martes, 13 de enero de 2015

Ida


Polonia, 1960. Hace 15 años que acabó la Segunda Guerra Mundial, una novicia emprende un viaje junto con su tía para encontrar los restos de sus padres asesinados en la guerra.

 Ida se podría definir como una Road movie polaca sobre una novicia y su tía comunista en busca de los restos mortales de sus familiares. Si el tema te parece poco atractivo mejor ni te acerques a esta película. Si buscas algo distinto a lo habitual o una rara joya de cine europeo, Ida es tu película.




 El director Pawel Pawlikowski tiene algo que contar y le concede tanta importancia a la forma como al contenido. Un difícil equilibrio en el que ambos se combinan de forma magistral, siendo el uno el complemento idóneo para el otro. Por una vez forma y contenido se fusionan de manera indivisible. Su historia de dos mujeres totalmente opuestas unidas por una tragedia familiar es un duro drama pero desprende un sutil mensaje encerrado en sus imágenes.

Vayamos por partes. Lo primero que nos seducirá de esta película serán sus imágenes. Ya desde el primer plano Pawlikowski nos atrapa la mirada con esa espectacular fotografía en blanco y negro. Pawlikowski hace un uso asombroso de los planos fijos y no mueve la cámara en casi ningún momento. Su cine es un cine de ritmo lento, contemplativo, que invita a la reflexión mientras admiramos la belleza de sus imágenes. Tampoco hay travellings ni zooms. No hacen falta. Cada plano fijo tiene una composición tan estudiada como perfecta. Cada mirada, cada encuadre tiene un sentido. Los peculiares encuadres dejan ver la luz y el aire que rodea a los personajes. Como si fueran mucho más de lo que aparentan, como si algo intangible rodeara continuamente a los personajes. Pawlikowski parece decirnos que somos mucho más que carne y hueso, somos luz y aire. Algunos lo llamarán alma.

 Ambas mujeres influyen una en la otra. La tía es promiscua, fumadora, bebedora y miembro del partido comunista polaco. Su sobrina Ida es una novicia que nunca ha salido del convento. Como en toda road movie el viaje geográfico será un viaje también interior, ambas aprenderán la una de la otra y sus vidas nunca volverán a ser iguales. Del rechazo e incomprensión iniciales irán pasando a una cierta admiración mutua. Ida conocerá el amor, las ganas de vivir y experimentar. Por su parte, su tía descubrirá que existe otra forma de ver la vida de la cual se apiadará en un pricipio principio pero irá cambiando de parecer. El vacío existencial al que parece abocada la tía dentro del sistema comunista no le permite realizarse como persona ni expulsar a sus demonios interiores. Su vida disoluta no es más que una vía de escape para huir de sí misma.
  Ida tiene dudas antes de tomar sus votos. Siente que hay todo un mundo ahí fuera que ella no conoce, siente cosas que no es capaz de explicar. Sin embargo el vanal mundo exterior tampoco la seducirá en un principio. Ambas mujeres parecen condenadas a sufrir por los crímenes del pasado y son incapaces de encontrar su camino en las realidades que les han tocado vivir. Tía y sobrina están abocadas a la frustración pero Ida tiene fuertes creencias religiosas, algo de lo que su tía carece. Ida encuentra en la religión un significado a tanto dolor. Su tía no tiene ese consuelo, una vez creyó en el comunismo pero ahora ya no cree en nada. Pawlikowski contrasta la fe y lo material usando a estas dos mujeres como metáfora.

 El film trata acertadamente el asunto de la Memoria histórica. Lo cual me lleva a plantearme: ¿se podría haber hecho un film así en nuestro país ? Ya sabemos la polémica que se suscitó. En mi opinión, la verdad deber ser sacada a la luz, por mucho dolor que genere puede ser la única manera de cerrar definitivamente ciertas heridas. Los familiares de las víctimas tienen derecho a saber qué pasó realmente. Deben ser ellos los que decidan hasta dónde quieren saber, ningún gobierno debe negarles el derecho a saber donde están sus parientes o qué fue de ellos. Todo el mundo merece un entierro justo y que se sepa la verdad por mucho dolor que ésta genere. Los familiares de las víctimas tienen derecho a saber qué ocurrió con sus familiares y a darles una sepultura justa. No se trata de buscar venganza ni hacer justicia (ya es muy tarde para ello). Creo que ésta es la tesis por la que aboga el film.


 Nada de lo escrito anteriormente tendría sentido sin el trabajo de dos grandes actrices que hacen suyos los personajes de forma asombrosa. Tanto Agata Trebuchowska como Agata Kulesza transmiten magistralmente todas las contradicciones y el dolor de sus personajes.

 El viaje de Ida sembrará más dudas que certezas en el espectador pero vale la pena. Si no le temes a los planos fijos, dale una oportunidad a esta gran película.

7,5

1 comentario:

Azrael dijo...

A mi no me movio nada, Tangerines es
Infinirtamente superior