martes, 20 de octubre de 2009

EL TREN DEL INFIERNO (Runaway train, 1985)

Hay películas que las ves de niño y te causan una honda impresión. Aún recuerdo cuando vi esta película en Sábado cine hará casi 20 años. Era una de esas noches de los sábados en las que te quedabas en casa con tus padres y descubrías grandes películas. No había internet, ni cadenas privadas, ni cable, ni TDT, la única forma de ver cine en casa era gracias a la tele o pagando en un video club. Yo echo de menos espacios así, un espacio que emitía películas de calidad de décadas anteriores.

Cuando vuelves a ver estas películas unos años después descubres que no son exactamente tal y cómo tú las recordabas. Descubres que tu mente las había magnificado. No son tan espectaculares como tú las recordabas, los efectos especiales se ven arcaicos y muchas cosas que no entendías puede que ahora te resulten ridículas. Hay películas que envejecen mal. Es lo que tiene el paso del tiempo, que pasa para todos. Las películas siguen igual pero nosotros ya nunca seremos tan inocentes ni tan fáciles de impresionar.


Hace poco decidí volver a ver un film que me impactó mucho de crío: El tren del infierno. No recordaba mucho del film, sólo que unos fugitivos huían de la justicia en un tren sin frenos a través de parajes nevados. No recordaba nada del final, incluso pensaba que estaba ambientada en Siberia, quizás debido al apellido del director. Eso sí, tenía grabadas a fuego algunas escenas de los protagonistas a punto de caer a las vías y sufriendo lo indecible entre los vagones. Siempre me han gustado las pelis de viajes y creo que los trenes nos han dado grandes escenas. Desde El maquinista de la general a Asalto al tren Pelham pasando por El puente de Casandra u Octopussy los trenes nos han regalado en el cine muchas horas de diversión.
El tren del infierno era un cine de aventuras mucho más pesimista que las pelis de Indiana Jones o Star Wars, era otra cosa, era un cine más adulto y que yo, como niño, no alcanzaba a entender en toda su plenitud. Cuando la vuelves a ver veinte años después, descubres que la peli es un entretenimiento total, toda una trepidante peli de aventuras, pero también es algo más, ese algo más que de niño no entendías pero te atraía. Tiene un trasfondo filosófico, casi crepuscular, que me dejó fascinado de crío y ahora me impactó algo menos pero me pareció todavía interesante. Por cierto, el guión está basado en una idea de Akira Kurosawa.

Primeramente los protagonistas no son los típicos héroes, ni siquiera son chicos buenos. Manny (John Voight) es un duro preso decidido a fugarse de la cárcel de máxima seguridad de Alaska en la que ha pasado tres años incomunicado. Por su parte, Buck (Eric Roberts) es un joven inexperto demasiado chulito, un tipo no muy listo pero necesario para la fuga debido a su trabajo en la lavandería (por cierto, ambos actores fueron nominados al Oscar por sus interpretaciones en este film). No son colegas ni socios, uno de ellos debe salir de la cárcel para demostrarle al alcaide que es mejor que él mientras el otro sólo ve la oportunidad y la aprovecha. También aparecen Rebecca de Mornay, pero no voy a hablar de su personaje para no desvelar nada de la trama, y Danny Trejo (Machete) en su eterno papel de presidario.
El odio que se profesan el alcaide y Manny es otro punto de interés, ambos son igual de decididos y crueles, sólo que están en bandos opuestos. El alcaide quiere acabar con Manny como sea, le ha humillado al fugarse y ahora debe matarle.

Tras una fuga un poco simplona, la verdad, los dos presos llegarán a una estación de trenes, allí Manny elegirá un tren en el que huirán. Su elección no podría haber sido peor. El tren se nos presenta entre vapor como si de un ser mitológico se tratara. Su presencia se nos antoja casi sobrenatural (cercana al camión de El diablo sobre ruedas), no es sólo un tren, es una máquina imparable, un dragón de metal que avanza sin control entre los bosques nevados de Alaska. Los protagonistas se las prometen muy felices al subir al tren pero pronto la cosa se complicará, el tren esconde más de una sorpresa y no todas agradables.

Los fríos parajes y la música electrónica de Trevor Jones dan al film un aire trágico (supongo que el toque Kurosawa también tendrá mucho de culpa), haciéndonos intuir que el viaje no va a terminar bien. Por cierto, a principios de los ochenta estaba muy de moda ese tipo de sonidos de sintetizadores tras El expreso de medianoche o Carros de fuego. Por suerte la cosa duró poco, pero los ochenta están plagados de bandas sonoras llenas de fríos sintetizadores que no pegan con la trama, Lady Halcón sería otro ejemplo.

 Lo que más me desconcertó fueron ciertos diálogos que evidencian los diferentes caracteres de los dos convictos. No son amigos en ningún momento, simplemente se necesitan el uno al otro y los continuos roces son inevitables. Sus deseos y esperanzas son totalmente distintos, el joven desea una vida de lujo tras robar un banco, el veterano desea poder llevar una vida normal con un trabajo normal, pero sabe que nunca lo conseguirá.

 La dirección del ruso Andrei Konchalovsky (quien luego haría Tango y Cash, menudo horror) no puede ser más fría y a la vez más adictiva. La acción avanza con cada escena, nada sobra en las casi dos horas que dura el film, al igual que el tren, la trama avanza sin control y con continuos sobresaltos hacia un destino incierto. Destacar finalmente el obsesivo empeño por conseguir la libertad incluso en las condiciones más adversas y un final que me dejó clavado al sillón igual que ya lo hizo hace veinte años.

No es una obra maestra pero es un notable ejercicio dentro del cine de aventuras de los años 80.

7,5

3 comentarios:

Lucas Baini dijo...

Siempre me imagino como hubiese sido yo si mi infancia pasaba por los años ochenta, pero eso nunca paso ni va a pasar, porque es el día de hoy que tengo 18 años solamente. En tu reseña de este film que yo vi hace poco siento la nostalgia con la que hablás de esa noches de sabado y la verdad me encantó.
Al final vi la foto de David Bowie e inmediatamente me acorde de Laberinto. ue hermosa película y otro gran ejercicio del cine de aventuras de los ochenta, te cito esa frase.
un saludo Luis
Lucas, director de
lbainicine.blogspot.com

Insanus dijo...

Yo también la vi hace mucho por la tele, posiblemente en ese Sábado cine tuyo, que durante unas temporadas fue doble sesión y prologado por Santiago Tabernero o Daniel Monzón, no sabría precisar ya.

Después la alquilé y me siguió pareciendo magnífica. No la he encontrado en mis puntos de venta habituales de dvds, así que de momento la tengo en el hdd del salón, en un dvdrip de buena calidad. Jon Voight estaba inmenso en esa peli.

Lengua Negra dijo...

Oh! Gran pelicula.

Yo la vi hace unos meses y me sorprendió gratamente. Película a rescatar, sin duda.