jueves, 30 de octubre de 2014

El pequeño Nicolás o El muy español arte del engaño


Hay que ver cómo vienen pisando fuerte las nuevas generaciones en cuestión de corrupción. El joven Nicolás es la sublimación del pícaro español. Algo tan nuestro como el pícaro que ya aparecía en la literatura de nuestro Siglo de oro en El lazarillo de Tormes o El buscón de Quevedo sigue perfectamente vivo en este país de canallas.

El joven Nicolás no es mas que el enésimo ejemplo de sinvergüenza patrio, un mentiroso compulsivo que se lucra gracias a la credulidad de los demás. Puede que a muchos les sorprenda el acceso a lugares privilegiados (valga como ejemplo la recepción del rey Felipe VI) que este joven ha tenido. Sin embargo, vagos, trepas y caraduras hay en este país hasta debajo de las piedras (y no digamos rondando a los partidos políticos).
Nicolás es hijo de la cultura del pelotazo y la especulación urbanística. Con esa pinta de joven militante del PP consiguió engañar a buena parte de las instituciones del estado. Obviamente el muchacho se arrimó al partido en el poder. Que tonto no es, todo lo contrario. Su aventura pone de manifiesto la flaqueza de este sistema basado en el amiguismo y el compadreo. Mala cosa cuando un caradura consigue darle la mano al rey (cosa que no debe ser tan infrecuente, visto lo visto) y hacerse pasar por un gerifalte del estado. Algo huele mal cuando un farsante llega tan lejos sin que nadie le pare los pies, imposible pensar que lo ha hecho él solito por mucha labia que tenga, a Nicolás alguien le daba los pases VIP. Ahora toca mirar para otro lado y escurrir el bulto. Otra tradición típicamente española. No es de extrañar que algunos quieran independizarse de un país que hace aguas bajo el peso de tanta corruptela.
No nos engañemos, lamentablemente, las sedes de los partidos políticos están repletas de trepas, pelotas dispuestos a decirle al rey que va vestido con bellos ropajes aunque vaya desnudo. Todo en busca de un puesto desde el que trincar.Probablemente, de no haber sido detenido, el pícaro Nicolás habría llegado a concejal, diputado o, quien sabe, ministro. Todo es posible en un país en el que se premia el peloteo frente a la inteligencia o el esfuerzo. Así nos va. 
He de reconocer que soy fan de las andanzas de este muchacho, a pesar de moverse en un mundo que me atrae más bien poco (PP, Faes, Monarquía, Real Madrid, cacerías y pijerío vario) su descaro me parece digno de elogio. Como si del protagonista del film La vida de nadie se tratara, Nicolás parece haber elaborado un estilo de vida basado en una mentira sin fin. Ole tus huevos.

Ahora va a ser famosa hasta su novia (a saber qué mentiras le contaría a ella), a la que llaman por algún motivo que desconozco La pechotes. Puede que la chica no tenga ninguna culpa ni despierte en  los medios ningún interés más allá de su currículum amoroso y su físico pero no olvidemos que una ex concejal socialista ha hecho el agosto recientemente gracias a un vídeo privado. Ánimo Pechotes, sólo tienes que vender tu historia por los programas de tele basura, salir en algún reality (no te veo en Memos, palurdas y viceversa, la verdad) o en la portada del Interviú. Ala, y a vivir del cuento, que son dos días.

País de gilipollas. 

martes, 28 de octubre de 2014

Perdida (Lost girl)


 Ya no procede considerar a David Fincher como una joven promesa ni como el niño rebelde del cine comercial. El tipo ya pasa de los 50 y tiene las suficientes grandes películas como para ser tenido en cuenta. Su cine ha madurado a la par que sus ganas de provocar se han amansado. Ya no hay en su cine ritmos endiablados ni finales de infarto como el de Seven o El club de la lucha. Fincher ha encontrado un camino propio para dar rienda suelta a sus oscuras historias. Su cine es menos efectista que en sus orígenes pero no ha perdido ese toque oscuro.

En films como Zodiac, La red social o Perdida nos encontramos ante un Fincher maduro, consciente de su capacidad como narrador. En Perdida vemos a unos personajes atrapados en una sociedad que los aboca a comportamientos no deseados. La sociedad impone sus estereotipos y los personajes no pueden escapar de ellos. Un mensaje bastante transgresor dentro del cine comercial actual que Fincher plasma de forma muy sutil, casi imperceptible. Bajo una capa de normalidad subyace el infierno de las relaciones interpersonales y maritales. Como un Hitchcock de lo cotidiano, Fincher bucea en esta historia de una esposa desaparecida. Será esta desaparición la que sacará a flote las miserias del matrimonio protagonista. El morbo estará servido cuando la pareja ideal resulte no haberlo sido nunca. Fincher dirige con mano maestra la historia, dando tiempo a los personajes y dejando que trama se desarrolle por si misma, sin prisa pero sin pausa el film va avanzando por territorios cada vez mas incómodos para el espectador.


 Perdida es un cine reposado, cuya trama avanza lentamente sembrando su camino de incertidumbre. No es un thriller al uso ni un telefilm a pesar de abordar un tema propio de este subgénero. Fincher da su visión de la relación de pareja al más puro estilo Hitchcock, erigiéndose como su mejor sucesor. En vez de finales de infarto, Fincher opta por algo mucho más mundano y aterrador. Una jugada arriesgada que considero es todo un acierto aunque entiendo que a muchos les resulte decepcionante.
Por cierto, la música de Trent Reznor y Atticus Ross (colaboradores ya habituales de Fincher tras La red social y Los hombres que no amaban a las mujeres) sirve de complemento perfecto para mostrar toda la turbiedad que se encierra tras las imágenes.

 Quizás el único problema del film sea una excesiva duración, a mí sus 144 minutos me parecieron excesivos, no me aburrí pero sí que encontré algún bajón en el ritmo. Nada grave pero creo que a esta historia le sobran minutos. Tampoco ayuda un Ben Affleck que no da la talla ni consigue que dudemos de su personaje de afligido marido por la desaparición de la esposa. La ambigüedad del personaje de Affleck es una pieza clave del film y no está bien conseguida, restando enteros al conjunto. Una vez más reitero mi petición de que Ben Affleck se reitre de la actuación y se dedique a dirigir.
 El personaje de la esposa desaparecida ha recaído en la guapa Rosamund Pike (que fue chica Bond en la horrorosa Muere otro día), quien sorprende muy gratamente con su interpretación. Ella sí consigue transmitir toda la ambigüedad y carga emocional de su personaje. Hay algún momento en el que se come literalmente la pantalla.


 Una buena película.

lunes, 27 de octubre de 2014

Sacrificio (Offret,1986)


 En 1984 Tarkovki se negó a volver a la URSS, estaba harto de la dictadura comunista que ponía constantemente trabas a su arte. Tarkovski creía en la libertad total del artista y la total independencia de éste frente a cualquier factor externo, ya sea el gobierno o el público. Para Tarkovski el cine era un arte tan personal y tan libre como la poesía. No importa si el público se aburre ni si ocurren pocas cosas en pantalla. Ahí radica, en mi opinión, el problema del cine de Tarkovski. Yo entiendo el cine como un arte de entretenimiento, como tal considero que el cine puede emocionarnos y hacernos reflexionar a la par que nos entretiene.

Tras su fuga de la URSS Tarkovski se trasladó a Suecia para rodar el que sería su último film: Sacrificio. Suecia era la tierra de su adorado Ingmar Bergman y allí pudo colaborar con el director de fotografía habitual de Bergman, Sven Nykvist.

 Voy a ser muy claro desde el principio: Sacrificio es una película aburrida hasta decir basta. Un compendio de escenas interminables que no llevan a ningún sitio. Será culpa mía que soy un inculto o un insensible pero este film me pareció una completa pérdida de tiempo. Si ya en películas anteriores como Stalker, el ruso ponía peligrosamente a prueba la paciencia del espectador, en Sacrificio es imposible no sucumbir al aburrimiento.
Sus 144 minutos me parecieron 144 lustros. Los eternos títulos de crédito, con música de Bach sobre el cuadro ‘La adoración de los reyes magos’, de Leonardo da Vinci, nos avisan que el ritmo del film va a ser pausado, muy pausado. Luego viene un plano secuencia de 9 minutos que puede acabar con la paciencia del espectador más experimentado en tochos cinéfilos. No creáis que la cosa mejora en ningún momento.

¿De qué va el film? Tarkovski nos muestra el drama de un hombre que afronta su propia destrucción y desesperado intentará cualquier cosa, por inverosímil que parezca, para salvar el mundo. Ante la inminente destrucción de la raza humana a causa de una guerra nuclear, sólo existe una posibilidad de salvación: nuestro protagonista debe acostarse con una criada, sólo ese acto puede evitar el holocausto nuclear inminente. La lógica nos dice que por mucho que riegues un árbol seco, éste nunca volverá a la vida. Sin embargo, Sacrificio nos habla de la fe en lo imposible. Para Tarkovski el ser humano es, o debería ser, algo mas que carne y huesos.


 Como viene siendo habitual el bueno de Tarkovski parte de una premisa más que interesante abierta a múltiples interpretaciones. Sin embargo, todo el lirismo y la poesía de su historia se convierten en una pesada losa conforme avanzan los minutos y el espectador empieza a darse cuenta que toda la cháchara de los personajes no lleva a ningún sitio.  Los pedantes personajes hablan constantemente en diálogos y soliloquios tan transcendentales que acaban por resultar vacíos y presuntuosos. Tampoco la poesía visual del film es suficiente para espantar al tedio. Por muy bella que sea la fotografía y todo el trabajo de ambientación y dirección artística, si la historia no se sostiene por sí sola, el film acaba naufragando.

 El problema es que no ocurre nada especialmente destacable en el film. No pasa nada. Los personajes hablan y divagan sobre lo humano y lo divino en chácharas insoportables que no llevan a ninguna parte. En su intento de retratar el alma humana a base de poesía, Tarkovski se sumerge en su propio mundo, un mundo hermético e insufrible para quien escribe estas líneas.
 Puede que Tarkovki fuera consciente que le quedaban pocos años de vida y decidió hacer un testamento en forma de película y dedicársela a su hijo. Puede que sus intenciones fueran buenas, parece innegable, pero se puede hablar del amor a los hijos y de la incertidumbre del mundo que les legamos de forma mucho más amena y directa. Vale que Tarkovski fue siempre un autor fiel a las constantes de su cine, pero pensar un poco en el espectador nunca le ha hecho mal a nadie.

 Por muy bellas que fueran las imágenes y por muy llenas de significado que éstas estuvieran, no conecté con el film en ningún momento. Reconozco que estuve tentado más de una vez en parar la reproducción de este indigesto ladrillo. Conseguí vencer a mis instintos y aguanté (no sin esfuerzo) como un campeón hasta el final.  Un final tan abierto y absurdo que no merece la pena. Entonces entendí el título del film, el sacrificio es el que tienen que hacer los espectadores que vean este tostón hasta el final. 

Para los fans de Tarkovski y su tediosa forma de entender el cine. Que les aproveche.

miércoles, 22 de octubre de 2014

Gnarls Barkley: Who's Gonna Save My Soul

 Viendo un episodio de Breaking bad me he encontrado con este temazo del dúo Gnarls Barkley. No es su canción más famosa, dicho honor le corresponde a Crazy, pero creo que bien vale la pena una escucha.

viernes, 10 de octubre de 2014

Recordando La Primera Guerra Mundial


Lo que me parece más terrible de la Primera Guerra Mundial es que se podía haber evitado. Hubiera bastado un poco menos de ambición imperialista y espíritu bélico para evitar la mayor carnicería de la historia hasta ese momento.

 Hagamos un esfuerzo por entender una parte fundamental de la Historia:

 A principios del siglo XX Europa se encontraba sumida en lo que se llama la Paz Armada: Europa estaba divida en dos bloques que no habían entrado aún en conflicto pero para el que se estaban destinando ingentes cantidades de dinero en armamento. Se habían establecido unas coaliciones de naciones frente a ataques externos. Por un lado estaba la Triple Alianza formada por los imperios centrales: Alemania, el imperio Astro-húngaro e Italia. Por otro lado estaba la Triple Entente, formada por Francia, Rusia y Gran Bretaña. 

 El asesinato en Sarajevo (Bosnia) del sucesor al trono del imperio Astro-húngaro el archiduque Francisco Fernando y su esposa por Gavrilo Princip (del grupo terrorista La mano negra) el 28 de Junio de 1914 sirvió de excusa para que las ansias expansionistas de los imperios europeos se pusieran en marcha.
 El imperio otomano se estaba debilitando y desintegrando poco a poco. No olvidemos que los turcos habían llegado siglos a tras a sitiar la ciudad de Viena. En los años previos a 1914 se habían independizado del imperio turco países de los Balcanes como Bosnia y Serbia. De hecho, Bosnia había sido anexionada por el imperio Astro–húngaro y todo parecía indicar que Serbia correría la misma suerte ya que Austria buscaba una salida al mar negro a través de Serbia y Bulgaria. Ese hecho chocaba frontalmente con los intereses del imperio ruso. El zar Nicolás segundo (quien mantenía a su pueblo sumido en un retraso medieval) no estaba dispuesto a permitir que Austria tuviera salida al mar negro. Rusia alardeaba de poder movilizar a 6 millones de soldados, el ejército más numeroso del mundo.
Europa en 1914.
  El poderoso imperio astro-húngaro impuso unas duras condiciones a Serbia que incluían ceder parte de su soberanía para que fuera Viena quien buscara y juzgara a los culpables del atentado. El acercamiento de las tropas rusas a la frontera fue la excusa que el recientemente creado imperio alemán esperaba para declarar la guerra a Rusia. En la guerra todos quisieron ver la manera de expandir sus territorios y establecer su hegemonía en Europa y las colonias.

 Las conversaciones diplomáticas no surgieron efecto y la guerra se hizo inevitable. Francia, aliada de Rusia, también entró en la guerra y fue atacada por Alemania al igual que lo sería Bélgica. Todo ello provocó la entrada en la contienda de Gran Bretaña a favor de sus aliados. Los imperios centroeuropeos de Alemania y Austria estaban rodeados estableciéndose dos frentes.  Las potencias coloniales extendieron el conflicto a sus colonias en África con la intención de debilitar las fuerzas del enemigo diversificando los frentes.
 Lo que se pensó que sería un conflicto breve se acabó alargando 4 años. Sin embargo los avances armamentísticos (ametralladoras, fuego de artillería) contribuyeron a la caballería ya no fuera de utilidad para romper la líneas enemigas. Los frentes se estancaron dando paso a una guerra de trincheras. Los campos de batalla dejaron paso a embarradas trincheras en las que el frío, los piojos y los gases tóxicos hacían estragos entre los soldados. Entre las líneas de cada bando se establecía una tierra de nadie, un peligroso territorio (habitualmente minado y/o gaseado) que había que cruzar lo antes posible hasta llegar a las líneas enemigas.
 Rusia demostró que estaba bastante retrasada en cuanto a comunicaciones e infraestructuras, sus 6 millones de soldados tardaban demasiado en llegar al frente y estaban equipados muy deficientemente. El imperio Otomano tomó partido por la Triple Alianza esperando recuperar su antiguo esplendor, igualmente Bulgaría se posicionó a favor de Alemania. Las fuerzas estuvieron bastante igualadas hasta casi el final de la guerra, siendo ésta una guerra de desgaste más que de triunfantes batallas.
Tras la revolución rusa de 1917, el gobierno de los soviéticos hizo un tratado de paz con Alemania, mediante el cual Rusia se retiraba de la lucha. Por su parte Italia, miembro de la Triple Alianza, cambió de bando en 1915 y entró en la contienda a favor de los aliados. Este hecho provocó que al finalizar la guerra sus aspiraciones territoriales no fueran satisfechas, lo que originó un fuerte rechazo entre la población.
 La entrada en la guerra de Los Estados Unidos en 1917 acabó por nivelar la balanza del lado de La Triple Entente. El presidente norteamericano Woodrow Wilson había mantenido a su país al margen de la guerra a pesar de los continuados ataques a buques norteamericanos por parte de submarinos alemanes en su búsqueda de aislar a Gran Bretaña. De hecho, su reeleción se produjo bajo el slogan de que Woodrow había mantenido a su país fuera de la contienda. Sin embargo, el hecho que hizo abandonar la neutralidad de los norteamericanos fue la difusión de un telegrama  del Secretario de Asuntos exteriores alemán, Arthur Zimmermann. En el telegrama, descifrado por los británicos, Zimmermann prometía a México la devolución de los territorios de Texas, Arizona y Nuevo México a cambio de entrar en la guerra atacando a Estados Unidos. México declinó la oferta, pero la difusión del telegrama hizo cambiar a la opinión pública norteamericana a favor de entrar en la guerra. El presidente Wilson ya tenía de su parte a la opinión pública.
Tropas rusas en una trinchera, nada de cascos de metal o máscaras anti gas.
 Lamentablemente, el armisticio de 1918 y los sucesivos tratados cargaron las tintas contra Alemania (se le retiraron las colonias, se limitó su ejército a su mínima expresión, se le hizo única responsable de la guerra) y le condenaron a pagar una desorbitada cantidad en indemnizaciones como responsable única del conflicto. Todo ello originó un fuerte descontento entre la población alemana que en las décadas posteriores fue hábilmente encauzado por Adolf Hitler y su partido nazi. Por cierto, Hitler participó como soldado en la Primera Guerra Mundial llegando a cabo y ganando una cruz de hierro.

Adolf Hitler, primero por la izquierda, durante la Primera Guerra Mundial
 La guerra supuso el final de los imperios Alemán, Astro-húngaro y Otomano También hubo otras consecuencia del armisticio dentro y fuera de Europa, se movieron fronteras y se crearon países nuevos como la ya extinta Yugoslavia. A pesar de lo prometido por los británicos, no se creó un estado árabe tras el desmantelamiento del imperio Otomano. Lo que provocó una profunda desilusión en el mundo árabe y en su mayo valedor en Occidente: Lawrence de Arabia.

 Como podemos observar, las consecuencias de esta guerra que empezó hace 100 años siguen siendo visibles hoy en día. El avispero de los Balcanes y las ansias expansionistas de las grandes potencias como Rusia siguen tristemente de actualidad. Esperemos que algo hayamos aprendido en este siglo (algunos desde luego no lo han hecho) y no volvamos a repetir los errores del pasado.

 Ni siquiera Gavrilo Princip podría imaginarse las consecuencias de su atentado. Princip murió en prisión en Abril de 1918, apenas 6 meses antes del fin de la guerra que él desencadenó y que marcó la historia para siempre.



martes, 7 de octubre de 2014

Contagio (contagion)


 Ahora que estamos en plena psicosis por el primer caso de ébola en Europa (tenía que ser en España) creo que puede ser interesante  volver a revisitar esta película. Algo tan simple y tan habitual como un estornudo o un apretón de manos puede convertirse una amenaza mortal.

El cine de Steven Soderbergh no suele gustarme, me parece que este director tiene buenas intenciones pero es tan pretencioso que no se contenta con entretener al espectador. Steven Soderbergh tiene que demostrar siempre que él está un paso más allá, el problema es que no lo está. Sigo sin entender qué le ve cierta critica, sobretodo la estadounidense, que lo coronaron como la gran promesa con Sexo, mentiras y cintas de vídeo oTraffic (peli que no está mal pero no es nada del otro mundo). Supongo que Soderbergh era el recambio generacional necesario a mitad de los años 90, pero 15 años después este tipo sólo ha demostrado que no es ningún genio (Che, Ocean's eleven, El buen alemán,) pero sí es capaz de aburrirnos de lo lindo con sus pretenciosas películas ( Solaris, The girlfriend experience, The informant).
Ahora nos presenta Contagio y reconozco que me ha gustado. Teniendo muy presente las recientes gripe aviar, la H1N1 o el brote actual de ébola Soderbergh nos presenta una epidemia similar, un virus que puede poner en jaque a la raza humana. Soderbergh se mete de lleno en el cine de contagios y catástrofes e intenta hacer la película definitiva sobre el tema. No lo logra, como viene siendo habitual, pero entrega un film muy bien hecho y entretenido. No va más allá de films como la recomendable La amenaza de Andrómeda (1970) o la olvidable Estallido, pero el enfoque realista y veraz unido a un montaje muy acertado le confieren al film un ritmo ágil que atrapa desde el minuto 1. Con un montaje endiablado asistiremos al desarrollo del contagio y cómo los diferentes organismos internacionales intentar pararlo.


 Soderbergh opta por el tono documental y por no tener un protagonista claro, no hay un héroe en esta historia, evitando así caer en el género de aventuras o en la ciencia ficción. Una vez más, Soderbergh intenta abarcar demasiado mostrando varias historias de afectados, parientes, bloggeros, militares y médicos convirtiendo al film en todo un crisol de los distintos puntos de vista e intereses que una epidemia de este tipo genera. Me pareció especialmente interesante el personaje de Jude Law, quizás inspirado en el caso de Julian Assange y Wikileaks, un bloggero que desconfía por defecto siempre de la versión oficial. La película no muestra nada que no sepamos ya, pero logra conectar con el espectador e intrigarle. En un mundo en crisis el miedo se apoderará de la gente, siendo aún más peligroso que el propio contagio. Ya sabemos que cuando la gente tiene miedo, siempre alguien sale ganando. 

 Pero lo realmente aterrador de este film es que nos muestra lo frágil que es nuestra salud y lo fácilmente que se puede expandir una epidemia de este tipo. El contagio es tan fácil que realmente me entró una sensación de angustia mientras estaba viendo el film. Incluso tuve que levantarme a lavarme las manos. Tal es la sensación de paranoia e hipocondría que generó en mí esta película. Supongo que esa era la intención de Soderbergh.

Los actores están muy bien, algo fundamental si se pretende dar realismo a la trama. Me gustaron mucho Marion Cotillard y Kate Winslet. Me sorprendieron gratamente Matt Damon y Gwyneth Paltrow. Incluso Jude Law da la talla como bloggero de la teoría de la conspiración.

Por una vez, vale la pena contagiarse del cine de Steven Soderbergh. Y no olvidéis lavaros las manos.

6,5

¿Vuelve Twin Peaks?