sábado, 6 de abril de 2013

Tesis sobre un homicidio



 Que no nos engañen. Lo que en el secreto de sus ojos era una trama absorbente en Tesis sobre un homicidio es aburrimiento, el film no me atrapó en ningún momento ni me resultaron verosímiles muchas de las situaciones que plantea. Me duele decirlo pero lo único destacable, y lo que salva del absoluto fracaso a la película, es el buen hacer del siempre eficiente Ricardo Darín.

Hermán A. Golfrid dirige su segunda película intentando crear una atmósfera y una tensión que se le escapan irremediablemente durante toda la trama. Intenta ofrecer un buen film de género (algo muy loable) pero se queda a medio camino. Golfrid no es Hitchcock ni Fincher, directores que probablemente hubieran sabido dar con el tono acertado de la historia. Por cierto, su película bebe mucho de films como Vértigo o Zodiac en cuanto a que el protagonista se ve arrastrado por una obsesión, ya sea por una mujer o por encontrar a un asesino, hasta más allá de lo razonable.
 El film de Golfrid no es un film sobre psicópatas y asesinatos, es un film sobre una obsesión y cómo ésta puede modificar nuestra percepción de la realidad, cómo cada uno ve lo que quiere ver. No es una mala premisa, pero no creo que esté bien plasmada en pantalla. El juego que se establece entre el profesor y el alumno no me acabó de parecer coherente. Sí me gustó que durante toda la trama se van diseminando detalles que pueden tener importancia en el posterior desarrollo de la historia o pueden no significar nada, del espectador depende decidir la importancia de estos detalles. El juego del protagonista con las monedas o el ticket de compra son claros ejemplos, pueden ser claves en la investigación o no significar nada, simples coincidencias.
 Obviamente Golfrid juega con el espectador (como debe ser) con unos giros argumentales  que pretenden ser originales pero se quedan en nada cuando el espectador es capaz de verlos venir. Su film me recordó a Los crímenes de Oxford en más de una ocasión, no sólo por el ambiente universitario ni por la relación entre profesor y alumno sino por lo decepcionante de los resultados de ambas propuestas.


 Con una dirección y una historia ampliamente mejorables, el verdadero problema del film son las interpretaciones de Calu Rivero y Alberto Ammann. Ammann está terriblemente inexpresivo y no me lo creo en la piel de su enigmático y ambiguo personaje. No da la talla como psicópata ni como sospechoso. Desde su primera aparición me resultó frío y forzado, fuera de lugar. Por su parte, Calu Rivero es una modelo (y dicen que actriz) argentina muy guapa (las cosas como son) pero no hay quien se la crea. Sus interpretaciones no están a la altura y menos si los pones a compartir plano con un Ricardo Darín, no hay color. El supuesto duelo interpretativo entre Darín y Ammann se salda con una clara victoria por goleada a favor del primero. De hecho, toda la película recae sobre sus hombros y si el resultado final es decepcionante no se debe a Darín. Igualmente la supuesta tensión sexual entre Darín y Rivero brilla por su ausencia.

Golfrid peca de pretencioso pretende que el espectador monte su propio puzzle con las piezas que él le proporciona, pero no logra que entre en su juego y el espectador se siente estafado al final del film.

4

2 comentarios:

Anónimo dijo...

a mi se me quedo una cara de idiota al final... no puede haber un final menos conseguido y mas fallido

Luis Cifer dijo...

Entiendo lo que me dices, Gabriel, no te falta razón. El film arriesga, sin duda, pero no sale airoso del embite. Se aparta del trhiller convencional pero no llega a ningún sitio, sólo provoca enfado y sensación de estafa en el espectador cuando aparecen los títulos de crédito.