Free state of Jones podría
definirse frívolamente como un cruce entre Robin Hood, Brave Heart, El
patriota y 12 años de esclavitud.
Pero no es una mera amalgama, es un film muy digno y con una marcada personalidad propia. Un film que se hace ameno a pesar de
su duración y que nos regala momentos de buen cine.
La historia en que se basa ocurrió realmente y
narra la sublevación de un grupo de hombres del Sur contra las tropas
confederadas en plena guerra de secesión americana (1861-1865). Hartos de
luchar y ver morir a sus hijos en guerras para que los ricos siguieran
manteniendo sus privilegios, hubo hombres que desertaron y volvieron a sus
granjas para defenderlas de los abusos. Así, unieron sus destinos a los de los
esclavos que había huido de sus amos. Blancos y negros se escondieron en los
pantanos, donde la caballería no podía entrar, en busca de un futuro
mejor. La figura de Newt Knight (Matthew McConaughey) fue fundamental para darle unidad a
este movimiento de renegados. Bajo su mandato llegaron incluso a formar un
estado independiente, el estado de Jones. Una historia que parece irreal, pero
ya sabemos que cualquier cosa es posible en América, lo mejor y lo peor. También es evidente que , a pesar de
las promesas, una vez finalizada la guerra todavía quedaba un largo camino
hacia la igualdad de derechos civiles. Todavía hoy queda mucho por mejorar,
basta con escuchar las noticias. Sin embargo, el film viene a decirnos que nada
de esto se hubiera logrado si no hubiera habido gente dispuesta a luchar por lo
que creían justo, aunque les costara la vida. El sueño americano es así, lleno de sinsabores.
Free
state of Jones se sustenta sobre la presencia y el talento de un Matthew
McConaughey inmenso. El tipo
realmente llena la pantalla. Aquí compone otro personaje sureño, que se están
convirtiendo en su especialidad, y , una vez más, lo borda. Esos dientes
amarillentos, esa mirada y ese acento demuestran que estamos ante un gran
actor. Él es la película y por él la película gana enteros.
El director Gary Ross
ha sido la eterna promesa durante las dos últimas décadas. Empezó su carrera
con Pleasantville dejando la impresión de que estábamos
ante un tipo con mucho talento. Sin embargo, sus siguientes películas me
defraudaron un poco. Ni Seabiscuit ni Los juegos del hambre (que eran film más que decentes)
estaban a la altura de lo que prometía su primer film. Hemos tenido que esperar
hasta Free state of Jones para ver materializado finalmente todo
el potencial de Ross. Cierto que el excelente ritmo de la primera parte
decae algo en la segunda mitad. Quizás dos hora y media son demasiado. Pero Gary Ross acierta de pleno al huir del panfleto y de la
lágrima fácil. Tampoco sacrifica la exactitud con los hechos
reales en busca de un clímax ni un forzado happy end. El film pierde así espectacularidad pero
gana en verosimilitud, demostrando ser una opción arriesgada. Reconozco que me
sobró la historia que se cuenta en paralelo y que ocurre 70 años después de la
guerra de secesión, me pareció un poco mal insertada en la trama. Únicamente
sirve para demostrar que 70 años después el racismo estaba más que vigente. Lo
dicho, los noticiarios evidencian que estamos todavía a medio camino.
Para
terminar, debo destacar las magníficas fotografía y dirección artística. Todo un regalo para cualquier
espectador con un poquito de sensibilidad. Si encima la historia está bien
contada e interpretada, miel sobre hojuelas.
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