Tras Tigre y dragón (de Ang Lee), Hero y La casa de las dagas voladoras (ambas de Zhang Yimou) ahora nos llega este nuevo wuxia (o película china de guerreros volando por los aires). Esta vez dirigida por el irregular Chen Kaige, autor de la maravillosa Adiós a mi concubina y alguna que otra estupidez hollywoodiense.
¿De qué va? Una niña hace una promesa a una diosa por la que se convertirá en la mujer más bella del mundo pero a cambio nunca podrá retener a su lado a quien ame.
Gracias a la era digital, la película tiene imágenes realmente preciosas, pero en ciertas escenas (la estampida) los efectos digitales dejan bastante que desear. Si a George Lucas o a los hermanos Wachowski les cantan a veces los efectos digitales ¿cómo no les van a cantar los efectos en el cine chino, que cuenta con mucho menos presupuesto?
El tratamiento digital en todas y cada una de las escenas le da un aire onírico y artificial que puede llegar a saturar al espectador. Ocurre que tanto manierismo visual (plumas, cataratas, cielos, ropas, abanicos, armaduras) y tanto ordenador pueden distraernos de lo principal: la imposible historia de amor al estilo tragedia china.
Y es que la trama está bien: la princesa enamorada de 1 hombre que en realidad son 2 distintos, las apariciones de la diosa en el destino de los humanos, la redención a través del amor), y está bien narrada. Obviamente Chen Kaige sabe rodar con actores, pero ha estado más pendiente de la estética que de los sentimientos.
Al final queda una película visualmente preciosa pero que no llega a emocionar lo que pretende.
5,5
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