En esto del cine está todo inventado hace
décadas. Siempre quedan cosas interesantes por decir aunque es casi imposible
que otro no las haya dicho ya antes. Y casi siempre mejor. Por suerte, queda
todavía un grupo de cineastas con una mirada muy personal que orbita
normalmente fuera de los circuitos comerciales. Ahí están directores como David Lynch, Yorgos Lanthimos, Denis Villeneuve, Lars Von
Trier o Darren Aronofsky.
Concretamente, la filmografía de Aronofsky parece especialmente centrada en los aspectos menos edificantes del ser humano. Ya desde sus primeros e inquietantes films como Pi o Réquiem por un sueño, sus personajes parecen inmersos en pesadillas de las que parece imposible escapar. Aronofsky se siente cómodo mostrando el agobio de los personajes. Ni que decir tiene que su cine no es apto para todos los paladares. A pesar de contar con estrellas como Hugh Jackman o Rachel Weisz, La fuente de la vida fue un duro film sobre la pérdida que a muchos espectadores pudo parecer impenetrable. Quizás sus films más aclamados por el público sean esas joyas llamadas El luchador y Cisne negro, a los que siguieron un patinazo en toda regla como fue Noé. Con Madre! Aronofsky vuelve a lo que mejor sabe hacer: cine sobre obsesiones en el que la realidad y ficción se confunden. Si eres de los incautos que se metieron en la sala de cine solamente por que viste en el cartel los nombres de Jennifer Lawrence y Javier Bardem, lo siento de veras por ti. Quizás deberías haberte fijado más en el nombre del director. Ya lo dice mi amigo Dabi, hay dos tipos de aficionados al cine: los que hablan de actores y los que hablan de directores.
Concretamente, la filmografía de Aronofsky parece especialmente centrada en los aspectos menos edificantes del ser humano. Ya desde sus primeros e inquietantes films como Pi o Réquiem por un sueño, sus personajes parecen inmersos en pesadillas de las que parece imposible escapar. Aronofsky se siente cómodo mostrando el agobio de los personajes. Ni que decir tiene que su cine no es apto para todos los paladares. A pesar de contar con estrellas como Hugh Jackman o Rachel Weisz, La fuente de la vida fue un duro film sobre la pérdida que a muchos espectadores pudo parecer impenetrable. Quizás sus films más aclamados por el público sean esas joyas llamadas El luchador y Cisne negro, a los que siguieron un patinazo en toda regla como fue Noé. Con Madre! Aronofsky vuelve a lo que mejor sabe hacer: cine sobre obsesiones en el que la realidad y ficción se confunden. Si eres de los incautos que se metieron en la sala de cine solamente por que viste en el cartel los nombres de Jennifer Lawrence y Javier Bardem, lo siento de veras por ti. Quizás deberías haberte fijado más en el nombre del director. Ya lo dice mi amigo Dabi, hay dos tipos de aficionados al cine: los que hablan de actores y los que hablan de directores.
Madre! es 100% Aronofsky. Que no
te engañe la campaña publicitaria (que vendía la película como un thriller) ni
su laureado reparto. Sin desvelar nada de la trama, lo que empieza como una
plácida historia de una pareja se va enturbiando hasta convertirse en una
auténtica pesadilla. La pareja es todo un universo en el que, a veces, los
elementos colisionan formando una auténtica supernova. A mí ese insano retrato
de la pareja me recordó al Anticristo de
ese otro loco provocador llamado Lars Von Trier. Por
otro lado, la casa en la que se encuadra la acción es un personaje más y va
cambiando al igual que lo hacen los actores. En ese aspecto Madre! emparenta
con la trilogía del apartamento de Roman Polanski (Repulsión, La semilla del
diablo y El quimérico inquilino). Incluso uno de los carteles
promocionales es muy similar al de La semila del diablo,
quizás su deuda más obvia. Más allá de las inevitables referencias, Madre!
tiene una personalidad propia, la personalidad de uno de los directores más en
forma del momento.
Madre! se adentra por los
pantanosos terrenos de la mente femenina mientra elabora una extraña simbología. Jennifer
Lawrence es la protagonista absoluta de esta película, todo el resto del
reparto son meras comparsas. Aronofsky demuestra su fascinación por la actriz
en casi cada plano. Su cámara se deleita con ella, la sigue durante todo el
metraje y su cara ocupa completamente la pantalla durante buena parte del film.
Por algo han sido pareja en la vida real. Aronofsky narra el film desde sus
ojos y nos introduce en la mente de su protagonista. Intuimos su amor
incondicional y su miedo gracias a una Jennifer Lawrence en estado de
gracia en el que debe haber sido el rodaje más duro de su carrera. Sabemos
que algo va mal desde el principio. Algo oscuro se esconde entre las grietas de
esta vieja casa de la cual la protagonista no puede salir. Aronofsky coquetea con elementos del cine de terror pero va mucho
más allá. El peor terror proviene del interior, no de una
amenaza exterior. Obviamente, la figura del esposo escritor (Javier Bardem) resulta mucho más ambigua y no es de
forma casual. El amor incondicional de la protagonista le lleva a someterse a
los deseos de su marido y sacrificar su propia existencia. En busca de una
inspiración que le libere del bloqueo artístico, el escritor abrirá las puertas
de su casa a nuevos personajes (excelentes Ed Harris y Michelle Pfeiffer) que supondrán un auténtico
calvario para su esposa. Un calvario que se desata tras una primera hora más
que interesante. Ante nuestros ojos la trama comienza a tornarse cada vez más
retorcida e inverosímil en una espiral que parece no tener fin. Una plácida
cena entre esposos acaba mutando en una batalla campal (no exagero). Son el
éxito y el reconocimiento de los demás los que acaban desencadenando la tragedia. Ocurre cuando nos importa más lo que piensen los demás que
nuestros seres queridos. Aronofsky se torna en un director
cruel que parece odiar a la raza humana y recuerda al Buñuel más ácido de El ángel exterminador. ¿Es la sociedad el auténtico
villano de la función?. Esa masa sin forma ni moral que actúa como una horda
que arrasa con todo. El infierno son los otros, decía
Sartre. A Aronofsky le honra que evite las tramas fáciles y complacientes con
el espectador.
Reconozco
que me gusta este tipo de cine lleno de simbologías y múltiples lecturas. Yo
pasé un muy buen mal rato con esta película. Me hizo pensar y reflexionar. Eso
sí, no es apta para todos los paladares.
Venga,
vale, para los que se quedaron con cara de tonto en la sala de cine, ahí va mi
particular explicación de Madre!:
******Spoiler******
Aranofsky combina la simbología
religiosa con la ecología para elaborar una compleja alegoría. La casa es el
Edén. El corazón es la energía que dota de vida al Edén. El personaje del
escritor (un demiurgo al fin y al cabo) representa a un Dios ególatra sin ideas
hasta que llegan sus dos adoradores, Pfeiffer y Harris, que simbolizan a Adán y
Eva. Sus hijos enfrentados representan a Caín y Abel. Jennifer Lawrence
simboliza a la madre tierra y a todas las madres, ama a sus hijos aunque estos
la maltraten. Su sufrimiento es el de todas las madres y también el del planeta
destrozado por los humanos. Cuando Dios deja entrar en el Edén a Adán y Eva
para que le veneren, entran también otras personas (los humanos) que se creen
que el Edén les pertenece y se dedican a destruirlo. El personaje de Jennifer
Lawrence finalmente se queda embarazada y tiene un hijo (Cristo) que es
entregado por Dios a sus fieles para que lo sacrifiquen. Dios es así visto como
un ser egoísta y cruel que sacrifica a su propia familia en busca de adoración.
Reinan la violencia y el caos, la madre tierra es maltratada sin poder escapar
hasta que decide destruirlo todo con un fuego purificador. “Te lo he dado todo y lo has regalado todo. No me queda nada más.”
Pero el final de un ciclo es el inicio del siguiente.
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3 comentarios:
ALELUYA !!!!!
Alguien más a quien le ha encantado "Madre!". Que ya me sentía demasiado solo en esta tierra jajaja! Así que agradezco cada una de tus palabras, que las comparto todas. Para mi la película ha sido un viaje brillante.
Saludos!
Esteban
http://politocine.blogspot.com
Pues me alegro que coincidamos y agradezco el comentario. Muchas gracias. ya ves que no estás solo.
Gracias por a cita... Nos la veremos.
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