miércoles, 26 de septiembre de 2012

El ansia (The hunger, 1983)



 Tony Scott nunca fue santo de mi devoción. Ser el hermano pequeño (en edad y talento) de Ridley Scott no debió de ser fácil pero Tony nunca arriesgó ni innovó nada, sólo se sumaba a la moda imperante en cada momento.

 El pequeño de los Scott nunca fue un autor que tuviera una personalidad propia ni nada realmente interesante que decir. En la década de los 90 la calidad de las películas de los hermanos Scott estuvo muchas veces por los suelos y ambos acabaron equiparados en vacuidad y superficialidad. Al menos, Ridley tuvo algunas obras maestras al inicio de su carrera (Alien, Blade runner), pero Tony no pasó de algún film curioso y mucho film palomitero con estética de anuncio. Ya siento ser así de taxativo y de claro, también lamento el final que ha tenido este señor, pero su cine ha sido un verdadero dolor para quien escribe estas líneas. Sinceramente, no creo que la obra de Tony Scott se estudie en las academias de cine dentro de 50 años (si tal cosa ocurre, sí que estaremos jodidos). En manos de este señor el cine se convirtió en un vídeo musical o un anuncio de 2 horas. Pura propaganda. Su estilo de anuncio de los años ochenta acabó evolucionando hacia el cine de personajes aún más dañinos como Roland Emmerich y Michael Bay. El ansia fue su primera película y una de las más interesante, a mi parecer.

Corría el año 1983 y los ochenta estaban en pleno apogeo. Una historia de vampiros que cuente en su reparto con David Bowie, Catherine Deneuve y Susan Sarandon ya tiene bastantes puntos de interés como para merecer un visionado. El pequeño de los Scott nos presenta unos vampiros chic, modernillos y estirados. Todo muy sofisticado pero con poca chicha. Se modifica algo el mito del vampiro y se le busca un nuevo origen al vampirismo (otra vez le toca al antiguo Egipto): los vampiros no tienen colmillos, se reflejan en los espejos y pueden salir de día, etc. Lo malo de El ansia no es que sea un film snob que se ha quedado muy viejo (a no ser que añores los cardados y las hombreras), es que no da miedo. Scott nos muestra a los vampiros como unos adictos a la sangre pero es incapaz de intrigar o asustar lo más mínimo al espectador. La trama es interesante y los personajes daban bastante juego pero ni el guión ni la dirección están a la altura. Scott no pierde tiempo presentando a los personajes ni sabe sacarle el partido a las estrellas que tenía en el reparto. Se quedó en la estética, en la sangre y el sexo pero no supo plasmar el verdadero drama que se supone que padecen los vampiros de su film.

Tampoco acierta con el ritmo y la peli se hace aburrida por momentos aun a pesar de no contar demasiadas cosas. Tanta fotografía de anuncio acaba resultando demasiado fría, casi tanto como la interpretación de David Bowie. Mira que le tengo cariño a Bowie, pero nunca ha sido un gran actor y aquí está especialmente inexpresivo. Tampoco la Deneuve o la Sarandon estaban muy expresivas, la verdad. Deneuve está correcta como pérfida vampira, esa belleza gélida e indiferente que tanto le gustaba a Buñuel queda muy bien al personaje, pero Sarandon dista mucho de sus mejores actuaciones.
Por cierto, la escena final fue incluida a posteriori por indicación de los productores con vistas a una posible secuela. Ya hemos dicho que Tony Scott no era un director de mucha personalidad, así que rodó e incluyó dicha escena aunque no fuera coherente con todo lo anterior visto en el film. El ansia no fue ningún éxito, ni de crítica ni de público, por lo que no hubo secuela pero sí un final bastante incoherente.

 El film sirve como ejemplo de ese cine de los años ochenta, muy moderno en su día pero que ha envejecido bastante mal. Más allá de la estética y de su desaprovechado reparto de lujo, el film no tiene mayor interés. Las escenas más recordadas de El ansia son los títulos de crédito iniciales con la canción de Bauhaus Bela Lugosi’s dead en la que el propio grupo aparece (esencia de videoclip) y la escena lésbica entre Catherine Deneuve y Susan Sarandon, la verdad es que ambas escenas tienen un innegable atractivo y creo que son de lo mejor de toda la carrera de su director por distintas y evidentes razones.


Obviamente, el fim creó cierta escuela y es hoy considerado por muchos un film de culto, no es mi caso.


3 comentarios:

Jack dijo...

"Amor a quemarropa" y "Marea roja" son las únicas películas que me han gustado de este desdichado director. No soy muy partidario del suicidio y sin embargo pienso que cada uno puede hacer lo que le de la gana si deja a los demás tranquilos

Möbius el Crononauta dijo...

Ésta no la he visto, y lo que he visto no me ha vuelto loco, aunque hay otras de Tony que me gustan bastante. Pero las escenas tórridas están muy bien.

saludos

Luis Cifer dijo...

En mi opinión Tony Scott se sumaba a las modas de cada momento y nunca aportó nada interesante. Sabía rodar pero nunca hizo nada realmente destacable. Amor a quemarropa se salva por la historia de Tarantino y MArea Roja por las interpretaciones de Jackman y Washington.