jueves, 10 de mayo de 2018

Campeones


Para triunfar hay que asumir riesgos y parece innegable que Javier Fesser es un adicto al riesgo. Su peculiar forma de entender el cine aunando diversión y sentimientos es una arriesgada fórmula que hasta ahora se ha mostrado infalible.


 Ahí han quedado joyas como El milagro de P.TintoCamino o sus películas sobre Mortadelo y Filemón. Considero recomendable toda su filmografía (incluidos todos sus cortos) aunque Campeones sea probablemente obra más redonda hasta la fecha. Al menos, es su propuesta más equilibrada. Huyendo de sentimentalismos baratos y paternalismos varios, Javier Fesser y David Marqués han escrito una divertida historia aparentemente sencilla que contiene momentos igualmente intensos y emotivos. Reconozco que me reí mucho con Campeones y también me tocó la fibra. No es fácil ese equilibrio entre la comedia y la ternura pero Fesser lo logra varias veces.

 Estamos ante una historia no demasiado original, el típico entrenador que debe hacerse cargo de un equipo de perdedores. Ya sabes, podríamos pensar que estamos ante el típico film de superación personal a través del deporte y blah blah blah. Tampoco debo negar que me acordé de la maravillosa Alguien voló sobre el nido del cuco. Y algo hay de todo ello en Campeones pero Fesser consigue algo completamente distinto, con personalidad propia. Más allá de los conseguidos gags y el correcto apartado técnico, el film logra algo muy difícil: provocar la risa sin reírse de nadie. Se dice que la risa coloca moralmente al espectador por encima de alguien. En todo chiste o comedia suele haber un tonto que sea objeto de la burla del espectador. Tanto el escritor como el público se creen superiores a dicho objeto de la burla. Pero Fesser consigue hacer comedia sin tomar por tonto a nadie. Las personas con discapacidades intelectuales son tratadas con enorme respeto y dignidad, rompiendo tabúes a favor de estas personas tan olvidadas por la sociedad. Campeones va más allá de los estereotipos y viene a demostrar cuan equivocados podemos estar las personas supuestamente normales. Es más, son las personas normales las que se han convertido aquí en el objeto de la burla. Como bien se dice en la película, los discapacitados pueden ser lentos pero no son tontos. De hecho, los únicos personajes negativos son los que llamaríamos personas normales, sirva de ejemplo el amigo de los protagonistas o el compañero de trabajo.  Debo admitir que me lo pasé genial durante toda la película, si he destacar alguna escena, me quedo con las escenas de la ducha y la del ascensor. Simplemente geniales.

¿Y el reparto? Una vez más tenemos a un Javier Gutierrez en racha y con un personaje que parece escrito a su medida. Aunque los actores con discapacidades intelectuales le roban descaradamente la función. Personajes así de humanos es muy difícil que los veamos en mucho tiempo. Bravo por Fesser y bravo por estos actores por atreverse a embarcarse en un proyecto tan arriesgado y tan bonito.
Como única nota negativa debo citar el abusivo uso de la música, creo que en algunos momentos sobra. Me molestó un poco ese énfasis musical para inducir determinados sentimientos en el espectador. Ojo, no digo que la música de Rafael Arnau no me gustara, todo lo contrario, sino que creo que muchas escenas hubieran tenido el mismo efecto en el espectador sin el refuerzo de la música. Tal es la fuerza de la historia y la cercanía de sus intérpretes. También me gustó la canción de Coque Malla.
Lo dicho, un film muy recomendable y necesario. Además, le quitó el primer puesto de la taquilla española al pesado de Spielberg con su última tontería  sobre dinosaurios repleta de vacíos efectos digitales, una gesta que no se logra todos los días.

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