Ya no procede considerar a David Fincher como una joven promesa ni como el niño rebelde del cine comercial. El tipo ya pasa de los 50 y tiene las suficientes grandes películas como para ser tenido en cuenta. Su cine ha madurado a la par que sus ganas de provocar se han amansado. Ya no hay en su cine ritmos endiablados ni finales de infarto como el de Seven o El club de la lucha. Fincher ha encontrado un camino propio para dar rienda suelta a sus oscuras historias. Su cine es menos efectista que en sus orígenes pero no ha perdido ese toque oscuro.
En films como Zodiac, La red social o Perdida nos encontramos ante un Fincher maduro, consciente de su capacidad como narrador. En Perdida vemos a unos personajes atrapados en una sociedad que los aboca a comportamientos no deseados. La sociedad impone sus estereotipos y los personajes no pueden escapar de ellos. Un mensaje bastante transgresor dentro del cine comercial actual que Fincher plasma de forma muy sutil, casi imperceptible. Bajo una capa de normalidad subyace el infierno de las relaciones interpersonales y maritales. Como un Hitchcock de lo cotidiano, Fincher bucea en esta historia de una esposa desaparecida. Será esta desaparición la que sacará a flote las miserias del matrimonio protagonista. El morbo estará servido cuando la pareja ideal resulte no haberlo sido nunca. Fincher dirige con mano maestra la historia, dando tiempo a los personajes y dejando que trama se desarrolle por si misma, sin prisa pero sin pausa el film va avanzando por territorios cada vez mas incómodos para el espectador.
Perdida es un cine reposado, cuya trama avanza lentamente sembrando su camino de incertidumbre. No es un thriller al uso ni un telefilm a pesar de abordar un tema propio de este subgénero. Fincher da su visión de la relación de pareja al más puro estilo Hitchcock, erigiéndose como su mejor sucesor. En vez de finales de infarto, Fincher opta por algo mucho más mundano y aterrador. Una jugada arriesgada que considero es todo un acierto aunque entiendo que a muchos les resulte decepcionante.
Por cierto, la música de Trent Reznor y Atticus Ross (colaboradores ya habituales de Fincher tras La red social y Los hombres que no amaban a las mujeres) sirve de complemento perfecto para mostrar toda la turbiedad que se encierra tras las imágenes.
Quizás el único problema del film sea una excesiva duración, a mí sus 144 minutos me parecieron excesivos, no me aburrí pero sí que encontré algún bajón en el ritmo. Nada grave pero creo que a esta historia le sobran minutos. Tampoco ayuda un Ben Affleck que no da la talla ni consigue que dudemos de su personaje de afligido marido por la desaparición de la esposa. La ambigüedad del personaje de Affleck es una pieza clave del film y no está bien conseguida, restando enteros al conjunto. Una vez más reitero mi petición de que Ben Affleck se reitre de la actuación y se dedique a dirigir.
El personaje de la esposa desaparecida ha recaído en la guapa Rosamund Pike (que fue chica Bond en la horrorosa Muere otro día), quien sorprende muy gratamente con su interpretación. Ella sí consigue transmitir toda la ambigüedad y carga emocional de su personaje. Hay algún momento en el que se come literalmente la pantalla.
Una buena película.
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