Hay que ver cómo vienen pisando fuerte las nuevas generaciones en cuestión de corrupción. El joven Nicolás es la sublimación del pícaro español. Algo tan nuestro como el pícaro que ya aparecía en la literatura de nuestro Siglo de oro en El lazarillo de Tormes o El buscón de Quevedo sigue perfectamente vivo en este país de canallas.
El joven Nicolás no es mas que el enésimo ejemplo de sinvergüenza patrio, un mentiroso compulsivo que se lucra gracias a la credulidad de los demás. Puede que a muchos les sorprenda el acceso a lugares privilegiados (valga como ejemplo la recepción del rey Felipe VI) que este joven ha tenido. Sin embargo, vagos, trepas y caraduras hay en este país hasta debajo de las piedras (y no digamos rondando a los partidos políticos).
Nicolás es hijo de la cultura del pelotazo y la especulación urbanística. Con esa pinta de joven militante del PP consiguió engañar a buena parte de las instituciones del estado. Obviamente el muchacho se arrimó al partido en el poder. Que tonto no es, todo lo contrario. Su aventura pone de manifiesto la flaqueza de este sistema basado en el amiguismo y el compadreo. Mala cosa cuando un caradura consigue darle la mano al rey (cosa que no debe ser tan infrecuente, visto lo visto) y hacerse pasar por un gerifalte del estado. Algo huele mal cuando un farsante llega tan lejos sin que nadie le pare los pies, imposible pensar que lo ha hecho él solito por mucha labia que tenga, a Nicolás alguien le daba los pases VIP. Ahora toca mirar para otro lado y escurrir el bulto. Otra tradición típicamente española. No es de extrañar que algunos quieran independizarse de un país que hace aguas bajo el peso de tanta corruptela.
No nos engañemos, lamentablemente, las sedes de los partidos políticos están repletas de trepas, pelotas dispuestos a decirle al rey que va vestido con bellos ropajes aunque vaya desnudo. Todo en busca de un puesto desde el que trincar.Probablemente, de no haber sido detenido, el pícaro Nicolás habría llegado a concejal, diputado o, quien sabe, ministro. Todo es posible en un país en el que se premia el peloteo frente a la inteligencia o el esfuerzo. Así nos va.
He de reconocer que soy fan de las andanzas de este muchacho, a pesar de moverse en un mundo que me atrae más bien poco (PP, Faes, Monarquía, Real Madrid, cacerías y pijerío vario) su descaro me parece digno de elogio. Como si del protagonista del film La vida de nadie se tratara, Nicolás parece haber elaborado un estilo de vida basado en una mentira sin fin. Ole tus huevos.
Ahora va a ser famosa hasta su novia (a saber qué mentiras le contaría a ella), a la que llaman por algún motivo que desconozco La pechotes. Puede que la chica no tenga ninguna culpa ni despierte en los medios ningún interés más allá de su currículum amoroso y su físico pero no olvidemos que una ex concejal socialista ha hecho el agosto recientemente gracias a un vídeo privado. Ánimo Pechotes, sólo tienes que vender tu historia por los programas de tele basura, salir en algún reality (no te veo en Memos, palurdas y viceversa, la verdad) o en la portada del Interviú. Ala, y a vivir del cuento, que son dos días.
País de gilipollas.
2 comentarios:
Siempre he dicho que para mantener a un listo hacen falta cien mil tontos... Y lo dejo ahí.
No conozco la historia de este muchacho, pero la imagino. O la gente despierta o esto no tiene solución; pero claro, si tenemos cien mil tontos por listo... ¿cómo vamos a despertar?...
En fin...
Las andanzas de este tipo darían para hacer una película.
Lo que no tengo claro es si sería dramática o cómica.
Publicar un comentario