lunes, 17 de septiembre de 2012
Los señores del acero (Flesh+Blood, 1985)
Paul Verhoeven nunca pasará a formar parte de ese selecto grupo de directores aclamados por crítica y público. Quizás no sea un genio pero tiene la personalidad suficiente como para que en su cine se pueda vislumbrar una pesimista visión del género humano, algo muy de agradecer incluso en su cine más comercial. Uno de los mejores ejemplos es Los señores del acero.
En el cine de Verhoeven no hay sólo buenos y malos, blanco y negro, sino que hay cientos de matices y tonalidades de grises. Nada es tan obvio como parece. Verhoeven parece tener un interés por pervertir todos los valores que el cine comercial suele presentarnos. Su cine no se ciñe a las normas establecidas y es capaz de ofrecer entretenimiento y perversión a partes iguales. Verhoeven establece una nada sutil analogía entre la Edad Media y la actualidad: la avaricia sigue siendo el motor de la humanidad.
La acción de Los señores del acero (penoso título que parece sacado de un disco de heavy metal ochentero) se sitúa en Europa Occidental en el año 1501 y nada es lo que estamos acostumbrados a ver en el cine de capa y espada: la joven y virginal doncella (Jennifer Jason Leigh) tiene poco de inocente y no dudará en usar sus armas de mujer para seguir con vida. Su joven prometido es todo un hombre del Renacimiento (incluso sigue los pasos de Da Vinci inventando artefactos para la guerra) que no cree en supersticiones. Pero todo se va al traste cuando el padre del muchacho rompe una promesa (algo bastante común entre los señores feudales) y los agraviados secuestran a la prometida de su hijo.
Los agraviados no son típicos héroes, sino un grupo de mercenarios y prostitutas que forman un curioso grupo, también les acompaña un clérigo que no duda en usar la espada cuando es necesario. Este grupo de personajes mezquinos y codiciosos es el verdadero retrato de la sociedad que nos presenta Verhoeven. El líder del grupo es Martín (Rutger Hauer) un veterano mercenario acostumbrado a sobrevivir. Martín usará todos los recursos a su alcance para cobrarse su venganza y enriquecerse de paso. Un mundo de ignorantes gobernado por la tiranía y el temor a Dios es un lugar ideal para timadores. Entre Martín y el párroco idean la creencia de que la estatua de San Martín les guiará hasta la riqueza y tal creencia será usada para controlar al resto del grupo. Su avaricia les hace creer en cualquier cosa que les prometa un futuro mejor. Una escena especialmente reveladora de este opio del pueblo llamado religión es en la que Martín manipula una escultura de San Martín para que señale el destino al que el grupo debe dirigirse, un acto que cambiará su vidas irremediablemente. Martín es un manipulador, el resto del grupo son unos mezquinos codiciosos y la pareja de amantes separados no son mucho mejores.
Otra escena fundamental del film es la de la violación de la joven doncella a manos de Martín, en ella se produce un cambio de roles que convierte al violador en humillado y a víctima en dominadora. Es la joven la que acaba controlando la situación, demostrando quien es realmente el sexo fuerte. Probablemente una escena así no se podría rodar hoy día dentro de un film comercial. PeroVerhoeven no deja títere con cabeza, entregando un buen film de aventuras lleno de múltiples lecturas e interpretaciones.
El guión aprovechaba varias historias no rodadas de la serie de televisión holandesa Floris de 1969 y en la que debutaron Verhoeven, Hauer y el guionista Gerard Soeteman. El film se rodó en España, concretamente en Ávila, Cáceres y Belmonte. Debido a que era una coproducción entre varios países, la gestación y el rodaje del film fueron un auténtico calvario para Verhoeven. Cada productor quería cambiar cosas del producto final y fue realmente difícil que el resultado fuera fiel a la idea original de Verhoeven y Soeteman. También hubo problemas con Rutger Hauer, quien venía de triunfar en films como Blade runner o Lady Halcón, Hauer quería que su personaje fuera mucho más noble que en el guión original, menos ambiguo. Por suerte, Verhoeven se salió con la suya.
La música es del siempre eficiente Basil Poledouris le da el toque épico necesario a la historia. Técnicamente el film se ha quedado algo viejo, han pasado casi 30 años y algunos efectos especiales como los rayos se notan demasiado. Pero el mensaje del film y la terrible ironía que destila cada una de sus escenas sigue intacta. Yo la prefiero a películas de los ochenta como Lady Halcón o La princesa prometida. Lamentablemente, en décadas posteriores no se ha seguido por este camino y la Edad Media no ha tenido un reflejo tan interesante como en Los señores del Acero o Excalibur. El cine comercial nos ha presentado a unos héroes y unos villanos demasiado planos, sin matices.
Tras este film, Verhoeven dio el salto a Hollywood donde rodó films como Robocop (1987), Desafío Total (1990, del cual ahora padecemos el remake), Instinto básico, Starship Troopers (1998) o El hombre sin sombra (2000) y chorradas como Showgirls (1996). Por suerte volvió en 2007 a su Holanda natal para rodar la recomendable El libro negro en la que muestra una vez más su desconfianza por el género humano.
Los señores del acero no es sólo una película de aventuras, es una cínica visión del ser humano. Recomendable.
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1 comentario:
Hosti!!!Flesh Blood!!!! Anda que no recibió palos en su momento, y anda que no es buena la película!!!!
Por cierto,hablando de Verhoeven, tienes crítica de Starship Troopers? Tengo curiosidad por saber tu opinión.
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