Odio el cine de Michael Bay y todo lo que significa. Para mí sus películas (por
llamarlas de alguna manera) son el paradigma de lo que nunca debió de ser el
cine. Bay es un peligro público que, ironías crueles del destino, ha
tenido grandes éxitos de taquilla como Bad boys, The rock, Armagedon, Pearl Harbor o ese elogio a la estupidez que es la
saga Transformers. Su estridente cine se basa
únicamente en los efectos especiales sin tener el más mínimo interés en la
trama (ridícula cuando no inexistente en todos sus films) ni en el desarrollo
de personajes (planos y patriotas). Su cine para memos parece tener como único
objetivo glorificar a las fuerzas armadas estadounidenses. No se sabe si Bay ha
leído un libro alguna vez o si ha salido de su país, pero creo que cualquiera
de las dos cosas le vendría muy bien. Igual descubre algo. Tampoco podemos
decir que su estilo haya evolucionado en estos 20 años de carrera. No solo
es un director anclado en su propio estilo visual sino que se dedica a producir
abundante basura que recae en manos de otros directores más negados que él,
cosa difícil de creer. Así ha producido innecesarios remakes de films de terror
como La matanza de Texas, Viernes 13 oAmytiville. Como era de esperar, todas ellas muy
inferiores a las originales. Las filmografías de Michael Bay y Roland Emmerich son al cine
lo que una hamburguesa de McDonald’s a la cocina internacional: pura basura
consumida diariamente por millones de personas que, quizás, no conozcan nada
mejor. Así nos
va.
Todo este largo párrafo glosando los motivos por los que odio el
cine de Michael Bay sirve de introducción para que entendáis mis reservas hacia
la última película de este tipo. Parece que ha abandonado parcialmente la
ciencia ficción más descabezada (ya sabes: miles de hierros cambiando de forma
vertiginosamente ante los ojos del mareado espectador) para adaptar una
historia real. Pero no una historia real cualquiera. La historia de unos
americanos atrapados en la embajada norteamericana de Bengasi, Libia, en 2012.
Una historia que le permite a Bay avisarnos del peligro que corren la
civilización occidental, la democracia y la libertad. Menos mal que están los
norteamericanos por el mundo. Que aunque sean soldados a sueldo, los
protagonistas de este film son norteamericanos y ellos sí que saben mantener a
raya a los insurgentes islamistas. A veces pienso si Bay no estará a sueldo de
la CIA.
No esperéis de Michael Bay una
somera aproximación a lo que supuso la malograda primavera árabe ni una
detallada descripción de la situación en Oriente Medio. Tampoco se explica
quien fue Gadafi a pesar de que su cara aparece bastante en el film, únicamente
se explica que fue un dictador y que tenía una guardia personal formada por
mujeres. Todo lo demás le importa muy poco a Michael Bay y a su público ávido
de acción. Con unos breves textos explicativos (apenas 25 segundos), Bay nos
mete en faena. Una pena que Bay se dedique tanto tiempo y dinero a las escenas de
acción y no pierda un segundo en meternos en el contexto histórico de su film. En ese aspecto me han gustado mucho
más films recientes como Argo, La noche más oscura o Único superviviente. Pero Bay va a lo que va. Su
film emparenta más con Blak Hawk derrivado. Tiroteos a mansalva para
demostrarnos lo bravos que son los yanquis aunque estén en inferioridad
numérica. Que para algo creen firmemente en la familia y la camaradería. No
pueden faltar esos planos de la bandera yanqui, ni el publi reportaje de las
fuerzas aéreas norteamericanas, ni esos planos a cámara lenta marca de la casa.
Incluso se plagia a sí mismo mostrando el recorrido de una bomba que cae al
suelo que ya usó en Pearl Harbor.
Si uno consigue apartar a un lado
el patriotismo y las manidas alabanzas a la familia y la camaradería, nos encontramos
ante un film efectivo que cumple su misión de entretener. No me duelen prendas
en reconocer que es su mejor película hasta la fecha, tampoco era tan difícil,
y que pasé un rato agradable durante buena parte del metraje. Al menos esta vez, el film se hace ameno aunque sus dos horas y
media de tiroteos y asaltos acaben resultando excesivas. Esta historia (que tampoco hay mucha)
se podría haber contado en hora y media sin problemas. Las escenas de acción
están conseguidas, para eso son lo único que importan a Bay, y poco más se
puede decir.
Esta vez Bay está algo más comedido, es
cierto, no hay tanto efecto digital que marea al espectador ni chicas monas
metidas con calzador. Pero sigue siendo el maldito Michael Bay.
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