Carlito Brigante (Al Pacino) sale de la cárcel totalmente decidido a cambiar de vida. El narcotráfico le dio fama y dinero pero ahora decide mantener sus manos alejadas de la droga.
En El precio del poder (Scarface, 1982) Brian De Palma (El fantasma del Paraíso) adaptó con éxito el clásico del cine negro de los años 40 a los cánones del cine de gángsters de los 80. El violento guión de Oliver Stone narraba la ascensión de un narco desde la patera hasta la cima del mundo. En la inolvidable escena final, Tony Montana (Al Pacino) se enfrentaba solo a todo un ejército de mercenarios que asalta su mansión.
Rodada 10 años después, Carlito’s way podría haber sido una segunda parte de El precio del poder, incluso en algunos países sudamericanos se publicitó como tal. Es cierto que repiten director y actor protagonista, dando ambos lo mejor de sí mismos (quizás por última vez), pero no es una segunda parte. David Koepp adapta la novela Afterhours de Edwin Torres y elabora una magnífica historia de redención en un mundo implacable.
Nadie parece creer a Carlito Brigante, pero él tiene el firme propósito de cambiar de vida. Carlito es visto como una leyenda viva por los jóvenes del barrio, un ejemplo a seguir por los jóvenes delincuentes. Que ahora reniegue de su pasado no es fácil de aceptar para los que crecieron con los relatos de sus hazañas. Carlito sólo quiere huir con la mujer que ama, pero la adicción a la cocaína de su abogado y amigo (un genial Sean Penn) pondrá aún más en peligro los planes de nuestro protagonista. El letrado empezará a perder el control en los momentos menos oportunos, creando nuevos y letales enemigos.
A lo largo de la película asistimos a varias escenas inolvidables. La tensa escena del billar es de una planificación y una puesta en escena digna de estudio. Lo que parece una animada conversación entre colegas de pronto se convierte en una situación límite. De Palma controla perfectamente el tempo cinematográfico y estira la escena hasta límites insospechados hasta que la violencia estalla de forma brutal. El final de la escena con nuestro protagonista acorralado en un baño y sin balas es de una tensión inusitada. Sólo le queda su fama de cabrón para salir con vida.
En otra estupenda escena Carlito recibe la visita de un antiguo compañero de fechorías (Viggo Mortensen) al que le descubre un micrófono, no será el único que le traicionará. También su abogado irá complicándole la vida cada vez más. La línea que separa el bien del mal, la ley del delito, será cada vez más difusa y los enemigos surgirán de ambos lados de la ley. Como se dice en un momento dado “Si vives el tiempo suficiente, todo el mundo tiene un motivo para matarte”.
La mejor escena del film es la sobrecogedora persecución final por la terminal de Grand Central. Pocas veces he sentido tantos nervios viendo una película. DePalma usa todo su talento a favor de una persecución al límite. La creíble interpretación de Pacino logra que nos identifiquemos de tal manera con el protagonista que lo pasamos realmente mal y deseamos que finalmente se escape de sus perseguidores. DePalma parece homenajearse a sí mismo al repetir un final en una estación de trenes, como en Los intocables aunque en aquella ocasión homenajeó la escena de las escaleras de El Acorazado Potemkin.
De Palma no innova nada, este tipo de escenas ya las dominaban Coppola o Scorsese pero se postula como un artesano igualmente hábil y eficaz. Su trabajo desprende esta vez una perfección técnica apabullante. El manido recurso de la voz en off es aquí usado magistralmente, aumentando la tensión en el espectador.
Sin moderneces innecesarias ni imitaciones a Hitchcock (su pecado capital), DePalma elabora un gran film que te engancha desde el primer minuto y cuya tensión va en aumento hasta llegar a un clímax antológico de esos que no se olvidan y te dejan el corazón en un puño.
Una gran película de cine negro.
8'5
6 comentarios:
Una película magnífica, de lo mejor del irregular De Palma. Me encanta la secuencia en la que Pacino, cubriéndose del chaparrón con la tapa de un cubo de basura, contempla a su amada desde lo alto de un ático mientras suena un fragmento de la ópera Lakmé de Léo Delibes.
Un cordial saludo.
Una joya totalmente ignorada por la crítica y los OScars. Merece una reivindicación.
Esta es una película tipo Scarface (también de De Palma), tiene momentos tan grandes que uno hace la vista gorda a todos los fallos o bajones de ritmo que pueda tener. Curiosamente es más conocida Scarface, supongo por el rollo de ser "de culto", pero a mi "Atrapado por su pasado" me parece mejor película, más equilibrada, aunque... menudo subidón tiene al final!
Espectacular, de lo mejor de De Palma. Pacino y Penn, colosales. No creo que le pudiera poner ningun pero. Todo un clásico.
Peliculon,tampoco creo que merezca ningun pero.Geniales actuaciones!una de las faboritas de Tarantino.CLASICO
Publicar un comentario