miércoles, 29 de junio de 2011

Drácula de Bram Stoker


Drácula es un clásico de la literatura de terror que el cine ha convertido en mito. El personaje ideado por el irlandés Bram Stoker ya había inspirado obras maestras como Nosferatu (Murnau, 1922) o Drácula (1931, de Tod Brownning con Bela Lugosi). Incluso considero muy interesante el Drácula (1958) de la productora británica Hammer, dirigida por Terence Fisher con Christopher Lee como Drácula y Peter Cushing como Van Helsing. Cualquiera de ellas es totalmente recomendable, aunque por motivos muy distintos. Pero aún faltaba una última adaptación, quien sabe si la definitiva, sobre el inmortal conde vampiro. La peculiar visión del mito vampírico de un genio del séptimo arte como Francis Ford Coppola.


La novela de Bram Stoker se publicó en 1897 y tiene una curiosa estructura epistolar, es decir, está formada por las cartas que van escribiendo en distintos momentos los protagonistas de la novela. No hay un narrador único, son los distintos personajes los que van narrando cada parte de la historia desde su punto de vista. Stoker no narra el origen del conde ni lo liga al personaje real de Vlad Tepes. Aunque la película se llamó Drácula de Bram Stoker, como si fuera la más fiel adaptación del original, es la película más fiel al libro pero no está exenta de modificaciones.
Primeramente, en el guión de James V. Hart se identifica al personaje histórico de Vlad Tepes, conocido como El empalador, con el conde vampiro. Tal identificación no aparece en la novela de Stoker. Es más, el guión hace que Vlad se transforme en vampiro por amor. Mientras Vlad pelea por la cristiandad (con métodos bastante crueles) para frenar el avance del imperio otomano, llega a su castillo la falsa noticia de su muerte en batalla. Su prometida no puede soportarlo y decide suicidarse para reunirse con él. Tras años luchando por la cristiandad, recibe como recompensa la muerte de su amada. Vlad pierde la fe en Dios y reniega de Él convirtiéndose para siempre en un vampiro.
En el libro las intenciones iniciales del conde son las de trasladarse a Londres en busca de un nuevo territorio de caza. Es un vampiro implacable, un verdadero hijo del demonio. Con motivo de realizar los trámites para la compra de propiedades han ido hasta su castillo en Transilvania Renfield (que ha acabado trastornado) y su sustituto, Jonathan Harker. Pero en la película se introduce alguna variante: el conde tiene aspecto de un anciano de 400 años y descubre por casualidad el retrato de la prometida de Jonathan Harker: Mina. En dicho retrato el conde cree reconocer al amor perdido trágicamente hace siglos. Puede que aún quede esperanza para un viejo vampiro condenado a vivir eternamente en soledad. El amor puede aliviar su eterno dolor. Así pues, lo primero es retener en el castillo al prometido de Mina, Harker quedará en el castillo no sólo para que no desvele los planes del conde de trasladarse a Inglaterra sino también para allanar el camino al vampiro. Después, Drácula decide cambiar su aspecto para la conquista, en el largo viaje en barco hacia Inglaterra irá alimentándose de los marineros e irá rejuveneciendo.
 Este toque de vanidad le hace más humano, no es sólo un monstruo sediento de sangre, tiene sentimientos. A pesar de ver al conde convertido en lobo, murciélago, ratas o niebla verde, se nos presenta más humano y vulnerable que nunca. Cosas del amor. La interpretación Gary Oldman es muy distinta al Drácula que habíamos visto en películas anteriores. La apariencia física del personaje (un viejo con larga túnica o un joven con largas melenas y patillas) es todo un contraste con las versiones de los míticos Bela Lugosi o Christopher Lee. Por cierto, es la única adaptación en la que se ha respetado el hecho citado en la novela de que el conde tiene pelo en las palmas de sus manos (al menos cuando tiene apariencia de anciano). En la parte final del film, más que un terrible monstruo Oldman interpreta a un Drácula enamorado y acorralado que intenta escapar de sus captores. Oldman necesitó hasta 5 horas de maquillaje diarias lo que es un handicap para un actor a la hora de expresarse. A pesar de ello se las arregla para exhibir toda esa gama de gestos que forman parte de su estilo interpretativo cercano al histrionismo. Oldman estudió el acento del personaje y pone una voz mucho más grave cuando interpreta al conde envejecido, en el doblaje al castellano se usaron las voces de dos actores de doblaje.

También el personaje de Mina sufrió alguna transformación. En el guión, Mina cae perdidamente enamorada del conde Drácula y su nuevo aspecto de joven caballero centroeuropeo. En el libro, Mina cae bajo el poder hipnótico de Drácula pero nunca se declara perdidamente enamorada del mismo ni es infiel a su prometido con el conde. Mina es usada por el vampiro para adivinar los planes de quienes quieren darle caza, pero no existe una apasionada relación sentimental entre ellos. El guión del film transforma una historia de terror gótico en una bizarra película romántica. Sin embargo, esta relación queda forzada y poco creíble. Los hechos ocurren muy deprisa, con un ritmo que se acelera cada vez más, sin dar tiempo a justificar los cambios ocurridos en los personajes ni a profundizar en ellos.
Un enamoramiento tan fugaz y apasionado por parte de Mina no resulta veraz, sobre todo si tenemos en cuenta la capacidad de Drácula para hipnotizar y controlar la voluntad. Posteriormente veremos escenas en las que Drácula no quiere convertir en vampiro a su amada y condenarla así a la vida eterna. Lo que parece indicar que el amor de Drácula es verdadero, pero ella sí desea acompañarle eternamente ¿Hemos de suponer que ella lo decide libremente? Winona Ryder (musa de la generación X de los 90) fue la elegida para encarnar a Mina, no lo hace nada mal. Las escenas entre ella y Oldman desprenden bastante química y pasión. Pero el erotismo desaforado del film no está presente en la novela de Stoker, es una aportación del guión.

También el personaje de Jonathan Harker sufre alguna variación, queda en segundo plano tras escapar del castillo del conde, casi no aparece en pantalla, cuando lo hace su pelo se ha vuelto blanco pero no se dice nada al respecto. Tampoco la plana interpretación de de Keanu Reeves ayuda al personaje.

Anthony Hopkins había atemorizado a medio mundo con su Hannibal Lecter de El silencio de los corderos en 1991 y fue un Van Helsing más que digno. Aquí se le dio un cierto toque excéntrico (se pone a bailar con Mina sin venir a cuento) pero es tan efectivo como el interpretado por el legendario Peter Cushing. Hopkins también presta su voz como narrador e interpreta al sacerdote del prólogo. Curioso matiz, el mismo actor interpreta a un religioso y a un científico separados por 400 años, las dos caras del progreso.
Supongo que Coppola aceptó el encargo de rodar Drácula apremiado por los escasos beneficios de películas tan costosas y complicadas como El Padrino 3 o Apocalypse now. Por una vez, Coppola estaba dispuesto a ajustarse al presupuesto inicial y cumplir con los plazos de rodaje marcados. Reunió a todos los actores meses antes para leer el libro original y que fueran aportando ideas para sus personajes. El rodaje se hizo todo en el interior de un estudio, lo que facilita las cosas. Incluso les sobró un día de los 42 que estaba previsto que durara el rodaje. Coppola no modificó el guión y se limitó a plasmarlo en unas sugerentes imágenes, si los personajes no quedan bien definidos creo que se debe al guión más que al propio director.

Aunque fuera un encargo, Coppola quería dar un gran espectáculo a la altura del mito. Toda la puesta en escena del film es propia de una ópera. Uno de los muchos elementos que me fascina del film son los efectos de sonido, en el film hay cientos de voces susurrantes, viento y aullidos de lobo que contribuyen a crear una atmósfera de pesadilla. También creo que hay que destacar el uso de las sombras, las sombras parecen expresar las verdaderas intenciones del conde. Mientras él parece estar tranquilo, su sombra intenta estrangular a Harker al descubrir quien es su prometida. Igualmente la mancha de tinta negra se cierne sobre el cuello de Mina como si de una amenaza se tratara. Coppola reconoció que copió el uso expresionista de las sombras del film Vampyr, La bruja vampiro (1932) de Carl Theodor Dreyer. Igualmente la forma de levantarse del ataúd del vampiro ya estaba presente en el Nosferatu (1922) de Murnau. También las escenas de batallas del inicio están hechas a base sombras chinescas como las de Kagemusha de Akira Kurosawa. Coppola se permite el lujo de copiar/homenajear a los grandes maestros del cine. Ya se sabe que los malos artistas copian y los buenos roban descaradamente.
 Todos los excesos visuales (casi manieristas) son toda una delicia para el espectador. Francis Ford Coppola encargó la fotografía al prestigioso Michael Ballhaus y los simples pero efectivos efectos visuales corren a cargo de su hijo Roman Coppola. Dichos efectos visuales fueron casi artesanales, usando técnicas casi tan antiguas como el mismo cine tales como el uso de espejos, acelerar o ralentizar la imagen o pasar los movimientos a la inversa. Incluso Coppola incluyó unos planos rodados con una cámara antigua como homenaje al centenario del nacimiento del cine.

 La diseñadora japonesa Eiko Ishioka es la responsable de los imaginativos diseños de vestuario, siendo sus trajes una parte importante del decorado y un elemento primordial para entender la psique de los personajes. Los colores y las texturas de los trajes no están elegidos nunca al azar, todo tiene un significado. Algunos vestidos y peinados como el del Drácula anciano se basaban en trajes tradicionales japoneses o cuadros de Gustav Klimt.

También la partitura del compositor polaco Wojciech Kilar confiere al film una peculiar atmósfera entre romántica y fúnebre. El manierismo audiovisual del film obtuvo 3 merecidos Oscars: vestuario, efectos de sonido y maquillaje.

Se dijo que el montaje original duraba 145 minutos y que contenía escenas de alto contenido violento y sexual que fueron retiradas por los productores pensando en la taquilla. Una pena, Coppola tuvo que plegarse a las exigencias de los productores. Al menos, algunas escenas se incluyeron en posteriores ediciones en DVD, tampoco era para tanto.

El Drácula de Coppola es una experiencia audiovisual totalmente recomendable, aunque no es totalmente fiel a la novela. Quizás no sea necesario.

8

domingo, 26 de junio de 2011

Insidious

Cuando ves que una peli se anuncia con la cita de algún crítico americano del tipo "La mejor película de terror desde " o "Escalofríante, te dejará helado", mal asunto. La experiencia nos dice que tenemos también que sospechar de una peli cuando nos la venden con frases como "De los creadores de" o "De la mano de los productores de ". Hacer referencia a otros films para publicitar una peli es signo de falta de imaginación. Insidious nos la venden con frases de este tipo pero se olvidan de un detalle: ya se rodó un film muy parecido en 1982 llamado Poltergeist.



James Wan tuvo suerte con Saw a base de reciclar elementos de probada eficacia y mezclarlos con las dosis justa de mala leche. Ahora repite la jugada con Insidious, no inventa nada nuevo pero tengo que reconocer que su peli me puso los pelos de punta un par de veces. Menos da una piedra.
Si Saw era una actualización de Seven y El silencio de los corderos, Insidious es una descarada actualización de Poltergeist. El guión tiene los suficientes elementos en común que incluso la podrían haber vendido como un remake, pero no ha sido así. No sólo veremos puertas que se cierran, apariciones, espectros, trasteros poco acogedores y pasillos amenazadores sino que también veremos mediums ancianas y la inevitable búsqueda del niño perdido en el otro mundo. Sólo les falta gritar aquella famosa frase de "Carole Ann ve hacia la luz". La televisión ha sido sustituida por unos modernos intercomunicadores y se ha añadido alguna variante en la trama pero la esencia del film es la misma.

Los amantes del cine de terror con sobre casas malditas pasarán un buen rato, ya he dicho que la peli pone los pelos de punta un par de veces y tiene algún susto realmente memorable. Pero poco más, muy poco que no hayamos visto ya. Incluso el uso de la música y los ruidos es realmente acertado pero no se aparta un ápice de los cánones ya fijados hace 3 décadas.

Wan sabe rodar y sabe crear mal rollo ya desde los impactantes títulos de crédito, pero las limitaciones del guión juegan en su contra. Wan lleva el film con muy buen pulso y sabe sacar partido a cada aparición y cada elemento sobrenatural pero la historia cae en los inevitables tópicos del género. Del final no voy a hablar, que me parece bastante flojo y previsible como para encima desvelar nada más.

Los actores están bien, tanto Rose Byrne como Patrick Wilson creo que dan lo mejor de sí. No puedo decir lo mismo de los niños, me resultaron tan tópicos y repelentes como en casi todas estas pelis. También muy repelente (y casi lo más terrorífico del film) me pareció la cara que se ha dejado Barbara Hershey, quien ya protagonizó El ente, otro film de 1982 del que Insidious bebe bastante.
Sólo recomendable para los aficionados al géneros de casas encantadas que no hayan visto Poltergeist o El ente, lo pasarán de miedo. Los que las hemos visto nos daremos algún buen susto y la olvidaremos rápidamente.

4,5

martes, 21 de junio de 2011

Crash




Crash es una novela de James G. Ballard publicada en 1973. En su día causó una fuerte controversia debido a su peculiar temática. En sus propias palabras, Crash es la primera novela pornográfica basada en la tecnología. Su arriesgada adaptación al cine llegó de la mano de David Cronenberg en 1996.

El automóvil es el paradigma de la sociedad de consumo y el motor de la sociedad post industrial. Los fabricantes de coches dan trabajo a miles de trabajadores en empleos directos e indirectos, fabrican coches potentes y veloces que sobrepasan ampliamente la velocidad permitida, el petróleo sigue siendo fundamental para la economía mundial, las compañías aseguradoras ganan millones cada año mientras miles de talleres viven de las reparaciones y recambios. Pero el coche es también un peligro, cada año miles de personas pierden la vida o quedan lisiadas de por vida. El automóvil es el símbolo de la sociedad actual, un innegable avance tecnológico con un reverso trágico. El único perjudicado de toda esta industria es el consumidor / conductor.

Con todos estos elementos Ballard elaboró una pérfida fábula sobre el vacío que habita dentro del ser humano y su intento de llenarlo con la tecnología. El protagonista del libro se llama igual que el escritor y es un publicista televisivo que casualmente entra en contacto con un grupo de personas fascinadas por los accidentes de coche. Son víctimas de accidentes pero han sufrido una profunda transformación psíquica más allá de sus heridas. Han adquirido una perversa patología sexual. Para ellos un accidente de tráfico es una metáfora de una relación sexual: es algo violento, incontrolable y de consecuencias imprevisibles.


Practicar sexo en coches o chocar deliberadamente no son sólo vías de escape, son las única maneras que tienen los personajes de sentir algo. Las necesidades básicas están cubiertas y hay que buscar nuevas motivaciones, pero todo es demasiado fácil en el primer mundo. Tras años de anuncios e imágenes violentas, la sociedad post industrial ha creado ciudadanos insensibles a los que les es casi imposible sentir algo real. Su umbral de percepción está demasiado alto, es muy difícil que algo impacte en su mente. Pero su cuerpo es otra cosa. El líder de este bizarro grupo es Vaughan, un experto en recrear accidentes de coche famosos como la muerte de Jane Mansfield o James Dean. Pero la obsesión de Vaughan es chocar violentamente contra el coche en el que viaja la actriz Elizabeth Taylor. Toda su existencia parece ir destinada a lograr este macabro objetivo.

La idea se le ocurrió al escritor cuando montó una exposición sobre coches que habían sufrido accidentes, los montones de chatarra acabaron todavía en peor estado debido a los desperfectos que los asistentes a la exposición les provocaron. Hubo quien rompió algún cristal o incluso arrancó un retrovisor. La fascinación de la gente por estos coches inspiró a Ballard el argumento del libro. Curiosamente Ballard se vio implicado en un accidente de tráfico al poco de terminar el libro.

Casi 25 años después el cineasta David Cronenberg adaptó la arriesgada novela de Ballard en la película homónima. No se me ocurre otro director capaz de atreverse. Crash no podía ser un film fácil para el gran público, no hay manera de tratar un tema así sin escandalizar. Crash entronca directamente con las obras más bizarras de su autor como Videodromo o El almuezo desnudo. La esencia de la novela está presente pero Cronenberg introdujo ciertas variaciones. Primeramente la novela transcurre en 1973 pero en el guión la acción se trasladó a 1996. En 1973 Elizabeth Taylor era aún un icono sexual, pero 25 años después no causaba el mismo efecto. Tampoco se trasladó a la pantalla el uso que de las drogas alucinógenas que hacen los protagonistas.
El film de Cronenberg es tan enfermizo como la novela aunque bastante menos explícito y escatológico. Para muchos puede ser un film de ciencia ficción (tan extrema es la propuesta de su argumento) o un film pornográfico (no faltan escenas de alto voltaje) o incluso de terror (tiene momentos bastante desagradables), pero yo creo que no es ninguna de las tres cosas. Crash es algo totalmente distinto. Es una seria advertencia de hacia donde se mueve esta sociedad enferma.
Croneneberg rueda de forma fría y distante, sin primeros planos ni movimientos innecesarios de cámara. Usa travellings laterales como si el observador pasara por allí pero sin poder apartar la mirada. Las múltiples escenas de sexo no son narradas de forma pasional ni nada parecido, no es un film erótico, es demasiado retorcido e insano. Quizás no cuente demasiadas cosas y sea más descriptico que narrativo, pero Cronenberg destila valentía y talento en casi cada uno de los planos.

Cronenberg acertó plenamente en el tono del film. Una trama así de extrema podría haber caído en el ridículo más absoluto en otras manos, pero Cronenberg sabe llevar la historia a buen puerto. La alineación que la tecnología provoca en los protagonistas está perfectamente plasmada en pantalla mientras el propio espectador se ve alineado/atraído por las bizarras imágenes del film. También el inquietante uso de la música de Howard Shore ayuda a incomodar al espectador. La frialdad de las relaciones interpersonales unida a los colores fríos usados en la fotografía dan al film un tono desolador.

Las interpretaciones del inexpresivo James Spader y la gélida Deborah Unger resultan competentes (por una vez) ya que el matrimonio que interpretan es incapaz de comunicarse entre sí. Me gusta mucho más Elias Koteas como Vaughan, el jefe del grupo, el tipo da a su personaje el carisma que necesita. Por su parte, Holly Hunter y Rosanna Arquette apenas tienen escenas de diálogo convencionales y en ellas están bastante inexpresivas, no se cuenta nada apenas de sus personajes, lo que contribuye a aumentar la sensación de aislamiento que el film pretende.

Por cierto, Crash ganó el premio especial del jurado en el festival de Canes de 1996 debido a su audacia, atrevimiento y originalidad. Coincido plenamente.

8

domingo, 19 de junio de 2011

Stake land


El cine post- apocalíptico sigue estando de moda. Ya sea debido a zombies, vampiros o simples infectados, este género se empeña en presentarnos un futuro muy negro. Siguiendo la estela de films recientes como Soy leyenda, Infectados, The crazies, La carretera o Zombieland ahora nos llega Stake land.


Stake land no pretende revolucionar el género de los vampiro apocalípticos pero es un film muy disfrutable por los aficionados al cine de terror. Tiene las dosis justas de sustos y sangre como para que cualquier aficionado pase un rato más que agradable. El director Jim Mickle no innova nada pero sabe rodar escenas impactantes y consigue crear una acertada tensión en el ambiente.
La trama puede recordar a los films citados en el primer párrafo aunque su mayor referente puede ser La carretera. Ambos tienen bastantes puntos en común en su argumento, pero Stake land opta casi todo el metraje por el género de terror (personajes huyendo, ataques y sangre) con ciertos toques de road movie. El personaje del cazador de vámpiros y el villano de turno parecen salidos de un western o un cómic, mientras que ciertos planos a cámara lenta recuerdan a pelis de acción. Una mezcla de géneros que no tiene por qué ser mala. Las referencias son obvias pero consigue tener personalidad propia y no aburrir en ningún momento.

Es en el desarrollo de personajes cuando la peli flojea, se nos presentan acertadamente, pero luego no se desarrollan. No hay apenas escenas de convivencia entre los miembros del grupo, sólo hay escenas de peligro. Puede ser un fallo o una conceción al público más ávido de sangre. El personaje de la monja (una recuperada Kelly McGillis) daba para mucho más juego, pero apenas se desarrolla ni hay diálogos significativos con el resto de personajes. Una pena. También aparece una vieja conocida de los amantes del género de terror: Danielle Harris (de la saga Halloween) que aquí interpreta a una embarazada. Es inevitable que en este género no haya una embarazada, un niño o un bebé, aunque en Stake land están todos.


Así pues, Stake land no es una peli original en sus planteamientos ni demasiado lograda en su desarrollo, pero entretiene y se deja ver.

5

viernes, 17 de junio de 2011

Destino oculto (Adjustment bureau)


Los relatos de Philip K. Dick siguen siendo fuente de inspiración para el cine. En Destino oculto se adapta un relato corto del autor de Sueñan los androides con ovejas eléctricas. La percepción de la realidad y la falsa noción de libertad son temas habituales en la obra de Dick y están presentes también en esta película aunque se base muy libremente en el relato The adjustment team.


George Nolfi ha escrito y dirigido esta aceptable película de ciencia ficción, pero no es una adaptación propiamente dicha. Digamos que se inspira libremente en el relato de Philip K. Dick y coge sólo la premisa argumental inicial y cambia todo lo demás. La historia de amor y la lucha del protagonista contra el sistema no están en el relato, personalmente entiendo que se hayan introducido estas variaciones pero se ha transformado totalmente el sentido del libro. Dick siempre fue demasiado pesimista para el gran público.

Destino oculto es una ciencia ficción sin grandes efectos especiales pero logra sorprender gratamente al espectador adaptando la idea de Dick con un ritmo trepidante. Por su estética y su trama Destino oculto puede recordar a veces a films como Dark city, Origen o Matrix. Durante buena parte del metraje el film atrapa bastante, consiguiendo hacernos pasar un buen rato. Como siempre, hay cosas que no tienen sentido si las piensas 2 segundos: ¿para qué quiere el director tanta parafernalia y tanta tecnología? ¿Por qué los malos se parecen tanto a una agencia gubernamental?¿Por qué no variar antes el plan?. Demasiados agujeros e incoherencias en la explicación del misterio, pero el film es entretenido.
Lamentablemente el film pierde algo de fuelle hacia el final más que cuando cuando se adentra en los pantanosos terrenos de la historia de amor de los protagonistas. La ciencia ficción y el romanticismo casi nunca casan bien, pero aquí la cosa queda resultona. Por suerte, hay cierta química entre Emily Blunt y Matt Damon. Su relación queda bastante creíble y la escena del lavabo me pareció muy lograda.
No tan logrados están ciertos giros argumentales que desembocan en un final demasiado forzado. En busca de un final satisfactorio para el gran público se han olvidado algo del riesgo y la peli queda a medio camino entre la ciencia ficción inteligente y el blockbuster palomitero destinado a todos los públicos.

Nolfi se estrena con un correcto film de ciencia ficción que podría haber sido algo grande.

6

domingo, 12 de junio de 2011

X-Men: Primera generación



Han hecho falta cinco películas para que los cómics de X-men hayan tenido una adaptación digna en pantalla. Las primeras dos películas de Bryan Singer no estaban del todo mal pero sabían a poco, la tercera era bastante floja y la de Lobezno no era mucho mejor. Pero esta X-men: primera generación es ya otra cosa.




El origen de los X-men y la inicial amistad entre el profesor Charles Xavier y Magneto bien merecía ser contada en un film como el que nos ocupa. Una peli es mero entretenimiento palomitero con intenciones de blockbuster pero que no traiciona al material en el que se inspira ni trata al espectador de idiota. X-men: primera generación es una película muy entretenida y una delicia para los aficionados a los cómics. Una peli que sabe que es la quinta de una saga y que homenajea a sus antecesoras a la vez que encaja perfectamente con lo narrado previamente. Vemos el origen de elementos clave de la saga como el casco de Magneto, cerebro o el avión de los X-men. También hay cameos de Tormenta y Lobezno, que dan al film bastante coherencia.

La película parte de la impactante primera escena que ya vimos en el primer film sobre los X-men, pero la completa dando un sentido distinto al posterior personaje de Erik. Incluso el espectador siente por momentos mucha más afinidad por Magneto y sus intenciones que por el resto de mutantes. Es un punto muy hábil del guión el de hacernos dudar entre qué bando elegir. A mí el personaje de Erik me recordó al de Anakin Skywalker, alguién que elige un bando movido por la ira y el rencor. El personaje de Charles Xavier se nos muestra bastante menos interesante, ha tenido un pasado mucho más fácil, está más definido desde el principio, no duda, y tiene menos matices. La relación entre ambos personajes no está quizás suficientemente bien llevada, nunca se ve que sean verdaderos amigos ni que su relación sea tan fraternal. Creo que se debería de haber profundizado más por ese lado en vez de presentar a tanto adolescente guaperas. Mística sale bastante mejor parada en esta película, su
personaje se desarrolla mucho más y es el segundo en interés tras Erik/Magneto. En la primera trilogía apenas decía una palabra. Quizás el mutante menos logrado sea Hank McCoy/Bestia, el tipo no sólo es un mutante de pies grandes sino que además es un físico, científico y diseñador de aeronaves fuera de serie, demasiada cosa incluso para una peli de ciencia ficción palomitera.

Matthew Vaughn (director de Kick ass) se estrena con nota dentro del cine de mutantes. Su peli no aburre en ningún momento ni cae en el peligro de las escenas de efectos especiales sin sentido. Toda la ambientación en la guerra fría y la crisis de los misiles de Cuba está muy lograda, logrando que el film no sea sólo una peli para adolescentes sedientos de gente volando por los aires. La trama tiene el suficiente empaque como para gustar a todo tipo de público, incluso a los no iniciados en el cómic.

La cosa flojea en alguna escena cuando se pone en plan juvenil con chicos y chicas guapos pero por suerte no cae en el rollo baboso de Crepúsculo. Retoma el pulso y nos entrega un final a la altura: lleno de acción, dramatismo y efectos especiales. Lo que todos esperábamos.

En cuanto a los actores, yo destacaría el carisma de Michael Fassbender (Centurión, Malditos bastardos) que es un digno portador del casco de Magneto, no es fácil resultar convincente en un personaje así. James McAvoy está también correcto y creíble como Charles Xavier a pesar de su carita de niño bueno. El que más me ha gustado ha sido el casi olvidado Kevin Bacon en un papel tan excesivo como divertido casi en la línea de los villanos clásicos de 007. Jennifer Lawrence (Winter's bone) demuestra que es algo más que una cara guapa, encarnando a una Mística llena de matices, miedos y dudas. De January Jones (Sin identidad) sólo puedo decir que es un florero precioso con unas piernas interminables. También son muy guapas Zoe Kravitz y Rose Byrne pero aquí no demuestran nada más, otra vez será.


Sin ser una maravilla, entretiene y es la peli de mutantes que más he disfrutado.

5,5


martes, 7 de junio de 2011

2001: UNA ODISEA DEL ESPACIO


Ya sé se ha escrito mucho sobre esta obra maestra de la ciencia ficción de 1968 pero nunca está de más volver sobre ella. 2001 es una película tan pretenciosa que sólo podía haber salido de la obsesiva mente de Stanley Kubrick. O la amas o la odias, no hay término medio.

 El reputado director Stanley Kubrick y el no menos reputado escritor de ciencia ficción Arthur C. Clarke aunaron esfuerzos durante varios años en el guión del film. Para ello partieron del relato de este último llamado El centinela. Kubrick obligó a realizar constantes modificaciones en el guión que iba elaborando el escritor. Parece ser que Kubrick creía firmemente en la existencia de extraterrestres y veía como probable que un contacto con estos seres fuera inmediato. Tenía realmente un miedo atroz a que tal hecho ocurriera antes del estreno del film, dejando obsoleto su ansiado proyecto.

 No podemos considerar a 2001 una adaptación literaria ya que novela y película se gestaron al mismo tiempo. Kubrick obtuvo finalmente su película y Clarke obtuvo su propia novela. La premisa sobre la que se basan la novela y el film no puede ser más ambiciosa: la evolución del ser humano se ha ido produciendo a instancias de una inteligencia superior y extraterrestre. Un argumento fascinante. Tal inteligencia superior se nos muestra como unos seres sin cuerpo físico para los que el tiempo y el espacio no tienen sentido, son inteligencia pura y poseen una tecnología mucho más avanzada de lo que nosotros podemos imaginar. Muchos pueden ver a Dios en esa inteligencia extraterrestre.
Stanley Kubrick y Arthur C. Clarke, los padres de 2001
Obviamente, en el libro que Clarke publicó tras el estreno del film algunas cosas están mejor concretadas y quedan más evidentes mientras que Kubrick sólo las apunta y deja más espacio para la imaginación del espectador. Por ejemplo, en el libro se narra explícitamente cómo los homínidos son estudiados y evaluados por dicha inteligencia extraterrestre. Los experimentos a los que se somete a los homínidos dan como resultado la evolución humana. Así pues, en el libro la evolución se produce por la modificación que esa inteligencia produce en los homínidos. Gracias a dicha evolución los homínidos aprenden a usar los instrumentos con sus manos. Los dientes ya no serán los únicos medios para desgarrar alimentos. Usarán mandíbulas y cuernos de animales, sus dientes se harán menos prominentes y, con los milenios, permitirán la diversificación de sonidos imprescindible para el desarrollo del habla y la comunicación.

Pero el uso de utensilios creará algo más, éstos serán usados como armas que darán la hegemonía a los que las posean frente al resto de la comunidad, creándose una estructura social basada en la fuerza (y vigente hasta día de hoy). En toda manada de mamíferos hay un líder pero este paso evolutivo les permitirá crear una sociedad tal y como la conocemos actualmente. Habrá un rey que gobernará a todos los demás, un rey sustentado en el poder de las armas. Del hueso a las naves espaciales, realmente la sociedad humana no parece haber variado tanto en estos miles de años de evolución.

Todo este proceso evolutivo es plasmado por Kubrick en la famosa escena del mono golpeando con un hueso, dando al film un aire mucho más metafísico que la novela. Es como si la sola presencia del monolito hiciera avanzar a la especie. El famoso monolito está ahí pero no estudia ni modifica de forma explícita a los primates, sólo parece observar. Quien vea la escena, probablemente no entienda la importancia del hecho de que el hombre aprendiera a usar utensilios. Algunos espectadores sólo verán a un mono gritando.



Los monolitos dejados por la inteligencia superior tienen un significado. Son los hitos que debe recorrer la raza humana hasta llegar a ponerse en contacto con esa inteligencia. Son pasos que el ser humano debe recorrer en su desarrollo científico hasta llegar a un nivel en el que el contacto sea posible. El segundo monolito está enterrado en la luna y el tercero está en un satélite de Saturno. Sólo cuando el ser humano sea capaz de llegar hasta allí, estará preparado para emprender el viaje definitivo. Un viaje no sólo en el espacio sino también en el interior, una evolución más allá de lo físico. El largo proceso desde el primer uso de las herramientas hasta la llegada a Saturno en naves espaciales va a durar miles de años. La inteligencia exterior no tiene prisa, para ella no tienen sentido el tiempo ni el espacio. ¿Puede llegar un momento en el el desarrollo científico nos permita prescindir de nuestros cuerpos humanos?

 Mi personaje favorito es el superordenador HAL 9000, el encargado de gobernar la nave espacial, el único que sabe hacia dónde se dirige y cuál es la misión. Aunque no está interpretado por ningún actor (excepto la voz, claro) podemos entender perfectamente las motivaciones de HAL. El ordenador acaba comprendiendo que el viaje que ha iniciado pondrá en contacto a los humanos con esa inteligencia superior, generando una fase de conocimiento en la que probablemente los ordenadores ya no serán necesarios. Se podría pensar que HAL se siente amenazado y decide sabotear el viaje. Acabará con los astronautas invernados e intentará lo mismo con los astronautas despiertos.


Una de las escenas que más me impactaron la primera vez que la vi es la de la desconexión de HAL por parte del astronauta David Bowman (interpretado por el actor Keir Dullea). HAL sabe que su vida corre peligro (quiere vivir) y decide mostrarse lo más humano posible, le canta a Bowman su agónica versión del tema Daisy Bell (Daisy, Daisy) mientras éste va desconectado su cerebro. La memoria y el resto de funciones mentales de HAL se van apagando lentamente mientras intenta continuar la canción. La agónica voz del ordenador se funde con la respiración del astronauta en una claustrofóbica escena. Toda una metáfora del desarrollo humano: para avanzar hay que eliminar lo obsoleto y seguir el camino, cueste lo que cueste. Si HAL es capaz de suplicar por su vida, si tiene deseos de vivir, puede ser que la sensación de estar vivo y de querer vivir puedan ser provocada artificialmente. Puede que los sentimientos y los pensamientos sean sólo una ilusión del cerebro, humano o no.

En los libros posteriores de Clarke, 2010, se explica que HAL actuó contra la tripulación debido a un fallo de funcionamiento pero yo prefiero creer que es consciente del destino del viaje: encontrarse con esa inteligencia superior. HAL sabe que ya no va a ser necesario, su lógica y su capacidad de procesar datos van a ser ampliamente superadas por el ser humano en este artificial paso evolutivo.
Respecto a la inteligencia artificial y la programación de las mentes artificiales, Isaac Asimov realizó un libro genial: Yo, Robot (nada que ver con la patética película protagonizada por Will Smith), que merece un análisis en profundidad.


Kubrick se la jugó literalmente confeccionando un film con muy poco diálogo y eternos minutos de naves flotando por el espacio, para que todo ello fuera posible había que buscar la música perfecta para cada momento, algo que un perfeccionista como Kubrick no podía pasar por alto. El inteligente uso de la música de Richard Strauss para la escena inicial hizo mundialmente célebre su Así habló Zaratustra. Las escenas de naves espaciales con música de vals(recordemos que en el vacío no se propaga el sonido) fueron toda una revolución. Por otro lado, el innovador uso (sin consentimiento) de la desquiciante música del compositor rumano György Ligeti en la escena final contribuyó a crear la escena más alucinante de la historia. Se dice que dicha escena refleja fielmente los viajes ácidos producidos por el LSD. No puedo confirmarlo.



Técnicamente la película es asombrosa, todavía hoy fascinan los efectos especiales de Douglas Trumbull. Es cierto que Clarke y Kubrick fallaron en sus predicciones sobre el año 2001: aún hoy no son posibles esos viajes especiales ni hemos entrado en contacto con inteligencias superiores.
Por todo lo citado anteriormente, 2001 es un film que requiere de una visión diferente. No basta con quedarse con lo que muestra, es necesario ver más allá. Por eso 2001 no es sólo una película, es mucho más. 2001 es un largo viaje (odisea) hacia los misterios del ser humano: su origen y su futuro.


La estela de 2001:
El personaje de HAL está copiado (u homenajeado) en films como Alien, La conspiración del pánico , Wall-e o Moon. En todos ellos hay un super ordenador (más o menos parecido a HAL) que controla el destino de los humanos. Igualmente, la imagen del programa Gran Hermano (que sacó el nombre del libro 1984 de Orwell) es una cámara de color rojo que recuerda bastante a HAL.


domingo, 5 de junio de 2011

Concierto de Fangoria en Zaragoza, Sala Multiusos, 04-06-2011

Hay que reconocerle a Olvido Gara (más conocida como Alaska) el inmenso mérito que tiene. Sin tener una buena voz ni una gran formación musical, Alaska lleva más de treinta años en el candelero.


Ya fuera con Kaka deluxe, Alaska y los pegamoides, Alaska y Dinarama o Fangoria y siempre secundada por el desaparecido Carlos Berlanga o el fiel escudero Nacho Canut, Alaska siempre ha estado ahí.
No olvidemos que Alaska ya salía en la película de Almodóvar Pepi, Luci, boom y otras chicas del montón de 1980, con tan sólo 17 añitos. No sólo fue musa de la movida, también nos culturizó a muchos niños nacidos en los setenta gracias a aquel programa tan subversivo y educativo como era La bola de cristal. Porque subversión y educación pueden (y deben) ir de la mano.

Como buena fan de Bowie, ha mutado de piel innumerables veces sin dejar de ser ella misma y entregando casi siempre productos más que dignos. Sólo Alaska ha sido capaz de pasar de musa del punk a diva del movimiento gay o a protagonizar con su marido Mario Vaquerizo un reality en MTV.
El concierto de Fangoria que pudimos ver el pasado sábado 4 de Junio en la sala multiusos de Zaragoza corresponde a su última reencarnación: De la astracanada al vodevil. Una revisión de sus éxitos de siempre con arreglos de música de baile actual. La puesta en escena de la gira se basa en la revista española: hay plumas, vedettes, escaleras, cambios de vestuario, strip-teases y bailarines. Sólo faltaba Lina Morgan.

La verdad es que la nueva textura dance hace que a veces se pierdan ciertos matices de las canciones originales y que el rollo revista podría haber estado mejor explotado, o haberle echado algo más de imaginación al asunto. Alaska sigue necesitando de una segunda voz (masculina) en directo y Nacho Canut opta por un discreto segundo plano (parece un participante de un concurso de imitadores de Chris Lowe de Pet Shop Boys, otra de sus influencias).
El strip-tease de Susana Reche con un remix de The beautiful people de Marilyn Manson no viene mucho a cuento pero sirve para animar al público masculino no homosexual, que algunos estábamos por allí. Por cierto, la chica de la guitarra era también muy mona pero tocaba más bien poco. Cosas de los conciertos de música enlatada.

El show no fue perfecto pero funciona y divierte si hay buenas canciones. Clásicos como A quien le importa, El rey del glam, Perlas ensangrentadas, Mi novio es un zombie, La funcionaria asesina, No sé qué me das o Electricistas siguen siendo tan efectivos como en su día (a pesar del rebozo techno) y nos hicieron pasar un muy buen rato.

Al final sonó el mítico Gracias por venir. De nada, a vosotros por seguir en el candelero.


p.d.: Tras el concierto pude hacerme una foto con Alaska. No es que yo sea un fan friki ni nada de eso, es que me hacía ilusión desde 1984.

sábado, 4 de junio de 2011

Naves misteriosas (Silent running,1972)

Yo vi esta película con unos 10 años y me fascinó casi tanto como El fantasma del paraíso. Lo que más me impresionó de Naves misteriosas era la terrible sensación de soledad que desprendía, la idea de vagar por el inmenso espacio exterior en soledad me pareció muy perturbadora.


En la década de los 50 la ciencia ficción estuvo dominada por los doctores locos y los marcianos con malas pulgas. Era normalmente una serie B entretenida que sólo pretendía ser un buen divertimento para la población más joven y, de paso, criticar al régimen comunista del otro lado del telón de acero. Nos llegaron un buen puñado de grandes películas como La invasión de los ultracuerpos, Ultimatum a la tierra o La cosa de otro mundo (por citar sólo tres).

Pero la cosa cambió en los años 60 y 70, el cine de ciencia ficción se hizo más maduro y pesimista, supongo que el mundo también maduró mucho en esas agitadas décadas. Películas como El planeta de los simios, El último hombre vivo, Soylent green, 2001 o Naves misteriosas podrían ser un ejemplo de esta ciencia ficción pesimista. Sólo al final de los años 70 George Lucas volvió a poner de moda una ciencia ficción destinada únicamente al entretenimiento.

Naves misteriosas es un curioso film dirigido por el experto en efectos especiales Douglas Trumbull (2001, Blade runner). La trama no puede ser más paradójica, la vida en la tierra se ha hecho casi insoportable: No hay problemas de hambre ni de desempleo, pero la temperatura es uniforme en todo el planeta (36º) y ya no quedan bosques. Se ha sacrificado la naturaleza a favor del desarrollo. Los humanos se alimentan de comida sintética y se han diseminado en colonias por el espacio. Por el espacio viajan unas enormes cúpulas en las que están encerrados los últimos bosques. Al cargo de este último vestigio de vida vegetal está un científico ecologista y tres compañeros más. Cuando llegan órdenes de destruir las cúpulas con la vida vegetal se desencadenará una profunda crisis interna en nuestro protagonista.
El viaje espacial se nos presenta como un viaje sin futuro, una huida hacia delante que no puede acabar bien. El protagonista se verá acompañado en su aventura por tres robots (bastante cochambrosos) a los que irá dotando de personalidad y habilidades a base de modificar su programación. Pero está solo. Nadie comparte su sueño de salvar la vida vegetal ni nadie comprenderá su aventura. Está solo, completamente solo en el vacío del espacio exterior a cargo de una misión sin sentido. La infinita soledad del espacio nunca me ha parecido tan fría ni desoladora.

La he vuelto a ver recientemente y no me ha impresionado tanto, hay que reconocerlo, pero aún es una película interesante. Naves misteriosas es un film de desarrollo lento, pausado podríamos decir. Que puede irritar a los espectadores más jóvenes acostumbrados a montajes acelerados tipo Michael basura Bay. Pero es un film muy interesante y recomendable totalmente. Un film con múltiples lecturas que no ha envejecido tan mal como podría esperarse, ya tiene casi 40 años y sus efectos especiales no chirrían demasiado, no olvidemos que Trumbull era todo un genio en ello. Pero tampoco su mensaje ecologista ha dejado de tener validez.
Dicho mensaje ecologista me ha parecido quizás demasiado obvio debido a las canciones de Joan Baez (a veces un tanto forzadas). Lo que más me ha gustado ahora ha sido el inestable personaje de Bruce Dern. Dicho personaje parece algo desequilibrado desde el principio y tiene tendencia a encolerizarse cuando alguien le lleva la contraria. Es un inadaptado entre sus compañeros, se siente mucho más a gusto en la naturaleza que entre humanos, incluso en algunas escenas parece un monje franciscano con hábito y todo. Es un ecologista en un deshumanizado universo que ha erradicado todo lo natural. Un loco en un futuro no muy lejano.


Recemos para que nunca hagan un remake.

8


miércoles, 1 de junio de 2011

En tiempo de brujas (Season of the witch)


Nicolas Cage sigue empeñado en echar por la borda su carrera y convertirse en una triste parodia de aquel buen actor que fue un día ya muy lejano. Ahora se nos mete en cualquier subproducto palomitero que le ofrecen, siempre que paguen bien. ¿Es cierto que este tipo ganó un Oscar? Seguro que ya lo ha empeñado.


En tiempo de brujas es un bodrio de mucho cuidado. Así de claro. Una peli totalmente fallida y sin gracia ninguna. Parece una película hecha a base de coger cosas de otras y pegarlas con un pegamento inconsistente. La primera hora es una tontería con demasiadas licencias históricas y demasiadas patadas al sentido común (no me creo que en el siglo XIV pudiera uno vacilarle a un inquisidor y salir de rositas). Ni aterra, ni intriga, ni entretiene. Pero cuando la peli llega a su final es cuando la cosa se desmadra de forma pavorosa. Un final chapucero y facilón con un demonio alado, exorcismos, monjes zombies y unos efectos especiales propios de una serie B de los años 80.

Una pena, el conjunto tiene un apartado visual y un maquillaje bastante logrados pero el guión es de risa. Tampoco la dirección de Dominic Sena ayuda mucho a levantar la trama: las escenas están mal resueltas (como la del puente), y las escenas de acción parecen rodadas por el peor Ridley Scott. No olvidemos que Dominic Sena es el responsable de títulos tan impersonales y fallidos como Operación swordfish ó 60 segundos. Mejor que se dedique a tejer calcetines y nos deje en paz.

También Nicolas Cage debería dedicarse a otra cosa, esta vez se ha caracterizado como si fuera un imitador de Tim Burton y hace el ridículo más de lo habitual. Se nota que no se cree el personaje en ningún momento. Su interpretación es simplemente lamentable y anacrónica, por momentos parece que se va a sacar un pitillo y pedir un whisky. Este tipo interpreta igual a un cruzado del siglo XIV que a un motorista fantasma o un traficante de armas. Sólo cambia la peluca que le ponen.

No nos equivoquemos, aunque aparecezca Ron Perlman en una peli sobre la edad media e incluso hay monasterios y monjes, esta peli no es El nombre de la rosa, ni mucho menos. También tiene una breve pero importante aparición el mítico Christopher Lee, lo mejor de la peli.

A la hoguera con ella.

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