Al inicio de Kubo y las dos cuerdas mágicas con la pantalla
totalmente a oscuras, oímos la frase “Si han de parpadear, háganlo ahora”. La
frase no podría estar mejor elegida para avisarnos del torrente visual que
estamos apunto de contemplar. Una vez empieza la acción uno desea no perderse
ni un solo fotograma de esta gran película de animación.
La galopante crisis creativa reinante en el
cine comercial (repleto de remakes y secuelas) es especialmente sangrante en el
cine de animación. Los grandes estudios evitan el riego y explotan franquicias
de probada rentabilidad. Ahí siguen empecinadas en alargar hasta el ridículo
sagas agonizantes como Kung Fu Panda o Ice
Age (que ya va
por la quinta entrega). Cualquier película de animación que tenga éxito debe
tener una continuación o un spin off, ahí está Gru con
sus dos entregas y el film sobre Los minions. Incluso Pixar ha patinado con
secuelas como Cars 2, Monstruos University o Buscando a Dory.
Por suerte, no todo está perdido. Como si de la
aldea gala de Astérix se tratara, hay una compañía de animación que resiste en
medio de tanto miedo a salir de la zona de confort. Me refiero a los estudios Laika
Animation, quienes han hecho de la
calidad, el riesgo y la innovación una característica de sus productos.
Laika se caracteriza por hacer animación a base de la vieja técnica del stop
motion (ayudada
puntualmente por algo de ordenador) y por unas historias más sombrías de
lo habitual y no destinadas exclusivamente al público infantil. Su andadura
empezó de forma brillante en 2009 con Los mundos de Coraline bajo
la dirección de Henry Selick (Pesadilla
antes de navidad, James y el melocotón gigante) basada en la novela de Neil
Gaimam (un autor
que lleva el riesgo en su ADN). Luego vino El alucinante mundo de Norman (2012) que mantuvo el nivel y Los Boxtrolls (2014) que, en mi opinión, fue un paso
en falso. Sin embargo, con Kubo han vuelto a su mejor nivel.
Kubo y las dos cuerdas mágicas
es una excepcional película de aventuras. Su historia es mucho más compleja de
lo que estamos acostumbrado y algunos pasajes son realmente tenebrosos. Vamos,
que estamos ante un film más cercano a los films de estudio Ghibli que a la
ñoñería de Disney. Algo que es muy agradable para los espectadores adultos, da
gusto que no te traten como un idiota en la sala de cine.
La verdad es que Travis
Knight se estrena
en la dirección de manera impecable. Su film es un prodigio visual lleno de
poesía y belleza conjugado sabiamente con el mejor cine de aventuras. Kubo y
las dos cuerdas mágicas no es solamente es un regalo para los ojos, su historia
es una maravilla. El guión tiene matices, los personajes no son planos,
evolucionan y todo tiene un significado. Hasta las dos cuerdas del título.
Estamos ante el típico viaje iniciático del joven héroe, nada nuevo bajo el
sol, pero con las suficientes variantes como para hacerlo fascinante. Valga
como ejemplo que el protagonista es un chico discapacitado que se gana la vida
como narrador callejero de historias a la vez que cuida de su madre. Nada
de princesitas aburridas en sus castillos en busca del príncipe azul. También
los secundarios están mucho más elaborados en el guión, nada es lo que parece y
reconozco que algunos giros me pillaron por sorpresa. Pero todo film de
aventuras depende de sus villanos, en este caso las dos brujas hermanas son tan
malvadas como terroríficas. Es cierto que a los más pequeños algunos
pasajes les pueden asustar un poco pero los acertados toques de humor y la
camaradería que desprende el film lo acercan a terrenos muy adecuados para los
peques. Mis hijos pasaron algo de miedo, se asustaron, se rieron, se
divirtieron, se maravillaron y vibraron con esta historia. Todo un torbellino
emocional.
Ya para acabar, debo destacar que el
tratamiento a la cultura en la que enmarca su historia. No es mero folclore ni
se limitan a copiar paisajes y edificios. Se nota un verdadero interés por la
cultura japonesa y su tradición. Me agradó mucho la partitura de Dario
Marianelli y su
manera de basarse en la música tradicional japonesa. Hablando de música, me
sorprendió la excelente versión que Regina Spektor se
ha marcado con aires japoneses del While
my guitar gently weeps de George
Harrison que
acompaña a los bellísimos los títulos de crédito finales (que recomiendo ver
hasta el final).
Kubo y las dos cuerdas mágicas es, por ahora,
la mejor película de animación de 2016.
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