domingo, 28 de febrero de 2016

La habitación (Room)

No pienso deciros nada de qué va Room pero sí puedo deciros que no veáis el tráiler de esta película y que procuréis saber lo menos posible antes de verla. La promoción del film cuenta demasiado de la trama y puede arruinar su posterior visionado. Room es uno de esos films que se disfrutan más cuanto menos se sepa de ellos ya que tiene la agradable facultad de mantener en tensión y sorprender al espectador. Pero, claro, todo ello se puede ir al traste si el trailer te cuenta casi toda la película. Parece ser que a la gente le gusta saber lo que va a ver y así no se lleva sorpresas. Pobrecitos, no saben lo que se pierden saltando sin red al acercarse a propuestas de las que apenas nada saben. Es cierto que te puedes llevar más de una desagradable sorpresa en forma de ladrillo soviético al estilo Tarkovski, pero también llevarte agradables sorpresas como Room.

Más allá de su atractiva premisa inicial (que no voy a desvelar, que demasiado se está contando ya) Room es todo un ensayo sobre cómo sobrevivir y ser feliz en situaciones extremas que se tienden a eternizar. Así mismo es una extrema muestra de lo que una madre está dispuesta a hacer por un hijo. Es una historia de sacrificio y amor llevados al límite. Room viene a decirnos que siempre se puede sacar algo positivo hasta de la situación más insoportable. Incluso se puede uno llegar a acostumbrar a vivir en el infierno, sobre todo si es lo único que se conoce. La infancia es nuestra verdadera patria y la maleable mente de un niño construye su propia realidad. Room parece decirnos que siempre añoraremos los primeros años de nuestra vida por muy penosos que estos hayan sido.  Pasada la primera hora hay un quiebro, un giro que, lejos de hacernos más digerible la situación, se nos torna pesadilla más que alivio.Todo cambia pero el dolor no desaparece. Este enfoque me agradó bastante, es cierto que film pierde algo de brío y se puede hacer algo lento pero el interés no decae. Me gustó mucho cómo se nos muestra la visión del mundo del niño protagonista, la manera en la que su mente se ha creado un a realidad en base a los hechos que conoce y cómo debe ir adaptando esa realidad a la nueva situación. Por cierto, el hecho de vivir en una sociedad claustrofóbica e irreal me recordó a Canino. No es que el director Lenny Abrahamson sea un genio pero sabe lo que quiere contar y sabe cómo hacerlo. No cede a concesiones para el gran público ni busca la lágrima fácil. El tipo promete.
Y no pienso contaros nada más de la película, sólo deciros que está bien rodada y muy bien interpretada, que me tuvo en tensión durante la primera hora y que en el transcurso de la segunda me hizo tocó la fibra sensible un par de veces.

Room no va a ganar el Oscar a mejor película, pero ya es todo un triunfo que sea candidata. Muy probablemente se quede en la típica película pequeñita que se cuela en los Oscar para que los de Hollywood puedan decir que no son meramente una industria sin alma. Cosa que no hay quien se la crea. La que sí debería ganar el Oscar es la excelente Brie Larson . También el niño Jacob Tremblay está soberbio y su personaje no resulta cargante ni repulsivo. Ambos actores demuestran que a pesar de su juventud son más que capaces de llevar una película sobre sus hombros. Por su parte, los veteranos Joan Allen y William H. Macy aportan su buen hacer al conjunto.

Room es un film honesto, duro y bien hecho. Recomendable.


Spotlight

 
Viendo Spotlight me vino a la mente aquella excelente serie sobre periodistas llamada Lou Grant. Dicha serie tuvo un serio problema cuando con un episodio en el que abordaba el abandono y el desprecio sufrido por los veteranos de Vietnam a cargo de las instituciones y la sociedad en general. El episodio en concreto mostraba cómo a los veteranos se les trataba como parias en su propio país, habían ido a luchar a una guerra que muchos no consideraban justa y encima volvieron como perdedores. Lou Grant no era únicamente una serie sobre periodista sino que la misma serie tenía el espíritu combativo que se supone que debe tener el periodismo. Por cierto, el mismo tema de los veteranos fue tratado en Acorralado (First blood), la primera película sobre Rambo de Stallone, quien pronto se olvidó de la crítica del sistema y pasó a alabarlo pegando tiros contra los comunistas.
En mi opinión, el periodismo debe ser siempre incómodo para el poder. En su búsqueda de la verdad debe ser riguroso e inflexible. Sin embargo, todos somos humanos y la objetividad e imparcialidad absolutas son meras ilusiones. En verdad, el periodismo debería ser el cuarto poder, consistente en sacar a relucir los trapos sucios de los otros poderes (legislativo, ejecutivo y judicial).
El caso en el que se inspira Spotlight es un perfecto ejemplo de investigación periodística, por ello ganó el prestigioso premio Pulitzer. No es que los periodistas descubrieran una compleja trama sepultada bajo siete velos de misterio y corrupción política. Simplemente pusieron de manifiesto una verdad que muchos conocían y nadie quería señalar. Sigue siendo sorprendente cómo el incesante goteo de casos de pederastia que se había producido durante décadas dentro de la iglesia católica de Boston no había llegado a la luz pública. Sólo había que poner todos los datos juntos y tomar distancia para ver el conjunto.
Spotlight es buen cine de periodistas que sigue la estela de la genial Todos los hombres del presidente. Haciendo gala de un envidiable pulso que va creciendo progresivamente y sin grandes alardes ni trucos narrativos, Spotlight va tirando de la madeja de forma magistral. Con un ritmo pausado pero inflexible, el film va cogiendo carrerilla y se llega  a hacer apasionante. Algo realmente sorprendente si pensamos que el máximo responsable de esta película es un tipo que ha pasado sin pena ni gloria como actor, escritor y director, hasta la fecha. Thomas McCarthy ha sido un mediocre actor y un guionista del montón que solamente llamó algo la atención en circuitos independientes con aquella bienintencionada cinta llamada The visitor. Por suerte para todos, con Spotlight se revela como un escritor y director a tener en cuenta. Su film no tiene alardes de ningún tipo ni inventa nada, pero lo que hace lo hace bien, muy bien.

Me resultó reconfortante que dentro del guión de McCarthy no hay un villano claro, sí hay víctimas y encubridores pero no hay una visible cara a la que podamos identificar como el malo de la película. No hay un único culpable, no hay un rostro al que odiar. Es un villano invisible de decenas de caras que se sirve del miedo para tapar sus fechorías. El mal no tiene cara en Spotlight, es todo el sistema el que ha colaborado de una u otra manera.Parece que hoy en día ciertos pilares de la sociedad americana siguen siendo intocables. Acertadamente, tampoco los periodistas son representados como héroes de ningún tipo. Ese enfoque junto las interpretaciones del coral elenco de actores son las mayores bazas de Spotlight. Tanto Michael Keaton como Rachel McAdams o Marc Ruffallo están perfectos, no es que sus interpretaciones requieran de grandes esfuerzos físicos ni desplieguen todo un muestrario de emociones, pero resultan veraces. También el siempre más que cumplidor Stanley Tucci y Liev Schreiber componen unos personajes a la altura.

Buena película.

Zootrópolis

La nueva propuesta de animación de Disney, Zootrópolis, nos presenta un mundo sin humanos y los animales han evolucionado hasta tener una sociedad muy avanzada en la que cada individuo, sea de la especie que sea, tiene su propio rol. Como era de esperar, nuestra protagonista no se conforma con aceptar su rol de débil conejo sino que aspira a ser algo más, policía nada menos. La premisa no es del todo novedosa pero está bien desarrollada. Disney sigue dando mensajes de superación, “sé lo que tú quieras ser” y cosas por el estilo pero esta vez la cosa funciona bastante bien.

Básicamente estamos ante una película de Disney que conscientemente se aleja de los cánones tradicionales de la todopoderosa compañía de animación. Zootrópolis se parece más a  Big hero 6 o Rompe Ralph! que a Frozen (a la que hace un guiño). Nada de ñoñas canciones que ponen a los padres de los nervios. Zootrópolis es un film de animación diseñado para que los padres pasen también un buen rato. Incluso funciona a la perfección como ejercicio de cine negro apto para niños. Tenemos pesquisas, broncas con el jefe, bajos fondos, etc. No solo la trama detectivesca está muy bien llevada sino que hay suficientes guiños como para que su visionado se nos haga más que agradable a los adultos. Por citar algunos, hay guiños a El padrino y a Breaking Bad (dos personajes que trabajan en un laboratorio clandestino que se llaman Walter y Jesse).

La verdad es que como adulto pasé un buen rato, la trama me entretuvo bastante más de lo que me esperaba, y los niños se lo pasaron de miedo con las escenas de persecuciones. Me agradó el hecho de que no hayan tirado por lo fácil y hayan evitado incluir una gran escena espectacular como traca final. Se opta por otra solución que me resultó de lo más coherente con el tono que había llevado el film hasta entonces. Los buenos vencen  a los villanos usando la inteligencia, no la fuerza, algo que siempre es de agradecer. También se agradece que nos vayan llegando personajes femeninos fuertes y decididos. Ya vale de tanta princesita.

Lamentablemente, no han omitido el típico número musical con los personajes bailando a modo de epílogo. Además lo canta una gacela inspirada en Shakira (quien canta el flojito tema del film y tiene demasiada presencia en la película) que me resultó de lo peor del film con diferencia.

Resumiendo, recomendable tanto para niños como para mayores a pesar de Shakira.

martes, 9 de febrero de 2016

La cortina de humo

Siguen las redes sociales incendiadas por una obra de teatro de unos titiriteros. Me lo cuentan y no lo creo. Enaltecimiento del terrorismo dice el juez que los ha metido entre rejas de forma preventiva. ¿Nos hemos vuelto locos? Me parece que estos titiriteros han caído en mitad de un fuego cruzado y les han llovido hostias como panes. 
La obrilla de Títeres desde Abajo es una desafortunada sátira pero la respuesta de la justicia me parece más propia del esperpento.
 Vayamos por partes. De siempre los cuentos populares han sido bastante macabros y sádicos si los analizamos con ojos actuales empapados en corrección política. No olvidemos que se rajaban estómagos y se sacaban corazones como si tal cosa. Los cuentos infantiles tenían la función de atemorizar a los niños contra los peligros del día a día usando personajes fantasiosos. Cualquiera que eche un vistazo a las versiones más antiguas de los cuentos clásicos se dará cuenta que son bastante cruentos. Pero llegó Disney y dulcificó en exceso las historias infantiles, su edulcorado rodillo biempensante aplastó todo atisbo de crueldad. No vayamos a traumatizar a nuestros hijos, mejor que crean que los golpes no duelen, que siempre ganan los buenos y que las princesas son tan guapas como nobles. Ya les frustrará la vida.
Tampoco olvidemos la parte de sátira que todo buen espectáculo callejero debe tener, al menos yo así lo entiendo. Lo de callejero no se refiere únicamente al lugar en el que se representa la obra sino también al lugar del que emana y del que nunca debe alejarse. El teatro callejero toma el pulso a la calle, al pueblo llano, y nos refleja temas de plena actualidad convertidos en sátira contra los poderosos. Como las chirigotas de Cádiz. Es por ello que el teatro satírico y el carnaval (por no hablar del día del orgullo gay) nunca ha gozado del beneplácito de cierto sector guardián de la moral, tan poco receptivo a las burlas. 

 Otra cosa es pasarse de la raya y caer en el mal gusto o las temáticas no adecuadas para los niños, aunque éste sea un tema espinoso y peliagudo. Siempre he creído que los Simpson no son para niños por mucho que los programadores de este país (o lo que sea) los emitan en horario infantil. No creo que sean nocivos para ellos, los niños no entienden la mayoría de los chistes ya que hacen referencia a cosas que se les escapan, pero les hacen gracia ya que los personajes son amarillos, gritan y se mueven mucho. Son dinámicos y eso les entretiene a los peques. Tampoco Sálvame es adecuado para niños y nadie ha detenido a sus responsables por enaltecimiento de la memez en horario infantil. Puestos a sacar las cosas de tiesto, nadie ha detenido a cierto presentador radiofónico que expresa su deseo de disparar a los miembros de un partido político concreto.

Volviendo a la obra en cuestión, no creo que todas esas atrocidades que ocurrían en la obrilla fueran adecuadas para los niños. Fue un error haber programado esa representación, sin duda. Pero de ahí a ser acusado de enaltecimiento del terrorismo por una pancarta de 10 cm que portaba un personaje en una manifestación va un mundo. Es como acusar a todas las películas que en las que se vea una esvástica de hacer propaganda del nazismo. Además, Alka-ETA no existe. Es un juego de palabras, una broma, puede que de mal gusto, todo es discutible, pero una broma al fin y al cabo. Y así debe ser entendida. Si no se respeta el sentido del humor podemos caer en la censura. Todo esto me recuerda a cuando Javer Krahe fue juzgado por aquella representación en la que explicaba cómo cocinar un Cristo, lo curioso es que fue juzgado dos décadas después de su supuesto delito. Krahe fue absuelto. No sé si estos titiriteros tendrán la misma suerte, pero espero que así sea.

Ocurre que hay gente sin ningún tipo de sentido del humor, sobre todo si todo vale para atacar a un ayuntamiento al que se le vigila con lupa y del que se usa la más mínima salida de tono (que demasiadas están teniendo) para hacer sangre. Todo vale. Ya sean lamentables twits de hace 4 años o desafortunadas obras de teatro. ¿Acaso se piensan ustedes que los concejales de cultura de cualquier ciudad de este país se ven previamente todo lo que programan? Inocentes.

 A mí todo esto me huele a cortina de humo con aire de levante.

jueves, 4 de febrero de 2016

El renacido (The revenant)

 ¿Puede ganar Alejandro González Iñárritu los Oscars a mejor director y mejor película dos años consecutivos?  A no ser que George Miller y Mad Max se crucen en su camino, todo parece indicar que así podría ser. 

Tras sorprender a propios y extraños con Birdman, parece que su nuevo proyecto va a cosechar todavía más elogios y premios.  A mí me ha convencido, y me parece una de las mejores películas de los últimos tiempos. Lo digo ya de primeras, para que quede claro. No puedo ponerle ninguna pega a The Revenant. Puede que la historia no sea gran cosa; el argumento se puede resumir fácilmente en una línea, pero la puesta en escena es de quitarse el sombrero. Estamos ante un director en constante evolución cuyo estilo va mutando hacia no se sabe dónde. Poco importa si por el camino nos regala películas como la que nos ocupa.
En The revenant, Iñárritu adapta la novela de Michael Punke basada en la odisea real de Hugh Glass, un hombre en busca de supervivencia y venganza. Iñárritu parece contagiarse del espíritu del mejor Terrence Malick y su particular visión de la relación entre hombre y naturaleza. Su película no huye de los grandes paisajes ni de las reflexiones sobre la comunión del hombre con su creador a través de la naturaleza, pero evita los largos monólogos y las voces en off. Hay poesía visual y emociones a flor de piel, pero nunca cae en la pedantería en la que Malick suele caer en sus últimas producciones. Iñárritu se ciñe a la historia y la narra de la mejor manera posible.
No puedo poner ninguna objeción al apartado técnico del film, la verdad. Hay escenas escalofriantes, como la del ataque del oso, que se quedan grabadas a fuego en el espectador. Iñárritu no ha inventado nada, y películas de un hombre intentando sobrevivir en la naturaleza hemos visto ya muchas, pero pocas tan bellas, honestas y brutales como The revenant. Pocas veces hemos visto la tecnología al servicio de la historia de una forma tan perfecta, tanto que los efectos digitales (que los hay) no parecen tales: todo es perfectamente creíble en esta dura historia de supervivencia. 
¿Qué decir de Leonardo DiCaprio? El chico guapete de Titanic hace mucho que dejó de ser únicamente una cara bonita y es un señor actor como la copa de un pino. De los mejores de su generación. Ya lo viene demostrando con soberbias actuaciones en películas como Revolutionary roadInfiltrados o El lobo de Wall Street. Aquí está simplemente perfecto en el personaje más sufrido de toda su carrera. Supongo que el rodaje debió de ser un verdadero calvario para todo el equipo, pero especialmentepara DiCaprio. No olvidemos que se rodó con luz natural (gran trabajo del siempre excelente Emmanuel Lubezki, habitual director de fotografía de Inárritu) durante 80 extenuantes días a lo largo de 9 meses en parajes helados. El Oscar de este año ya tiene dueño.
No solamente DiCaprio está deslumbrante, también Tom Hardy ofrece un auténtico tour de force interpretativo. Impagables ambas interpretaciones de estos dos grandes actores. Siempre apuesto por la versión original, pero en este caso es especialmente recomendable. No es que tengan complejas líneas de diálogo, simplemente ocurre que la mimetización con sus personajes es total. La vocalización, los acentos y los movimientos de ambos actores son totalmente verosímiles. Incluso me gustó un actor que últimamente aparece mucho y casi nunca para bien: Domhnall Gleeson.
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The revenant ofrece un magnífico espectáculo visual y vital, una película emocionante y cruda como la vida misma.

Macbeth

Otros Macbeth ha habido en el cine y casi todos ellos interesantes. Yo me quedo con los de Orson Welles y Akira Kurosawa (su Trono de sangre es una adaptación de Macbeth al Japón feudal). Este Macbeth de Justin Kurzel es una adaptación visualmente poderosa y subyugante que adolece de una peligrosa falta de ritmo pasada su primera mitad.

Esta inmortal tragedia de Shakespeare gira en torno a la codicia, la traición, el crimen y los remordimientos. La historia de Shakespeare retrata una Edad Media cruel ya que se inspiró la historia de un rey escocés. Una maquiavélica conspiración se cierne para usurpar el trono de Escocia y Macbeth no puede evitar caer en la tentación al tener tan cerca la posibilidad de ser coronado rey. Las dudas de Macbeth son disipadas por su mujer, una auténtica arpía dispuesta a todo por lograr su objetivo. Tal es la codicia de Lady Macbeth que incluso está dispuesta a condenar su alma eternamente con tal de ver a su marido convertido en rey. La verdad es que la Lady Macbeth de Marion Cotillard me resultó fascinante por su determinación y su capacidad para manipular a su marido. Que grandísima actriz es esta señora.

El director australiano Justin Kurzel (quien ya me dejó descolocado con la brutal Snowtown) ha sido bastante respetuoso con el texto. De hecho, la estética no resulta ridículamente moderna sino que encaja perfectamente con la historia. Kurzel no olvida elementos fundamentales de la obra de Shakespeare y que coinciden plenamente con sus propias obsesiones como la extirpe que prolonga en el tiempo sus crímenes como una espiral de violencia sin fin. Como ya vimos en su anterior film, los mismos pecados pueden pasar de padres a hijos durante generaciones.
Debo destacar la representación de las brujas, simplemente espectrales y misteriosas, siempre envueltas en una nube de humo y cenizas que les otorga un aire irreal a sus escenas. Kurzel huye de las grandes masas y los efectos digitales para recrear grandes batallas. Hábilmente se decanta por la niebla y el humo que nos sumergen en la confusión reinante en una confrontación en campo abierto. La escena de la batalla final está resuelta de forma soberbia.
Por muy impactantes que sean las imágenes y muy sobresaliente que sea todo el apartado técnico, pasada la primera hora la película puede convertirse en una tortura para el espectador no iniciado en Shakespeare. Ni el buen hacer de esa gran pareja de actores formada por Michael Fassbender y Marion Cotillard consigue ahuyentar el tedio. Los diálogos se hacen soporíferos por momentos y ello hace que desconectemos de la película. Por suerte, la cosa mejora y vuelve a coger un brío aceptable hacia el final aunque puede que sea demasiado tarde para muchos espectadores.

Una verdadera lástima que este bache de ritmo acabe lastrando a esta más que atractiva y poderosa adaptación de Macbeth.

Steve Jobs

 En 2013 nos llegó el film Jobs que era un telefilm mediocre con intenciones de biopic. Jobs no estaba a la altura del personaje al que retrataba. Steve Jobs necesitaba de un tratamiento mucho más complejo. Ya entonces eché de menos en la escritura del guión a Aaron Sorkin, uno de los mejores guionistas de los últimos años, el tipo responsable de El ala oeste de la Casa Blanca o La red social. Parece que los astros me han escuchado y finalmente Sorkin ha escrito un guión sobre Steve Jobs.

Sorkin ha vuelto a realizar un trabajo excelente que retrata una vez más a uno de los hombres más influyentes de las últimas décadas. A Sorkin parece interesarle el poder y sus entresijos pero también cómo la gente influyente no puede escapar de las miserias del resto de los mortales. El estilo Sorkin está presente en cada línea de diálogo y se nota. Los personajes hablan sin parar mientras deambulan de un lado a otro en una frenética carrera contra el reloj. No deja de ser curiosos que Sorkin haya elegido los momentos previos a tres presentaciones cruciales de Jobs para retratar a su personaje. Sorkin no opta por el biopic al uso en el que se nos cuentan los hechos de forma ordenada o con el uso de flashbacks. Sorkin se centra en momentos clave de la vida de Jobs y los usa sabiamente para reflejar el mundo en el que vivimos. Son en esos instantes de caos y prisas en los que Sorkin se mueve como pez en el agua, sus diálogos resultan vibrantes y rezuman verosimilitud. El constante ir y venir de personajes dota a su libreto de un ritmo trepidante que puede ser excesivo algunas veces. El film parece escrito a modo de una frenética obra de teatro, dando todo el protagonismo al texto y los actores para narrar esta tragedia sobre el hombre moderno. Sin embargo, la jugada esta vez no le ha salido tan redonda a Sorkin como con su biopic sobre el creador de Facebook. En Steve Jobs que tanta verborrea incontenida y tanta repetición de esquemas pueden hacer que algunos espectadores pierdan el hilo.

Sorkin presenta un Jobs controvertido con múltiples luces y sombras, algo que ya hizo con el Zuckerberg de La red social. Jobs se nos presenta como un gran publicista que sabía lo que la gente quería y como un gran líder capaz de llevar a sus colaboradores más allá de donde ellos mismos pensaban que eran capaces de llegar. Jobs aparece en el film como un visionario atrapado en la rueda de la sociedad, siempre atendiendo a las demandas de los demás y siempre negándose a ellas. Como si cediendo o dejándose convencer dejara de ser él mismo. Tranquilos, los no iniciados en la historia de Steve Jobs o la historia de la informática no deben temer, esta película (como La red social) versa sobre personas, no sobre ordenadores.  Que no se me olvide, me gustaron mucho el inicio con las imágenes de archivo de Arthur C. Clarke (2001) y la mención a Alan Turing.

Si el guión de Sorkin está a la altura del personaje, tras los mandos tenemos al irregular Danny Boyle, capaz de lo mejor y lo peor. Yo hubiera preferido repetir el tándem Sorkin-Fincher pero no ha sido posible. Lo que Fincher tiene de contenido e introspectivo, Boyle lo tiene de excesivo. Boyle dota aquí a la película de un ritmo trepidante que puede hacerse irritante por momentos. Su estilo nervioso y la ambientación entre bambalinas me indujeron a pensar que Boyle se había dejado influir demasiado por Birdman. Ya he comentado que, al igual que en el film de Iñárritu, muchos espectadores pueden verse sobrepasados por el aluvión de palabras que les caen desde la pantalla como si de una cascada se tratara. Quizás la dirección de Boyle no alcance los niveles del guión pero, al menos, no lo estropea.

 Lo que sí está a la altura es la pareja de actores formada por Michael Fassbender y Kate Winslet. Ambos son de los mejores actores de su generación y aquí demuestran una vez más el porqué. También Jeff Daniels y Seth Rogen están francamente bien.
Sinceramente, creo que Steve Jobs podría formar junto con La red social y Her una interesante trilogía sobre cómo la tecnología está modificando la forma de relacionarnos. Dos de ellas se centran en las personas cuyos inventos han modificado seriamente nuestra forma de comunicarnos y la otra es una mirada a un posible futuro cercano. Creo que las tres vienen a decirnos que, paradójicamente, cada vez estamos más aislados en un mundo interconectado.


No estamos ante un biopic al uso, de hecho, no tiene nada de biopic. Me da por pensar que el propio Steve Jobs le hubiera encantado esta película.