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jueves, 3 de junio de 2010

John Woo o la belleza de la violencia


John Woo es un excelente director de escenas de acción. Sus peleas coreografiadas son siempre brillantes y espectaculares. Sus saltos a cámara lenta con explosiones al fondo han creado escuela. Sus montajes acelerados al más puro estilo videoclip han influido a cientos de directores mientras que sus palomas volando le dan casi un aire religioso a sus escenas.


En sus pelis hay siempre ciertos temas que le dan un toque de cine de autor, un estilo propio o, simplemente, un auto plagio. La constante dualidad entre el bueno y el malo queda patente en un momento del film en el que ambos se miran fijamente mientras se apuntan a bocajarro (algo que le ha copiado/homenajeado Tarantino). Entonces queda evidente que los dos polos opuestos no son tan distintos. Habitualmente, el bueno y el malo eran amigos y tienen muchas cosas en común. Incluso se parecen físicamente o visten igual.

Otros autores orientales de cine policíaco adoptaron dicha premisa e incluso Scorsese ahondaba en este aspecto en su film Infiltrados, remake de la peli Hongkonesa Infernal affairs.
No voy a hablar de su filmografía en Hong Kong, que luego dicen que voy de friki-pedante-underground. Hablemos de pelis que todos hemos visto repetidas varias veces en cualquier cadena de televisión.
Un buen ejemplo sería su film Cara a cara (Face off), con John Travolta y Nicolas Cage (ambos dilapidando sus carreras). El guión es delirante, lo de intercambiarse la cara y la grasa corporal para hacerse pasar por el otro es simplemente tan bizarro como divertido.


El film es una simple sucesión de escenas de acción que acaba en una épica pelea del bien contra el mal. Pero el bien lleva puesta la cara del mal y viceversa, nunca sabes realmente a quien debes odiar (bueno, sí, yo odio a Nicolas Cage haga lo que haga). El bueno y el malo se confunden continuamente. Incluso la mujer de uno de ellos se llega a acostar con el otro. Woo intenta dotar a su aparentemente banal cine de acción de una transcendencia metafísica, cosa que casi logra.

Otro film paradigmático suyo podría ser Misión imposible 2. La lucha final con el duelo de las motos es simplemente tan adrenalítica como inverosímil. Pocas veces se habían visto en una pantalla tantas piruetas sin venir a cuento. Obviamente aparece el juego de la falsa identidad y la dualidad: el personaje de Tom Cruise se pone una careta con la cara de un villano. Woo intenta confundir al espectador. El bien y el mal otra vez se miran cara a cara y se confunden, cada uno de ellos es el reflejo deformado del otro. Madre mía, que profundo.

Entre tanta épica pelea a vida o muerte, tanta destrucción, tanto salto y tanta escena de acción totalmente inverosímil… Woo pasa de hacer un guión medianamente decente. No lo necesita. Le basta con hacer escenas de acción para dejar al espectador boquiabierto.

Sus pelis se disfrutan mucho cuando eres adolescente, por lo menos yo lo hice. Pero con el tiempo me parecen vacías y artificiales. Me habré hecho mayor.



lunes, 5 de abril de 2010

El acantilado rojo (Red cliff)


El director John Woo es uno de los mayores responsables de la evolución del cine de acción de las últimas décadas. Sus peleas coreografiadas, el uso de los cables y los viscerales enfrentamientos entre el héroe y el villano hicieron historia e influyeron determinantemente en films como Matrix o Kill Bill. Luego se piró a Hollywood y allí realizó films ( o video clips violentos) como Cara a cara, Broken arrow o Misión imposible 2, films vacíos pero repletos de inverosímiles escenas de acción.


Ahora parece que John Woo ha vuelto a China para rodar un wuxia (peli pseudo histórica china con miles de extras) siguiendo los pasos de autores como Zhang Yimou, Ang lee o Chen Kaige.
Este proyecto está originalmente formado por dos películas sumando más de 4 horas de metraje, lo que nos ha llegado es el montaje internacional: una sola película de dos horas y media para su distribución fuera de China. Podemos suponer que se ha recortado un montón de material y algo se nota: hay voces en off que nos ponen al día de lo que no vemos, escenas que quedan algo cojas y personajes poco desarrollados (el emperador).
Pero en general el film es más que digno. Woo cambia las armas de fuego por las espadas con resultados sorprendentemente satisfactorios. Se deja de asombrar al espectador con acrobacias (aunque alguna hay) y se centra en la narración. La indeleble huella de su autor se nota en el uso de los cables y su obsesión con las palomas pero Woo está muy comedido y ha realizado su film más académico hasta la fecha.

Sin perseguir el manierismo visual de Héroe o La casa de las dagas voladoras (ambas de Zhang Yimou), ni la poesía de Tigre y Dragón (de Ang Lee), Woo demuestra que sabe rodar algo más que desmesuradas escenas de acción. Por suerte, ni los extras ni los efectos digitales ni los enormes decorados acaban asfixiando a la historia.
Por supuesto, hay batallas con miles de extras y alguna fantasmada del estilo yo solo contra 30 como en todo film épico chino, pero también hay una narración muy solvente que logra agarrarte al asiento durante todo el tiempo. Las estrategias previas a las espectaculares batallas están muy bien plasmadas y hay momentos de fabuloso cine bélico. Pocas veces se han visto unas batallas tan bien narradas, quizás tengamos que remontarnos a Ran del maestro Kurosawa para ver unas batallas tan logradas.

Yo pasé un muy buen rato, nunca pensé que lo diría de una peli del autor de Misión imposible 2, y recomiendo esta peli para todos los amantes del cine bélico en general y de los wuxia en particular.

7