lunes, 30 de septiembre de 2013

El gran Gatsby (The great Gatsby)



 Los felices años 20 acabaron en tragedia. El crack del 29 vendría a demostrar que todas esas grandes fortunas de ricos aburridos en sus lujosas mansiones tenían los pies de barro. La ley seca inundó de alcohol ilegal las fiestas, mientras la antigua aristocracia despreciaba enormemente a los nuevos ricos.  Jay Gatsby es rechazado por ser un recién llegado a este mundo de riqueza y lujo. Más que buscar la aceptación de la alta sociedad, el personaje de Gatsby sólo desea recuperar el amor de su vida. Toda su ostentación no es sino un desesperado modo de llamar la atención de su amada, que vive al otro lado de la bahía. Gatsby contempla obsesivamente una luz verde que simboliza que aún hay esperanzas de recuperar a su amor perdido.

 El estilo narrativo y visual de Baz Luhrmann dio sus mejores resultados en Moulin Rouge (reconozco que me gustó) pero sus películas siempre incluyen momentos que oscilan entre la vergüenza ajena y lo patético. Aquí se atreve ni más ni menos que con la célebre novela El gran Gatsby de F. Scott Fitzgerald publicada en 1925. La novela está considerada una vaca sagrada de la literatura norteamericana del siglo XX y es de lectura casi obligada en las clases de literatura. Ya sabemos la tendencia de los yanquis a idolatrar a ciertos autores y a mitificar ciertas novelas. Por cierto, esta novela ya ha sido adaptada en otras 4 ocasiones, siendo la más célebre la lánguida versión de 1974 con guión de Coppola y que contó con Robert Redford y Mia Farrow como sus intérpretes principales.

 Obviamente, Luhrmann no se ha dedicado sólo a trasladar la novela a la pantalla sino que la adapta a su manierista estilo visual. Un estilo heredero directo de la publicidad y el videoclip en el que todo exceso es bien venido. Luhrmann se mueve como pez en el agua en las alocadas escenas de fiestas pero esta vez se ha perdido el efecto sorpresa y no nos creemos que en década de los años 20 del siglo XX sonaran canciones de Beyoncé o Lana Del Rey. Lamentablemente el gran Gatsby no es un musical y sus momentos musicales no resultan creíbles. Esta vez sus anacrónismos no funcionan. Incluso cuando usa música de la época como la maravillosa Rhapsody in blue de George Gershwin la cosa no acaba de funcionar. Resulta muy forzado y artificial.
 Los colores chillones y los excesos visuales de todo tipo me resultaron pedantes y superfluos, casi tanto como los personajes de la película. Entre tanto efecto digital Luhrmann intenta contar la obsesión de un hombre por ser aceptado y recuperar el tiempo perdido junto a su amada. Pero esta tragedia no termina de resultar veraz en un envoltorio tan grandilocuente como hueco. Por mucho que los actores se esfuercen, los efectos digitales y el manierismo visual de Luhrmann ahogan la historia.
 Al igual que el personaje de Gatsby, Luhrmann se cree que con impresionar al público nos va a enamorar de su historia. Pero no es así. Su film chirría en muchos momentos (en buena parte debido a sus excesos formales) y se hace pesado cuando no cargante.

Me gustó el trabajo del siempre eficiente Leonardo Di Caprio, aunque corre el peligro de encasillarse en personajes traumatizados. Su Jay Gatsby es creíble incluso en el mundo de colores estridentes y fondos digitales de Luhrmann. El resto del reparto está bien, por cierto, ¿quien no perdería la cabeza por Carey Mulligan?. Por su parte, Toby Maguire está como siempre, con cara de sueño y de no enterarse de nada. Me sorprendió gratamente Joel Edgerton (Warrior).

Flaco favor el de Luhrmann a una de las novelas cumbre de la literatura norteamericana del pasado siglo. Irregular.

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