A sus 80 años, Roman Polanski tiene ya muy poco que demostrar. Con una carrera tan extensa y con un ramillete de obras maestras bajo el brazo, el viejo y polémico director no parece dispuesto a rendirse ni a vivir de las rentas. Que a estas alturas Polanski se embarque en un proyecto así de arriesgado me parece digno de elogio.
La venus de las pieles es una adaptación de la obra de teatro del mismo nombre de David Ives que consta de dos únicos actores en un teatro sin parar de hablar. El viejo zorro Polanski parece el director ideal para este proyecto ya que ha demostrado en el pasado su indudable arte a la hora de ofrecernos buen cine con pocos actores y pocas localizaciones. Films como Repulsión, El cuchillo en el agua, La muerte y la doncella o Un dios salvaje dan buena fe de ello.

Polanski dirige con maestría y pulso firme. Me gustó el uso de los pocos recursos de los que dispone haciendo gala de ese lema que dice Menos es más. Su mayor logro es conseguir que nos apasionen tanto la obra que representan los personajes como su propia historia personal (ambas avanzan en paralelo). A pesar del largo diálogo entre estos dos únicos personajes, el ritmo y el interés no decaen.

Toda esta evolución no sería verosímil si no se cimentara en unos buenos actores (no hay mucho más en lo que basarse). Tanto Mathieu Amalric como Emmanuelle Seigner me resultaron perfectos en sus papeles. Ambos están en sus mejores interpretaciones hasta la fecha. El film se hubiera venido abajo si su trabajo no hubiera estado a la altura. En especial, me sorprendió Emmanuelle Seigner, a la que siempre he considerado una actriz del montón que tuvo la suerte de casarse con un director de renombre (de hecho, sus papeles más destacados son en las películas de su marido). Sin embargo, Seigner aquí despliega una serie registros que la convierten en una actriz a tener en cuenta. Ahora que pasa de la cincuentena ya es hora irse desprendiendo de su imagen de mujer fatal. Reconozco que me gustó mucho en su complejo y contradictorio personaje. Seigner es capaz de hacer creíble el peligroso juego que se establece entre su personaje y el de Amalric. Por cierto, Amalric tampoco es santo de mi devoción pero aquí me convenció desde el principio.

Viendo el film me vino a la mente la idea de si Polanski no había vertido algo de sí mismo en el personaje del director teatral. No es difícil encontrar paralelismos entre el personaje de Almaric y el propio Polanski, aparte de un cierto parecido físico. Conocida es su fascinación de Polanski por las mujeres (más de un quebradero de cabeza le ha traído) e incluso aquí ha contado una vez más con su actual pareja y musa como protagonista. Así pues, creo que algo de autobiográfico se puede intuir en esta película.
Resumiendo, La Venus de las pieles es una alabanza al noble arte del teatro y un fiel reflejo de las pasiones humanas.
1 comentario:
me gustó pero el final también se me hizo extraño. Un poco lenta pero interesante
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