lunes, 19 de enero de 2015

Birdman (o La inesperada virtud de la ignorancia)



 Cuenta la leyenda que Johnny Weissmüller murió creyéndose Tarzán y que Bela Lugosi se creía realmente un vampiro hacia el final de sus días (las drogas son muy malas, amigos). A veces se produce una identificación tal del actor con su personaje que es realmente difícil distinguirlos. Esperemos que tal cosa no le acabe ocurriendo a Michael Keaton y su Birdman.

 La identificación de Keaton con su personaje no puede ser mayor. Keaton fue el Batman de Tim Burton en sus dos películas sobre el personaje. Nunca me gustó Keaton como Batman, sólo a Burton se le ocurriría hacer un Batman canijo y un Joker gordo. Pero Keaton no supo aprovechar la fama que le dio el hombre murciélago y su carrera se hundió. Igualmente su personaje en Birdman, Rigan Thompson, rechazó seguir interpretando al superhéroe Birdman y su carrera se fue al traste. Ambos (Keaton y Thomson) acabaron siendo adictos al alcohol y a los peluquines. Ahora Michael Keaton/Riggan Thomson intenta demostrar que no están acabado. Así pues, ambos (actor y personaje) se lo juegan todo a una carta que los situará en la cresta de la ola o los sepultará definitivamente en el olvido. No voy a contaros lo que ocurre con Riggan Thomson pero Keaton está magnífico en su última oportunidad.

 No olvidemos que los actores de cine comercial son despreciados por sus compañeros del teatro. Generan millones de dólares pero no tienen prestigio, prostituyen su talento (en el hipotético e improbable caso de tenerlo) por unos efímeros fama y dinero. Es por ello que estrellas del cine comercial se refugian en el cine independiente o el teatro en busca de reconocimiento y prestigio. Parece ser que, ironías del destino, la jugada le ha salido bien a Michael Keaton, está en el mejor personaje de su carera y ya le ha valido el globo de oro. Incluso Birdman es firme candidata a los Oscars de este año con nueve nominaciones.  Ya sabemos lo que les gusta a los de Hollywood mirarse el ombligo y divagar sobre sí mismos. Les fascina ver el mundillo del cine y el teatro retratados en la pantalla, da igual que los pongan a parir. Casi les gusta tanto como relanzar las carreras de actores olvidados. Sirva como ejemplo Michael Keaton.


 ¿Qué ha movido al director mejicano Alejandro Gonzáles Iñárritu a escribir y dirigir Birdman?  ¿Estaba cansado de ver cómo películas infames son las más taquilleras y cómo penosos actores son considerados estrellas? Yo diría que sí. El cine es (o debería ser) un arte además de una industria.
  Iñárritu ha sido valiente (osado más bien) y ha hecho un film visceral que se nota que le ha salido de las tripas (o más abajo), ha cargado contra todo aquello que le ha dado la gana: actores, críticos, industria, público, etc. Bravo por él, necesitamos más directores así. Se ha quedado tan ancho y encima parece que su película está gustando mucho a la crítica (contra la que lanza unas cuantas puyas) y los académicos. Por primera vez Iñárritu introduce la ironía y el humor negro en su cine, algo que le era muy necesario a su mortecina filmografía. Al menos, nadie puede negarle a Iñárritu que no haya intentado ser original y romper su propio estilo. Birdman es una negrísima autoparodia del mundo del espectáculo.

 Iñarritu arremete violentamente contra el cine comercial, personificado en Spider-man y Transformers. Ya sabemos que Hollywood es una industria que vomita siempre la misma basura para un público idiotizado a cambio de grandes beneficios. Todo pasa tan rápido hoy en día que dejas de ser una estrella cuando aún eres joven, imposible mantenerse siendo (casi) imposible volver a reflotar tu carrera. Cuando dejas de ser trending topic eres olvidado. Los quince minutos de fama de Warhol nos parecen mucho hoy en día.


  Birdman está lleno personajes que parlotean sin parar en ese microuniverso de camerinos y pasillos del teatro. Al espectador le cuesta entrar en la película, una vez que entras la cosa mejora y se disfruta pero AVISO: no es un cine para todo tipo de paladares. Que nadie piense que va a reírse con esta ácida comedia o que va a ver un film de superhéroes al uso.
Birdman adolece de demasiada cháchara y algunos bajones de ritmo. Tampoco esa especie de realismo mágico creo que sea del agrado de muchos espectadores. Yo pasé un buen rato pero acabé algo aturdido, se me hizo algo dura por momentos, sus dos horas de intensos diálogos me dejaron casi exhausto. Por cierto, yo acabé harto de la percusión de Antonio Sánchez, menudo peñazo de música. Quizás la intención era que el espectador se sintiera tan aturdido y confuso como el personaje principal, en ese caso es un éxito. La fotografía de Lubezki me pareció muy acertada a pesar de la complejidad que representaba la forma de rodar las escenas.


 En el irregular y caótico guión casi todos los actores tienes momentos en los que te ponen los pelos de punta. A parte de Michael Keaton, están sobresalientes Emma Stone (Amazing Spider-man), Naomi Watts (King Kong) y Edward Norton (El increíble Hulk). Como vemos, todos ellos tienen culpas que expiar por haber participado en el cine comercial y de súper héroes. Una vez más, Birdman nos ofrece una identificación entre actores y sus personajes.

 La forma de Birdman va unida de forma indivisible con lo narrado. Esta historia no tendría sentido de no estar contada en un único (y falso) plano secuencia. Ya en 1948 Alfred Hitchcock intentó rodar La soga en un único plano secuencia, como si de una obra de teatro se tratara. Las limitaciones técnicas se lo impidieron, parece ser que los rollos de las cámaras no duraban más de 10 minutos, por lo que La soga tiene varios cortes hábilmente disimulados por el mago del suspense. Casi 70 años después Iñárritu lo vuelve a intentar con un falso plano secuencia lleno de trucos digitales. Su plano secuencia tiene momentos realmente sublimes y escenas que se hacen demasiado largas, estupendos momentos de gran intensidad que contrastan con salidas de tono del tamaño del Empire State.
 Viendo Birdman no sólo me acordé de La soga, también me vinieron a la mente películas de grandes maestros como John Cassavetes (Opening night), Peter Bogdanovich (¡Qué ruina de función!), Woody Allen (Balas sobre Broadway) o Bob Fosse (All that jazz). En todas ellas asistimos a los miedos, miserias y dudas de los actores antes de una función. Así pues, la propuesta de Iñárritu no es totalmente novedosa ni en su temática ni en su forma de narrarla. Su innegable mérito reside en su mala leche y en su valentía.

 Iñárritu ha cuadrado el círculo, ha atacado al sistema y a éste le ha encantado. Sólo por ello vale la pena echarle un vistazo a Birdman.

7



3 comentarios:

Hemos Visto dijo...

Està claro que todos tenemos nuestro Birdman particular, y Riggan con el suyo están sobervios.
"Birdman" no sería lo mismo sin esas grandiosas interpretaciones, ambientación BSO a golpe de tambor.
Vale mucho la pena ver esta 'rara avis' del séptimo arte.

Mamen dijo...

Hola

Creo que soy de las pocas perosnas, a la que le ha gustado esta peli. Ya la comenté con unos amigos y como le dije a ellos, quizás no la vi en el momento adecuado, pero a mí se me hizo larga, pesada y en momentos aburrida. Que la batería sonara cada dos por tres, llegó a chirriarme mucho. Keaton está correcto y que haya sido relanzado, me parece estupendo pues estábamos bastante tiempo sin verlo en la gran pantalla.

Saludos!

Esteban dijo...

A mi me ha gustado mucho. No me incomodó nunca la música, tampoco me cansaron los diálogos, me reí unas cuantas veces con lo que vi y sentí pudor/verguenza ajena en aquella patética escena donde el protagonista se queda fuera del teatro.

Si algo criticaría, son los últimos 25 minutos. Primero porque aquello de "vivir el personaje" me recordó inevitablemente el Cisne Negro, y segundo porque el final es demasiado abierto, demasiado.

Me pareció de todas maneras una película notable, distinta, valiente. Dispara fuerte hacia muchos lados. Y con respecto a las actuaciones, bien Naomi Watts y por supuesto Keaton. A diferencia de todos no me sorprendió en nada Edward Norton ya que sentí que simplemente recuperó el papel que realizó en Fight Club, y Emma Stone hace lo que cualquier otra chica con buen culo haría. Su escena en que "le canta verdades" a su padre me pareció por lejos lo más malo de la película, muy sobre actuado y de memoria.

En fin, me gustó mucho. Saludos!!!
Esteban
http://politocine.blogspot.com