, es una idea. A mí me recordó a aquel film con Michey Rourke, Réquiem por los que van a morir: también había un asesino que intentaba dejarlo y un cura, pero aquel film me gustó más.

Quizás el problema sea que George Clooney da el pego en sus personajes de truhan con encanto, pero en la piel de un asesino parco en palabras resulta demasiado frío, no transmite. Clooney reprime aquí sus habituales movimientos de cabeza y sus muecas, ha hecho un loable trabajo intentando corregir esos vicios interpretativos. Pero su personaje se nos presenta demasiado distante, nunca conecta con el espectador. Tampoco su relación con el cura del pueblo está bien desarrollada en el guión, no lleva a ningún sitio.
Me gustó mucho más todo lo referente al personaje de la prostituta interpretado por la exuberante Violante Placido, esta chica tiene una belleza que recuerda a la de otras italianas ilustres como Sofia Loren, Claudia Cardinale o Monica Bellucci. Lo del talento interpretativo está por ver.

5


martes, 2 de noviembre de 2010

Déjame entrar (Låt den rätte komma in)


Oskar es un joven solitario de 12 años cuya existencia se verá alterada por la llegada de su nueva vecina, Eli.
Pues un film de vampiros sueco siempre es bienvenido, aunque sólo sea por la novedad que supone. Tras tantas estúpidas historias sobre vampiros para adolescentes (Crepúsculo) no está mal disfrutar de una mirada distinta sobre el género.
A mí la peli de Tomas Alfredson me pareció muy interesante y bien llevada. Tiene una extraña sensación de tensa calma durante todo el metraje que es muy de agradecer. Los fríos bloques de pisos, los paisajes helados, los bosques, la opresiva sensación de frío y oscuridad … me produjeron cierto desasosiego que me agradó bastante.

El guión tiene algunos puntos en común con Entrevista con el vampiro, pero el planteamiento es totalmente distinto. Este film tiene el mérito de presentar las situaciones de forma muy cercana. Nos presenta una visión del mito vampírico muy realista, nada de adornos ni experimentos formales. Apenas hay música ni movimientos de cámara. Pero ojo, no es sólo un film de terror al uso, es un estudio sobre la soledad y el aislamiento en las sociedades avanzadas. Los niños no son los típicos niños pedantes que nos ofrecen en las pelis americanas. Son niños inadaptados, sometidos al abuso de los compañeros e ignorados por sus padres. Los adultos son presentados en su mayor parte como egoístas, torpes y/o mezquinos. La película transmite una gélida sensación de soledad, mucho más aterradora que el colmillo más ensangrentado.

Me gustó cómo se van introduciendo elementos fantásticos (o terroríficos) en la historia sin apenas darte cuenta. Hay escenas desagradables (la ventana del hospital, la cama) y sangre que nos parecen bastante verosímiles, además apenas hay efectos especiales con lo que se consigue un impacto mayor.

También considero acertado el jugar con ciertos mitos sobre los vampiros como la imposibilidad de entrar en una casa si no se les invita previamente o la nocividad de los rayos de sol.
No es un film perfecto, se puede hacer algo lento a veces y se nota que el presupuesto no era gran cosa, pero entretiene y aporta suficientes novedades a un género más que trillado.

Los norteamericanos, en un alarde de imaginación sin precedentes, han hecho un (innecesario) remake que dicen que está bien. Lo dudo, pero habrá que verlo para poder hablar.

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lunes, 1 de noviembre de 2010

Perez-Reverte contra el ejército de las Nancys pedorras


Hay que ver lo bien que escribe el académico Arturo Pérez- Reverte y lo bien que se expresa. Además está en todo su derecho de pensar que Moratinos ha sido un ministro blandengue. También tiene derecho a ser un rendido admirador de las grandes gestas con las que el ejercito español ha jalonado su historia. Sí, señor. En casi todos sus excelentes libros hay una enérgica defensa de los soldados españoles. Por muy rufianes que fueran, siempre eran temibles en combate y fieros como ninguno. Igualmente sus libros destilan un total desprecio por los ineptos dirigentes de tan temible ejército (algo que también es aplicable a los dirigentes actuales, sean del partido que sean). No hay más que leer cualquier libro de la excelente saga de Alatriste para darse cuenta de ello.

Pero los tiempos cambian y ya no tenemos un vasto imperio que mantener y defender. Ya no hay guerras de religión en Europa, ni armadas invencibles, ni emperadores, ni tercios de Flandes, ni barcos que portan oro desde las Américas. Se acabó, kaput, finito, C’est fini, se acabó lo que se daba.

¿Para qué diantres queremos un ejército hoy en día? ¿Para invadir Francia? Mal nos iba a ir. ¿Para recuperar Holanda? Peor.¿Para instaurar la democracia en Cuba a base de cañonazos? ¿Para reconquistar nuestras antiguas posesiones en América? ¿Reconquistamos el Sahara? No me jodas. Pues si hay conflictos por el mundo y los soldados españoles pueden ir a echar una mano… pues que vayan y ayuden. ¿O preferimos que se queden en los cuarteles esperando a que nos invada alguna maligna potencia extranjera? Igual aparece Bin Laden tomando vinos en la cantina de un cuartel. Lo veo poco probable. Por cierto, Bin Laden sigue sin aparecer. Ya nadie se acuerda de él, pobrecito, los Estados Unidos se van de Afganistán y al colega no hay quien lo encuentre.

Hombre, si te mandan a un país en conflicto a ayudar a la población construyendo puentes, escuelas o repartiendo alimentos… es posible que pises una maldita mina (de fabricación española) o te pille un fuego cruzado con el ducados a mitad de fumar. Es una terrible realidad que hay que afrontar. Quizás sea el nuestro un ejército de la Señorita Pepis o de Nancys pedorras, como dicen algunos, pero los tiempos han cambiado. Los países ya no se dedican al enfrentamiento abierto a la primera de cambio y los ministerios de guerra se cambiaron el nombre a ministerios de defensa tras la segunda guerra mundial.

Quizás la postura de un ministro de exteriores o de defensa se nos aparezca como blanda y sin bemoles. Pero hoy se intenta primero la vía diplomática antes que la proeza bélica. Ya no quedan caballeros como los de antes, que te retaban a duelo por una mirada o decir que te has marchado como un mierda. De los que sí quedan son cafres (hasta las cejas de armas y drogas) dispuestos a abordar un barco o a secuestrar un convoy de ayuda humanitaria. La vía militar (mandamos a Stallone y sus mercenarios a que machaquen a los malos) tampoco es hoy tan efectiva, queda feo en las noticias. Que le pregunten a Putin (adalid de la democracia made in Russia), entrar a saco y disparando sólo provoca más muertes entre los rehenes. Pero tu honor y tus genitales salen intactos, eso sí. Poco consuelo para los familiares de las víctimas.

Lamentablemente, las madres de los soldados caídos seguirán llorando la pérdida de sus hijos, como es lógico y comprensible. También Pérez-Reverte seguirá añorando esa España de grandes imperios y grandes conquistas, esa España que ya no existe.