El otro día me quedé sobrecogido al ver el documental que emitían en Documentos tv: El imperio de los sinsexo. Uno siempre había tenido a Japón como un país modélico en muchos sentidos, pero mi insana afición a los documentales ha hecho que se me caiga un mito.
El documental en cuestión se centraba en la (escasa) vida sexual de los japoneses. Parece ser que un alto porcentaje de la población del país del sol naciente practica la abstinencia sexual. incluso el 70% de las parejas de más de 40 años no practican nunca sexo. Les parece algo aburrido y molesto. Así pues, la relaciones sexuales están en claro declive pero la pornografía y los juguetes sexuales se venden más que nunca. La industria del sexo es una industria en alza que supone el 1% del PIB. Algo difícil de entender desde esta parte del mundo.
En el documental salen señores incapaces de comunicarse con su esposa que antes de volver a casa del trabajo se meten en bares para jugar a un inocente juego de seducción con las camareras. Sólo es una ilusión de seducción y atracción, nada real. También aparece un tipo que se había comprado un Lamborghini pensando que así ligaría, pero ni por esas. El tipo acaba acudiendo a "cafés de gatos", salones los que puedes acariciar gatos y darles de comer, tal es la necesidad de mostrar afecto.
Para muchos jóvenes japoneses la pareja y la familia les parecen cosas del pasado. Es muy cansado preocuparse por el placer y el bienestar de los demás. Mejor preocuparse de uno mismo. Puede parecer un punto de vista egoísta (lo es) y hedonista pero no se les veía en absoluto felices. Un sentimiento de terrible soledad parecía apoderarse de las personas que aparecían en el documental.
Más que un problema sexual, yo creo que es un problema de incomunicación. No olvidemos que en Japón hay un millón de adolescentes (los llamados hikikomori) que no salen nunca de su cuarto, en él tienen todo lo que puedan desear: juegos de ordenador, conexión a internet y la seguridad que proporciona un contacto virtual con el exterior. De eso se trata. De no exponerse nunca al ridículo ni a la burla, a la humillación pública. Algo que quedó patente ayer en el joven herbívoro (o que voluntariamente no practica sexo) que reconoce que hace cinco años que acude solo a un karaoke, así nadie le dice que canta mal. Probablemente, tampoco tenga amigos. A mí recordó al film La red social.
La pregunta final del documental me dejó helado: ¿Son tan raros los japoneses o simplemente son unos adelantados?
Pincha aquí para ver el documental.