Ex-machina es la primera película como director de Alex Garland, un tipo que hasta ahora se había dedicado sobre todo a la escritura de guiones como 28 días después o Sunshine (ambas de Patrick Doyle). En su primera película como director, Garland opta por un sugerente relato sobre inteligencia artificial.
Garland no se ha dejado seducir por los efectos especiales ni intenta empatar visualmente al espectador, su relato de ciencia ficción se centra en los personajes. No estamos ante un film de acción sino ante un drama con tintes de ciencia ficción, puede que alguno de sus personajes no sea humano pero eso no significa que no tenga sentimientos. Reconozco que el tema de la inteligencia artificial me fascina desde que vi Blade runner de crío.
Garland usa un estilo narrativo y visual bastante austero, tiene una buena historia entre manos y sabe cómo contarla. Nada de montajes desordenados ni continuos viajes en el tiempo, ni tampoco voces en off para contarnos lo que se es incapaz de expresar. Garland consigue meternos en la historia mostrándonos elementos que nos son conocidos. No es casual que la empresa del personaje de Oscar Isaac, Blue book, sea un motor de búsqueda con bastantes similitudes con Google. El personaje de Nathan es un genio de la programación pero dista mucho de ser un humano perfecto por mucho que haya creado la máquina perfecta. Sin embargo, ¿una máquina perfecta sólo lo es cuando hace aquello para lo que ha sido diseñada ? Conocer algo no es sentirlo, ahí radica buena parte de la sustancia del film, hay que experimentar y vivir para sentirse vivo.
El personaje de Ava emparenta con los robots de Asimov, el HAL 9000 de 2001 o los replicantes de Blade runner. Todo clásicos de la ciencia ficción y la inteligencia artificial. Es más, Garland usa el Test de Alan Turing (considerado el padre de la programación y descifrador de Enigma que inspiró recientemente la película The imitation game) y también usado en Blade runner para plantearnos su interesante propuesta. Garland no innova nada respecto a la temática de la inteligencia artificial, sí es una propuesta visualmente novedosa (a pesar de su sencillez) pero no va más allá de Asimov o Philip K. Dick. ¿Cual es la prueba definida de que estamos realmente ante una inteligencia artificial y no una initación? HAL no quería morir y las máquinas de Ex-machina quieren vivir entre los humanos, son enfoque distintos ante un mismo debate. Garland deja hablar a sus personajes y va tejiendo una red de relaciones entre ellos. Las sesiones entre Ava, el robot, y el joven programador que debe evaluarla le sirven a Garland para teorizar sobre la importancia de la sexualidad o el aparente caos de la existencia. Estamos ante un film algo más complejo que lo habitual, una ciencia ficción sesuda que exige al espectador estar atento a los casi imperceptibles cambios que cada diálogo aporta a la trama. Ninguna línea de diálogo es superflua ni ningún plano está incluido sin motivo. Garland tiene muy claro qué nos quería mostrar.
Garland sabe mantener el ritmo del film, va modulando la información que ofrece al espectador y nos va seduciendo con su historia. Puede que hacia el final la cosa se acelere demasiado y el guión sea un poquito tramposo pero mantiene el respeto por la inteligencia del espectador, cosa que no ocurre siempre. El único problema es que el espectador incluye desde el principio que el film va a intentar sorprenderle, que le están tendiendo una trampa aunque no sepamos cómo ni cuándo caeremos en ella.
Ex-machina se ve con agrado y el interés no decae. El tipo promete.
1 comentario:
Lo dicho, que me alegra que retomes el blog.
Peliculón.
De lo mejor de este año.
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