Hoy voy a comentar una película muy especial. En una escena de Captain Fantastic, el protagonista (Viggo Mortensen) se toma tranquilamente un café desnudo en la puerta del autobús en el que viaja. Ante la mirada de reprobación de unos transeúntes, les espeta que sólo es un pene, no hay nada malo en ello. Y tiene toda la razón. No hay nada malo en un cuerpo desnudo, el cuerpo en sí no es sinónimo de pecado ni de perversión. Es simple anatomía. Quizás el problema resida en los usos y costumbres sociales. Mostrarnos tal y cómo somos nos puede hacer vulnerables a los comentarios de los demás. Mediante la educación, el individuo acepta las normas de la sociedad desde la infancia, las interioriza y las hace suyas. Parapetados tras las normas impuestas por la sociedad, nos socializamos con nuestros semejantes. Cualquiera que viva de otra manera será catalogado como un loco o un insensato. Aunque quizás sea necesario que haya personas que vivan al margen y observen nuestra sociedad de consumo desde fuera. De eso va Captain fantastic, de la necesidad de otra mirada hacia la sociedad. Existen otras formas de entender la sociedad y, muy probablemente, tienen mucho que enseñarnos.
El protagonista de la película decidió hace tiempo vivir junto con su mujer y sus hijos a parte de la sociedad y causando el mínimo impacto medioambiental. Encuentro excesivas ciertas prácticas mostradas en el film (el rito iniciático, el duro entrenamiento, la escalada) pero en esencia me parece muy valiente e interesante esta propuesta. El film se podría entender como un ataque frontal al capitalismo imperante pero también a los fanatismos en los que no es tan difícil caer. Cualquier extremismo puede ser peligroso aunque lo más grave es que aceptemos como normal propuestas extremas. Un ejemplo: cuando los jóvenes hijos del protagonista entran en un restaurante de comida rápida, piensan que todos los clientes están enfermos debido a su desorbitado sobrepeso. En otro momento del film, se dice que los norteamericanos están infra educados y sobre alimentados, afirmación que, visto el resultado de las últimas elecciones presidenciales, bien podría ser cierta. En definitiva, Captain fantastic contrapone dos maneras de vivir y relacionarse con el medio ambiente. Y lo hace consiguiendo siempre un tono amable, nada de ácida crítica social, y sin caer en el maniqueísmo ni la demagogia.
Al espectador medio puede chocarle que la familia protagonista no celebre la Navidad pero sí el nacimiento de Noam Chomsky (muy probablemente, el espectador medio no sabrá quien es Noam Chomsky ni le importe un pimiento). Sin embargo no dejan de ser admirables y deseables en todo sistema educativo el fomento del espíritu crítico y la capacidad para expresarse con sus propias palabras. Frente a una educación basada en la repetición, el film contrapone el desarrollo de la capacidad de razonar y de solucionar problemas mediante los propios medios. La libertad que supone vivir ajeno a los tabús de la sociedad permite hablar de sexo con toda naturalidad, admirable la escena en la que aborda el Lolita de Vladimir Nabokov. Frente a una sociedad de consumo que únicamente pretende crear consumidores obedientes, el film propone crear ciudadanos con su propio criterio.
Muy valiente me parece la carrera de Viggo Mortensen, un actor que, tras El señor de los anillos, podría haberse ganado la vida perfectamente trabajando en superproducciones de acción pero prefiere proyectos mucho más personales. Entiendo que ese es su camino y lo respeto. Es innegable su compromiso, algo que hoy en día escasea tanto o más que el talento. De talento va sobrado el joven reparto de esta película, o mucho me equivoco o los muchachos de este film van a dar bastante guerra en el futuro.
Lo dicho, Captain fantastic es un film necesario que nos muestra otra manera de entender el mundo.
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