Un adolescente recibe la llamada de una ex novia pidiéndole ayuda. Ella está asustada, dice estar en serio peligro y comenta algo sobre un ladrillo. Dos días después la chica aparece muerta en la entrada de un túnel.
Rian Johnson (Looper) debutó en la dirección con esta curiosa cinta llamada Brick. Johnson se propuso dar un giro de tuerca más al cine negro aportando su peculiar y post moderna visión. Brick es una actualización de las constantes del cine negro de décadas pasadas pero trasladado al mundo de los institutos. Por el film veremos a chicas en peligro, confidentes, matones, femmes fatales, mafiosos de medio pelo y peligrosos traficantes, todo ello en un ambiente juvenil.
La cosa es interesante y no deja de tener cierta gracia, la verdad, la trama que Johnson compone es totalmente heredera del mejor cine negro de los años 40, pero a su película le falla el ritmo y nunca acaba uno de creérsela Todo tiene como un aire irreal que no consigue que nos metamos de lleno en la historia. El film es más un experimento propio del cine independiente americano que una propuesta que podamos tomarnos en serio. Los diálogos están bien pero no resultan creíbles dichos por adolescentes. Esas frases tan transcendentales y esas poses de tipo duro no resultan verosímiles cuando provienen de adolescentes. Su protagonista es un tipo duro con un pasado oscuro pero Joseph Gorgon-Levitt no es Bogart ni Robert Mitchun. Tampoco Nora Zehetner es Lauren Bacall. Además, no queda creíble que los adolescentes del film no usen tacos o expresiones coloquiales. Lo que me pide Johnson es demasiado, no entré al juego y no disfruté del film.
Johnsosn crea un complejo entramado que el protagonista irá descubriendo poco a poco, pero el espectador debe estar muy atento o corre el serio peligro de perderse. Los avances del guión no consiguen captar nuestra atención, más bien todo lo contrario, y pasamos de la incredulidad al tedio. Johnson recrea las tramas clásicas del cine negro pero no consigue atraparnos. Su ritmo es demasiado lento a la vez que su guión es demasiado enrevesado. Además, cae en la tentación de explicar toda la trama en una escena que pretende ser un gran final y se queda en una risible escena excesivamente melodramática. Una pena. Brick se queda en una anécdota de cine independiente de bajo presupuesto y buenas ideas. Vamos, un ladrillo, como su propio nombre indica.
Desde luego, Johnson demostró que sabía mover la cámara y poseía un estilo propio. Un estilo que aún debía depurar.
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