No sólo las salas de cine están en franca decadencia, también la familia está en plena transformación hacia no se sabe dónde. Acertadamente, el decrépito cine en el que transcurre la película de llama Family, toda una metáfora de la familia protagonista y de muchas otras. Los personajes principales son los de la abuela y su hija. Ellas son las piedras angulares sobre la que se sustenta todo el negocio. La abuela se haya inmersa en una cruda batalla legal con su marido al descubrir que llevaba una doble vida y que tenía otra familia. Todo el mundo de la abuela se viene abajo: su vida es una mentira, el negocio se va a pique, sus hijos la traicionan por dinero. Su hija se resigna a que sus sueños no van a cumplirse y ve cómo los jóvenes repiten sus mismos errores. Demasiado peso para los cansados hombros de unas luchadoras que ya no ven sentido en la lucha.
Brillante Mendoza dirigió Serbis en 2008 demostrando ser un hábil narrador capaz de mover la cámara por los eternos pasillos del cine. Su cine es anárquico sólo en apariencia pero nada está puesto al azar. Los pasillo llenos de personajes, las largas escenas y la naturalidad de las interpretaciones pueden llegar recordarnos a maestros europeos como Fellini, Berlanga o Kusturika, pero ninguno de ellos llegó tan lejos al mostrar la decadencia de una sociedad. Por cierto, muchos calificaron de obsceno o, directamente, pornográfico a esta película. Serbis no es tal cosa, es cierto que contiene escenas bastante explícitas en las que el sexo no es simulado pero dista mucho de ser un film pornográfico. Su misión no es la de levantar las más bajas pasiones de los espectadores, más bien, todo lo contrario. El sexo del film es mostrado de forma cruda y sin adornos ni intenciones eróticas, formando parte de un conjunto decadente y asfixiante.
Serbis no es un film fácil, es tan sórdido y tan mundano como un retrete atascado. No será del agrado de la mayoría de los espectadores, pero creo que es una lúcida mirada al abismo desde el Tercer Mundo.
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