lunes, 12 de octubre de 2020

Perfectos desconocidos


Por si alguien todavía no lo sabe, Álex de la Iglesia no es santo de mi devoción. Me parece un tipo entrañable con el que comparto, intuyo, bastantes gustos. Sin embargo, pienso que es mucho mejor director que guionista. El tipo tiene buenas ideas pero no sabe desarrollarlas. Por lo tanto, no es casualidad que sus mejores trabajos surgen cuando adapta guiones ajenos. 

Además es un director con suerte, en el año 2017 estrenó 2 películas, algo realmente inusual con la crisis que vive nuestro cine. Bueno, realmente Perfectos desconocidos no es una película original de Álex de la Iglesia sino un remake de la exitosa película italiana “Perfetti sconosciuti” (2016) de Paolo Genovese. Parece ser a algún avispado productor y/o distribuidor le pareció más lucrativo realizar un remake que distribuir el film original. Vistos los resultados, no podemos negarle su buen ojo. Si El bar era un completo desastre típico de la filmografía de De Iglesia (una buena idea hasta que a los personajes se les va la pinza), Perfectos desconocidos es bastante mejor, ¿el motivo?  casi no se nota la personalidad  de Álex de la Iglesia tras las cámaras. Es un encargo y, como tal, Álex se ha limitado a cumplir. Para bien o para mal (más bien lo segundo), Álex de la Iglesia es uno de esos directores cuya personalidad impregna todo lo que hace. Sus películas suelen surgir de buenas ideas pero De la Iglesia es incapaz de desarrollarlas satisfactoriamente y acaban casi siempre en un clímax de desenfreno y sangre. Tras 25 años de carrera, De la Iglesia nos ha presentado chascos monumentales, algunos bastante recientes como Las brujas de Zugarramurdi y no nos podemos olvidar de ese auténtico desastre llamado Balada triste de trompeta. Todavía tengo que dormir con la luz encendida debido a las pesadillas que me produjo el personaje de mi adorado Carlos Areces, qué horror de película.

Volvamos a Perfectos desconocidos, esta vez De la Iglesia es cuando mejor está, simplemente debido a que la historia no es suya y se limita a rodar y dirigir a actores. El guión ha adaptado el texto italiano a algunas idiosincrasias de nuestro país, se han cambiado algunos chistes pero básicamente la historia es la misma. La película fluye sin problemas y se va desarrollando de forma ágil. Cierto que ciertas situaciones pueden parecer forzadas o que hay demasiadas casualidades pero todo ello no enturbia el entretenimiento. De la Iglesia demuestra que sabe rodar y es un hábil director de actores cuando tiene entre manos un buen material. Un film como éste con unos pocos actores en un único escenario se basa en un guión fluido y unos buenos actores. Y en Perfectos desconocidos tenemos ambas cosas. Los actores están bien dirigidos y todos resultan creíbles, quizá el único que no me gustó fue Ernesto Alterio, creo que está sobre actuado, me resultó el menos creíble de todo el elenco. Tanto Pepón Nieto como Belén Rueda como Juana Acosta y Eduardo Noriega me parecieron más que correctos. Incluso me sorprendió gratamente Dafne Fernández. Eso sí, me encantó especialmente ese grandísimo actor llamado Eduard Fernández. Muy buena labor de casting. Por cierto, tres de los actores de este film ya coincidieron en otro estupendo film sobre personajes en un único escenario: El método (2005). Ambos tienen cierta deuda teatral, aunque Perfectos desconocidos no es tan sesuda y no tiene mayor ambición más allá de hacernos pasar un buen rato. Y lo consigue con este inocente juego de dejar los móviles a la vista. En ese aspecto Perfectos desconocidos me recordó al film francés El nombre o incluso al cine de Roman Polanski con su trilogía del apartamento o, ya rizando el rizo, a las tragedias clásicas griegas con su unidad de tiempo, acción y de lugar. Es un tipo de cine que me gusta en el cual se desarrolla los personajes dejando ver mucho más de lo que hay en la superficie. Eso sí, la mano de su director tenía que asomar por algún lado, no me gusta cómo está tratado elemento fantástico, todo lo que tiene que ver con sobrenatural o apocalíptico me resultó forzado e innecesario. Tampoco me agradó el uso de la música para enfatizar ciertos momentos, algo muy propio de De la Iglesia y que opino que debería de ir corrigiendo de una vez.



En resumen, estamos ante una película que entretiene sin grandes estridencias. Creo que se puede decir que es de lo más equilibrado de la filmografía de su director, suponiendo que la podamos considerar como suya. Al menos, el encargo le ha salido francamente bien, sobre todo si hacemos caso a los resultados en taquilla. Propongo desde aquí una petición en Change.org para que De la Iglesia se dedique a partir de ahora exclusivamente a dirigir guiones ajenos.



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