lunes, 10 de febrero de 2014

Arrugas


Tanto el cómic como el cine de animación comparten el falso estigma de estar destinados a un público infantil y/o adolescente. No tiene por qué ser así. Tanto el cómic como el cine de animación pueden abordar temáticas adultas con resultados más que satisfactorios. Arrugas es un claro ejemplo.

Ya hemos hablado alguna vez de cómo la sociedad en general y el cine en particular parecen olvidarse deliberadamente de los ancianos. Hecho que considero un tremendo error. Cierto que cuando uno es joven no quiere preocuparse por problemas que aún le quedan muy lejos y que  las salas de cine sobreviven gracias a los sectores más jóvenes de la población, pero olvidarnos de un sector tan amplio de la sociedad y del que tanto tenemos que aprender no puede ser bueno ni a corto ni a largo plazo.

A mí las residencias de ancianos me dan más escalofríos que los cementerios. Me recuerdan a las cárceles o los campos de concentración. Sus vallas me parecen más destinadas a evitar que se escapen los internos que a evitar posibles robos. Tanto los ancianos como los presos parecen ser personas que no tienen hueco entre la sociedad y deben de ser recluidos y condenados a la soledad. El caso de los ancianos es mucho más doloroso, ya que ellos no han cometido delito alguno, sólo ya no son útiles para la sociedad y se han convertido en un estorbo. Es duro, pero la alta esperanza de vida actual nos está llevando a estos extremos. Sólo espero no tener que llevar jamás a un familiar mío a un geriátrico ni acabar mis días allí dentro.


Arrugas es un cómic de Paco Roca (con el que ganó el premio Nacional de Cómic en 2008) que fue adaptado a la gran pantalla por Ignacio Ferreras. Ambas obras comparten una visión valiente de la tercera edad. Ambas afrontan la terrible soledad de sus protagonistas y no caen en el error de intentar suavizar artificialmente los hechos narrados ni buscar la lágrima fácil (cosa que, al menos en mi caso, sí consiguió). Arrugas emparenta directamente con ese cine de animación que tiene en films como Cuando el viento sopla o La tumba de las luciérnagas sus mayores exponentes. A pesar del amable aspecto visual, los temas tratados son de una terrible dureza. Con un dibujo sencillo (heredero del anime japonés) y una limpieza en los trazos, el film se apodera del espectador y pronto le pone el corazón en un puño. Sin alardes técnicos innecesarios y una estupenda presentación de personajes, el film atrapa al espectador sin remisión.

La soledad y el daño provocado por una enfermedad tan terrible como el Alzheimer son el eje central del film. Si la memoria es parte fundamental de nuestra personalidad, los enfermos de Alzheimer no sólo pierden sus recuerdos sino que pierden también su personalidad. En Arrugas también hay hueco para la amistad y la camaradería, siendo casi un film de colegas en apuros (aunque sean ancianos) o incluso del subgénero de fugas. Debo destacar a la pareja formada por los ancianos Emilio y Miguel (tan opuestos entre sí como necesarios el uno para el otro), en mi opinión es una de las mejores del cine español de los últimos años. Es una extraña pareja atrapada que intentará evadirse de la rutina hasta que el avance de la enfermedad sea ya irreversible. Desean seguir viviendo mientras sean capaces de saber quienes han sido. También el tema del sacrificio por los demás está tratado de forma admirable.

No son pocas las veces en las que la emoción se asomó a mis ojos en forma de lágrimas. Sólo por la ternura y la valentía con la que se abordan la vejez y la muerte (muy lejos del paternalismo y la ñoñería de Disney) vale la pena ver esta estupenda película.

7,5

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