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domingo, 6 de julio de 2014

La doncella (Hanyo,1960)



 El director surcoreano Kim Ki-young dirigió en 1960 este film que esta considerado como una obra maestra del séptimo arte por buena parte de la crítica internacional. Tanto es así, que no hace mucho se puso en marcha una iniciativa comandada por Martin Scorsese para restaurar las maltrechas copias que quedaban del film.

  La doncella es un film desconcertante cuyos continuos giros argumentales lo transforman en una experiencia bizarra para el espectador. Primeramente, tenemos a un profesor de música que da clase a las trabajadoras de una fábrica. Una inocente carta de amor dirigida al profesor será la pieza que desencadenará una incontrolable sucesión de acontecimientos. La apacible vida familiar del profesor y su esforzada esposa se verá poco a poco perturbada al aceptar como doncella a una joven de inciertas motivaciones.

 El inical juego de seducción entre la joven y el profesor desembocará en un peculiar trío amoroso que convertirá en un infierno la vivienda familiar. Las normas sociales y el qué dirán tendrán una notable importancia en el comportamiento de los personajes, no olvidemos que estamos ante un film oriental. Las pasiones, las consecuencias de los actos y el miedo al escándalo forzará a la familia a dejarse chantajear emocionalmente por la doncella, pasando la criada a ser quien verdaderamente mande en la casa.  Este letal juego de dominación y venganzas recíprocas irán abocando irremediablemente la película hasta una tragedia.


 A mí me gustó mucho cómo están resueltas la mayoría de las escenas y la forma del director de moverse dentro del reducido espacio de la casa, pasando ésta a ser un personaje más de la trama. Igualmente prodigioso me pareció el uso de objetos como el piano, la máquina de coser o el frasco de veneno. Cada elemento tiene sus importancia dentro de la trama, pasando un vaso de agua a ser un potencial peligro mortal.

En el apartado actoral, todos los actores están geniales, destacando el triángulo formado por el profesor, su esposa y la criada. Yo destacaría también a los niños de la familia, sus personajes están mucho mejor desarrollados que en la mayoría de películas, siendo piezas clave de la trama y la relación entre los dos hermanos es realmente singular.



 En un constante y perverso juego con el espectador, el film nos va sumiendo en una atmósfera casi irrespirable. La doncella es un thriller psicológico perfecto, que funciona con la precisión de un reloj suizo. A pesar de su ritmo pausado el interés no decae nunca y  el espectador se ve atrapado por este denso drama familiar. Pensemos que este film inició un subgénero que luego han seguido muchas otras películas en décadas posteriores y casi nunca igualando sus méritos.

 Quizás el único pero sea su final, muy probablemente no sea del agrado de todos los espectadores y seguro que más de uno se siente estafado. El film sólo pretende ser una llamada de atención, una fábula moralizante revestida de amarga tragedia. La verdad es que dan ganas de pensárselo dos veces antes de dejar entrar a una persona a tu casa.


 A pesar del ingente trabajo de restauración, el film adolece de deficiencias técnicas: negativos en mal estado y fallos como ver a los operadores de cámara reflejados en las ventanas. Fallos totalmente perdonables que no ensombrecen el resultado final.

   A pesar de estar inmersos en la era digital, no es fácil encontrar copias en castellano de este film (dudo mucho que la censura de la época dejara estrenar esta historia) ni siquiera con subtítulos en castellano. Haced un esfuerzo por encontrarla y os aseguro que no os arrepentiréis. 
Muy recomendable.

8

lunes, 27 de enero de 2014

El lobo de Wall Street (The Wolf of Wall Street)


He de reconocer que echaba de menos a Scorsese en los últimos años. Si exceptuamos Los infiltrados (The departed), su filmografía reciente parecía indicar una innegable decadencia.

 Alejado del cine negro, su cine languidecía lentamente. Ni sus películas sobre conciertos de The rolling stones (Shine a light), ni sus documentales sobre George Harrison, ni sus experimentos como La invención de Hugo, ni su biografía de Howard Hughes (El aviador) ni su canto a Nueva York (Gangs of New York) ni su intento de terror gótico (Shutter Island) estaban a la altura esperada. Está visto que el cine sobre canallas es el que mejor le sale al bueno de Scorsese. Su talento parece encontrar en estos personajes la mejor forma de plasmarse en la pantalla. Puede que Jordan Belfort no sea un mafioso como los que tanta fama le han dado a Scorsese, pero su historia se adapta como un guante al estilo narrativo y visual del maestro (un estilo bastante imitado, hay más que ver La gran estafa americana).


 El lobo de wall Street nos devuelve al mejor Scorsese, su film es excesivo en muchos sentidos (no sólo en la duración) pero la historia requería un tratamiento así. No se puede mostrar esta historia de auge y caída de un criminal de guante blanco como Jordan Belfort de mejor manera. Scorsese es único a la hora de mostrarnos los rincones más turbios del ser humano. Se puede servir de un taxista, un camillero con insomnio, un boxeador o gángsters capaces de matar a un amigo sin pestañear. Lo más ruin del alma humana es narrado de forma intachable por Scorsese e incluso es capaz de hacer que estos tipos nos resulten cercanos y entrañables. El Jordan Belfort de esta película, al contrario de muchos de los personajes de Scorsese, no tiene moral ninguna ni código ético, no cree en la familia ni en religión ninguna, su único dios es el dinero.

Es esta historia un film sobre la avaricia y los excesos a los que puede llegar el ser humano. Scorsese no ahorra planos de derroche y lujuría (podría haber sido bastante más explícito pero le hubiera perjudicado en taquilla) para mostrarnos la depravación a la que es capaz de llegar el ser humano. Poco se dice de cómo fue posible que este personaje con esas técnicas claramente ilegales pudiera montar su imperio. Tampoco se explica la desregulación que Reagan y Bush llevaron a cabo sobre las actividades financieras y bursátiles. No busca el film culpables, su único objetivo es mostrarnos una historia de éxito a cualquier precio y degradación moral. La cara seria de la crisis ya la tuvimos en Inside job o Margin call, El lobo de Wall Street busca otra cosa. La vida está hecha para unos pocos, la mayoría debemos volver a casa en metro mientras unos cuantos canallas se pasean en yate y helicóptero.
  
Con la célebre técnica de la voz en off como hilo conductor y un ritmo con múltiples altibajos (tres horas son excesivas) Scorsese elabora un film al que le cuesta un poquito arrancar pero cuando lo hace no deja de acelerar. La dirección de Scorsese es perfecta mientras el vibrante y caótico montaje es un complemento ideal para lograr un film trepidante y absorbente. Volvemos a tener electrizantes escenas ambientadas con música rock de la época y diálogos enloquecidos en situaciones absurdas. Scorsese logra que veamos el mundo a través de los enloquecidos ojos de una persona hasta las cejas de cocaína y otras drogas, sentimos su confusión, su ira y su euforia así como su miedo y su frustración. Casi notamos el pulso acelerado del protagonista en nuestro pecho. Las escenas del teléfono o la del Lamborghini me parecieron geniales, de lo mejor de Scorsese en mucho tiempo. Es en esa paulatina degradación física, psíquica y familiar donde el talento de Scorsese brilla especialmente.

Otro que brilla más que nunca es Leonardo DiCaprio, el giro efectuado en este papel me parece muy beneficioso para su carrera, un cambio de registro necesario. Por momentos está excesivo e histriónico, pero el personaje así lo requiere. DiCaprio parece por momentos un Jack Nicholson totalmente descontrolado, no hay más que ver las escenas con el micrófono en la oficina. Gran trabajo de un actor que hace tiempo que dejó de ser sólo una cara bonita. Curioso cómo han mejorado los dos protagonistas de Titanic. Del resto del reparto me quedo con Jonah Hill y un cadavérico Matthew McConaughey realmente fuera de órbita.


Scorsese no inventa nada pero aplica su más que probado talento a una historia que se ajusta perfectamente a su forma de entender el cine. Un valor seguro, compra.

7,5

jueves, 17 de mayo de 2012

Infiltrados (The departed) versus Infernal affairs


Tras varios años en los que parecía que su carrera estaba en claro declive, Martin Scorsese volvió a brillar con Infiltrados (The departed, que significa Los difuntos, olé traducción). Con Infiltrados regresó al cine negro (lo que mejor se le da) e incluso ganó el Oscar a mejor película. Dato curiosos teniendo en cuenta que Infiltrados es un remake de la película China Infernal affairs (que aquí se llamó Juego sucio), analicemos ambas cintas.



Infernal affairs trata sobre un policía que lleva infiltrado varios años en una red mafiosa, a su vez la mafia tiene infiltrado a uno de los suyos dentro de la policía. El interesante juego del gato y del ratón se torna aquí en una tensa película en la que ya ninguno de los dos protagonistas tiene muy claro quien es quien ni qué diferencia el bien del mal. Especialmente el personaje del policía lo pasa francamente mal, lleva demasiado tiempo infiltrado viviendo una vida que no es la suya. Incluso empieza a pensar que los actos ilegales que comete habitualmente (necesarios para mantener su tapadera) pueden acabar por convertirle realmente en un delincuente. La frágil línea entre el bien y el mal se hace cada vez más difusa mientras la falta de una identidad y una vida personal propias pueden acaba por enloquecer al protagonista.

  Lau Wai Keung dirigió en 2002 este un buen thriller de acción a la Hongkonesa: tiene acción, tensión y esos antagonistas que realmente son muy parecidos. Hay una escena en la que cada uno de los protagonistas no sabe que está frente al infiltrado que busca, incluso tienen los mismos gustos y pasan un buen rato juntos. Es un film interesante, no es una maravilla, pero dejará satisfecho al espectador que busque un cine de acción con algo de trama. Recomendable también por el duelo interpretativo de Andy Lau y Tony Leung, las dos cara de la misma moneda. Posteriormente Wai Keung también dirigió las dos secuelas de este film, pero no las he visto.

En Infernal affairs Scorsese vio la oportunidad de volver al cine negro por la puerta grande. La trama daba mucho juego y Scorsese decidió rodar un remake a su estilo: el montaje endiablado, esos clásicos de rock que siempre usa como música de acompañamiento, luz cenital, etc. La dualidad de los protagonistas y la crisis de identidad del policía infiltrado siguen estando en el guión y Scorsese nos regala unas cuantas escenas memorables que podrían pasar a formar parte de su mejor cine.

 En infiltrados volvemos a ver la maestría dirigiendo del amigo Scorsese (a años luz de films previos como Gangs of New York o El aviador). La peli tiene momentos a la altura de clásicos como Casino, Taxi driver, Toro salvaje o Uno de los nuestros. Comparándola con el original, tengo que decir que Scorsese realiza una película de más calidad técnica en casi todos los sentidos. Es innegable que está mejor dirigida y la factura técnica no tiene comparación. Scorsese lleva el film a su propio terreno, no sólo lo cambia de país y de cultura, lo hace suyo y nos entrega su propia historia, adornando el guión original con secundarios y elementos de la trama que no siempre acaban de encajar. 

 Pensemos que el film chino dura sólo 97 minutos frente a los 152 del remake americano. Creo que el remake posee ciertas escenas en las realmente brilla el toque genial del maestro Scorsese, pero quizás haya demasiada paja. La historia se alarga demasiado, el interés no decae pero ciertos añadidos se podrían haber eliminado sin problemas. Hay un importante aspecto en la que la película original es claramente superior: en el remake se sacan de la manga un  triángulo amoroso que no hay quién se lo crea, demasiada casualidad. Realmente no es necesario y la trama funcionaría perfectamente sin él. En mi opinión, dicho triángulo es lo más forzado del film americano y no entiendo a qué se deben esta innecesaria modificación/aportación al guión original. ¿Era imprescindible crear un triángulo amoroso? ¿Era necesario meter una historia de amor aunque fuera con calzador? ¿Es una concesión de Scorsese al gran público? ¿Había que promocionar a la actriz Vera Farmiga? Ni idea, pero echa por tierra mucho de lo construido durante el resto del film, no es creíble y desvirtúa bastante lo visto hasta el momento. También el final sufrió varias modificaciones (que no puedo desvelar). En ambos aspectos, el film original es mucho más coherente y conciso.

En cuanto a los actores: Hay que destacar a un Jack Nicholson desatado dentro de uno de esos personajes tan extremos que tanto disfruta interpretando y con los que tanto nos hace disfrutar. El villano del film original no era tan histriónico, más bien todo lo contrario, pero es que con Nicholson la cosa se desmadra sin remedio. También me gustaron la pareja de infiltrados, tanto el soseras de Matt Damon como Leonardo DiCaprio están bastante correctos. Especialmente me gustó DiCaprio, los problemas de identidad de su personaje me parecieron bastante bien plasmados en pantalla. También me sorprendió Mark Whalberg en plan cabronazo.

Resumiendo, Infiltrados es un buen film que no deja de serlo por ser un remake (aunque le reste bastante mérito) sino por ciertas incoherencias y concesiones del guión. Una pena.

Por cierto, una pregunta para finalizar: ¿Cómo puede ser que a Martin Scorsese le dieran su único Oscar como director con un remake? Mejor no pensar en ello, cosas de Hollywood.

domingo, 26 de febrero de 2012

La invención de Hugo (Hugo)



La primera película de Martin Scorsese para toda la familia es un sentido y emotivo homenaje a los primeros tiempos del cine y, concretamente, a la obra y milagros de Georges Méliès.


Scorsese sabe que es uno de los últimos maestros del cine y que ya no tiene nada que demostrar, así pues esta película es un saludable cambio de estilo, algo que siempre es de agradecer. Ya desde los primeros planos del film con ese París de los años 30 recreado por ordenador y ese vertiginoso travelling digital por el andén nos damos cuenta que no estamos ante un film habitual del director de Toro salvaje o Taxi Driver.

El film no debe entenderse como un film de aventuras (que hay más bien pocas) o una película para el gran público sin más, Hugo es otra cosa. Quizás no sea un film en la que la maestra mano de Scorsese sea fácilmente reconocible (más bien todo lo contrario) pero es un film recomendable por motivos muy distintos a los que su autor nos tiene acostumbrados. Scorsese da un triple salto mortal con esta película y sale airoso. Ni este tipo de historia, ni los efectos digitales, ni el 3D son prácticas habituales para este veterano director, pero el tipo sale victorioso del envite. Por momentos pensé que esta historia hubiera sido más adecuada para un director como Tim Burton, pero, por suerte, no ha sido así. Burton, probablemente, se hubiera quedado en la espectacularidad visual olvidándose de lo realmente importante: la historia.

Scorsese no deja que el complejo entramado técnico y visual le aparte de su objetivo: contar una historia. La espectacular fotografía (a base del contraste entre tonos ocres y azules) es sin duda la mejor del año y los efectos visuales son inmejorables. Mucho ha avanzado técnicamente el cine desde los tiempos de Méliès, pero los sentimientos son los mismos. Se pueden provocar de maneras mucho más sofisticadas (véase la emocionante escena del autómata) o con la simple mirada de un actor, pero los sentimientos no han variado. Scorsese usa las últimas tecnologías para mostrarnos los trucos iniciales de primer cine, trucos casi de magia, artesanales que hoy nos parecen ingenuos. Se nota cierta nostalgia de esa época de innovación y riesgo frente a la época actual en la que todo está calculado al milímetro.
Por cierto, el film está lleno de referencias cinéfilas, ya desde la misma carátula nos recuerda a la escena de Harold Lloyd colgado de un reloj. Scorsese nos regala escenas de Chaplin, Douglas Fairbanks, Harold Lloyd o Buster Keaton; en un intento de que las nuevas generaciones conozcan a estos pioneros del cine que no deben caer en el olvido. Bravo por Scorsese y su labor didáctica con este film. Una curiosidad: Scorsese hace un cameo en el film como fotógrafo. Otro detalle: el guitarrista que aparece en el film sólo usa tres dedos de su mano izquierda, clara alusión a Django Reinhardt.

En cuanto a los actores pues me quedo con la pareja protagonista, me encantó la pareja formada por los jóvenes Chloë Moretz (Kick ass, 500 días juntos) y Asa Butterfield (El niño con el pijama de rayas), ambos está sobresalientes. Sus personajes no son niños idiotas (cosa que es de agradecer aunque no muy habitual en el cine) y sus interpretaciones son simplemente brillantes. También los veteranos Ben Kingsley (el tipo es clavado a Méliès) y Christopher Lee aportan su granito de calidad al film. El que menos me gustó fue Sacha Baron Cohen (Borat, Brüno) ya que opino que su personaje desentona bastante.

Ahora vamos con el problema del film: técnicamente es perfecto y sus intenciones son inmejorables pero como película algo no acaba de funcionar para que sea perfecta. Hay veces que el todo es más que la suma de las partes o algún engranaje no funciona. Hugo es una buena película de entretenimiento de ésas que ya no se hacen entre tanto Transformers, tanto vampiro gilipollas y tanta adaptación de cómic, pero no es la gran película que está a punto de ser. Algo falla o no acaba de cuajar. La historia está narrada e interpretada de forma perfecta pero no consigue emocionar al espectador todo lo que se pretende. Puede que 128 minutos sean demasiados o que el ritmo no sea el adecuado hacia el final o que el insoportable inspector de la estación interpretado por Sacha Baron Cohen tenga demasiada relevancia o que las historia paralelas de los personajes que pululan por la estación no acaban de interesarnos. No sé, disfruté mucho del film mientras lo estaba viendo pero al finalizar me pareció que no me había dado todo lo que prometía.


 Lo dicho, un buen film, pero no es una obra maestra (por poco).

¿Mi quiniela para los Oscars? Hugo se llevará los técnicos y The Artist los importantes. No deja de ser paradójico que ambas películas sean homenajes al cine mudo. Algo huele a nostalgia en el cine actual.

7

martes, 31 de enero de 2012

George Harrison: Living In The Material World



 George Harrison  (1943-2001) fue considerado como el Beatle tranquilo y siempre estuvo en un segundo plano tras el tándem de compositores formado por John Lennon y Paul McCartney. Sin embargo, Harrison no era sólo el guitarrista de The Beatles, era también un gran compositor. Living in the material world es el homenaje en forma de documental que Martin Scorsese le brinda a Harrison.


El documental recorre toda la trayectoria musical y personal de Harrison desde que era un adolescente hasta su fallecimiento en el año 2001. Scorsese demuestra una admiración desmesurada cercana a la devoción religiosa hacia el personaje que retrata, No se me ocurre nada mejor que hacer un documental sobre alguien al que admiras. Scorsese transmite su admiración por el personaje y logra que el espectador se contagie sin remedio. Si el listado de grandes canciones compuestas o interpretadas por Harrison no es suficiente para convencerte, quizás sí te convenzan los testimonios de gente como Eric Clapton, Tom Petty, Ringo Starr, Paul McCartney o Phil Spector. Buena parte de los mejores músicos del siglo XX le rinden homenaje al beatle menos conocido.
El film es fascinante en su primera mitad, toda la época de los inicios de The Beatles: con los conciertos en Hamburgo, la Beatlemanía y la posterior evolución personal y artística me pareció simplemente genial. Imprescindible para cualquier amante de la música. Descubrimos cómo y porqué Harrison quedó tan prendado por la meditación y la religión hindú. Descubrimos sus contradicciones, siendo la mayor de todas su lucha por llevar una vida espiritual en un mundo tan material como el de la fama. A mí me encantaron las imágenes de Harrison y Lennon debatiendo en televisión sobre la meditación, las lecciones de sitar de Ravi Shankar o la dificultad de Ringo para adaptarse a los ritmos Hindúes. Una gozada para cualquier fan de The Beatles.

 La segunda parte del documental se me hizo algo menos interesante. Su carrera en solitario tiene momentos destacables como el lanzamiento de All things must past (el primer disco triple de la historia del pop, de 1970), el concierto por Bangladesh (el primer concierto benéfico de la historia), su estrecha colaboración con los Monty Phyton o el supergrupo Travelling Wilburys (con Bob Dylan, Jeff Lynne, Roy Orbison y Tom Petty). Por supuesto, veremos la historia detrás de algunas de sus canciones y cómo Eric Clapton le robó a su mujer (Pattie, la mujer que inspiró temazos como Something y Layla). A pesar de todas estas anécdotas, el documental decae bastante en su último tercio, Scorsese se centra en aspectos un tanto reiterativos sobre la buena persona que era y el buen rollo que generaba siempre a su alrededor Harrison. Tampoco me parece muy interesante el pasaje en el que se narra el ataque sufrido en su casa en 1999 (¿era necesario sacar una foto de cómo quedó el agresor?). No aburre, pero no atrapa como la primera parte.

La labor de buscar y seleccionar imágenes de archivo me parece que le ha quedado perfecta al amigo Scorsese. Por otro lado, los testimonios rodados expresamente para este documental se complementan perfectamente con las imágenes de archivo, un trabajo titánico que ha dado como resultado un documental muy recomendable.

Lo dicho, imprescindible para todo amante de la música de The Beatles o George Harrison en solitario o simplemente amante de la buena música. Si bien, su excesiva duración (208 minutos!!!) aconseja verlo en 2 partes (o más).

lunes, 14 de febrero de 2011

BOARDWALK EMPIRE


Hubo un país hace 90 años que se atrevió a prohibir el alcohol. Un país emergente que recibía mano de obra de una vieja Europa recién asolada por una terrible guerra. Un país nuevo que era todo un hervidero: irlandeses, italianos, polacos, alemanes, griegos, etc Todos ellos tuvieron cabida en este país adalid de la democracia pero controlado por políticos corruptos.



En el centro de todo este crisol tenemos a la ciudad de Atlantic city (recreada casi totalmente por ordenador) dominada por un Enoch (Nucky) Thompson genialmente interpretado por Steve Buscemi. Buscemi dota a su personaje de todos los matices y contradicciones que alguien tan complejo requiere. Un ejemplo, Thompson es benefactor de una asociación femenina a favor de la prohibición pero se llena los bolsillos vendiendo alcohol ilegal. Nucky Thompson es el paradigma del político corrupto y con doble moral, casi la génesis de todos ellos. Un mentiroso sin escrúpulos que se aprovecha de sistema en beneficio propio.

De origen humilde, Thompson se alía con el partido republicano y consigue ser tesorero de la ciudad y coloca a su hermano al frente de la policía, juntos la gobernarán sin grandes problemas. Cuando la prohibición se cierne sobre el país él decide sacar tajada. Pero otros muchos querrán su parte del pastel. En la serie asistimos al nacimiento de las bandas de gánsters y al crimen organizado. La violencia de estos nuevos grupos de delincuentes amenazará con romper la red de favores e influencias que Thompson ha tejido durante años.
Ya desde los surrealistas títulos de crédito vemos a Thompson ante un mar que le devuelve cientos de botellas de whisky vacías, su peor pesadilla. El negocio corre peligro, Nucky se da la vuelta y anda decidido hacia la ciudad, seguro que algo se podrá hacer. Quizás hasta Poseidón sea sobornable.

Pero no sólo Nucky es un todo un personaje, por los bajos fondos nos encontraremos con un joven que regresa de la guerra transformado (Michael Pitt), un fantasma de la ópera con puntería mortal, un Al Capone con ganas de medrar, un puritano agente del FBI, una viuda a la que Thompson ofrece su ayuda (y algo más) pero a la que oculta que él mató a su marido.

De todo ello y muchas más cosas habla Boardwalk empire. Una gran serie que se sustenta en un eficaz guión y una factura técnica impecable. Una serie que entretiene mientras nos enseña que por mucho que el mundo haya evolucionado en 90 años hay cosas que no cambian. Puede que en 1920 el KKK fuera una organización legal, las mujeres no pudieran votar o que la cocaína se usara en medicina, pero las pasiones y miserias humanas siguen siendo las mismas. La codicia nunca ha tenido límites, ni ahora ni nunca. Nucky Thompson podría haber existido perfectamente en cualquier ayuntamiento de nuestro país.
Escrita por Terence Winter (Los Soprano) y producida por Mark Whalberg y Martin Scorsese, Boardwalk empire es una de las mejores series de los últimos años. Sólo el primer episodio (dirigido por Scorsese) es mejor que la mayoría de las películas que se entrenan en cines cada año.

No voy a contar más, no os la perdáis.


jueves, 3 de junio de 2010

John Woo o la belleza de la violencia


John Woo es un excelente director de escenas de acción. Sus peleas coreografiadas son siempre brillantes y espectaculares. Sus saltos a cámara lenta con explosiones al fondo han creado escuela. Sus montajes acelerados al más puro estilo videoclip han influido a cientos de directores mientras que sus palomas volando le dan casi un aire religioso a sus escenas.


En sus pelis hay siempre ciertos temas que le dan un toque de cine de autor, un estilo propio o, simplemente, un auto plagio. La constante dualidad entre el bueno y el malo queda patente en un momento del film en el que ambos se miran fijamente mientras se apuntan a bocajarro (algo que le ha copiado/homenajeado Tarantino). Entonces queda evidente que los dos polos opuestos no son tan distintos. Habitualmente, el bueno y el malo eran amigos y tienen muchas cosas en común. Incluso se parecen físicamente o visten igual.

Otros autores orientales de cine policíaco adoptaron dicha premisa e incluso Scorsese ahondaba en este aspecto en su film Infiltrados, remake de la peli Hongkonesa Infernal affairs.
No voy a hablar de su filmografía en Hong Kong, que luego dicen que voy de friki-pedante-underground. Hablemos de pelis que todos hemos visto repetidas varias veces en cualquier cadena de televisión.
Un buen ejemplo sería su film Cara a cara (Face off), con John Travolta y Nicolas Cage (ambos dilapidando sus carreras). El guión es delirante, lo de intercambiarse la cara y la grasa corporal para hacerse pasar por el otro es simplemente tan bizarro como divertido.


El film es una simple sucesión de escenas de acción que acaba en una épica pelea del bien contra el mal. Pero el bien lleva puesta la cara del mal y viceversa, nunca sabes realmente a quien debes odiar (bueno, sí, yo odio a Nicolas Cage haga lo que haga). El bueno y el malo se confunden continuamente. Incluso la mujer de uno de ellos se llega a acostar con el otro. Woo intenta dotar a su aparentemente banal cine de acción de una transcendencia metafísica, cosa que casi logra.

Otro film paradigmático suyo podría ser Misión imposible 2. La lucha final con el duelo de las motos es simplemente tan adrenalítica como inverosímil. Pocas veces se habían visto en una pantalla tantas piruetas sin venir a cuento. Obviamente aparece el juego de la falsa identidad y la dualidad: el personaje de Tom Cruise se pone una careta con la cara de un villano. Woo intenta confundir al espectador. El bien y el mal otra vez se miran cara a cara y se confunden, cada uno de ellos es el reflejo deformado del otro. Madre mía, que profundo.

Entre tanta épica pelea a vida o muerte, tanta destrucción, tanto salto y tanta escena de acción totalmente inverosímil… Woo pasa de hacer un guión medianamente decente. No lo necesita. Le basta con hacer escenas de acción para dejar al espectador boquiabierto.

Sus pelis se disfrutan mucho cuando eres adolescente, por lo menos yo lo hice. Pero con el tiempo me parecen vacías y artificiales. Me habré hecho mayor.



lunes, 1 de marzo de 2010

Shutter Island




Martin Scorsese me parece uno de los pocos maestros del séptimo arte que aún siguen en activo aunque últimamente no haya estado muy acertado. Sus películas siempre son interesantes pero parece haber adquirido esa peligrosa tendencia a inflar sus películas con excesivo metraje. Tanto Gangs of New York como el Aviador me parecieron películas algo fallidas, la cosa mejoró bastante con Infiltrados pero en Shutter Island la excesiva duración vuelve a ser un lastre que acaba por no dejar despegar al film.
Shutter Island empieza francamente bien, Scorsese demuestra su experiencia y su talento en una primera hora realmente electrizante. Nos plantea un fascinante misterio en un lugar amenazante, una isla prisión para presos dementes. La puesta en escena es casi terrorífica y los actores están realmente bien. Pero pronto la historia da un giro inesperado (y no será el primero), de un film de detectives se torna en un enrevesado thriller psicológico con toques a lo Hitchcock (Recuerda puede ser la influencia mayor). Las inquietantes escenas oníricas son cada vez más frecuentes y el espectador se ve atrapado en una pesadilla de la que no ve salida. Me gustaron mucho las ensoñaciones del protagonista (el apartamento, el oficial nazi, las alambradas), realmente bellas a la vez que terribles.


Desde luego, Scorsese lleva perfectamente las riendas del film y sabe elaborar todo un complejo laberinto en el que realidad y ficción son casi inseparables. La mencionada influencia de Hitchcock (patente en el plano de la ducha o en las escaleras del faro) ayuda a crear ese ambiente irreal que poco a poco va apoderándose de la cinta. El guión va dejando pistas para que el espectador vaya formulándose sus propias hipótesis (acertadas o no), pero al final el espectador acaba algo cansado. Es una pena que una muy buena película se haga pesada hacia el final, estropeando todo el conjunto. Puede que se deba aque han sido demasiado fieles a la novela y ya sabemos que el ritmo narrativo no es el mismo en literatura y cine.
En especial creo que le sobra alguna escena cercana al final (la conversación en el jeep, el lago), creo que no son necesarias y provocan cierto tedio entre el público (en la sala pude ver algunos relojes que se encendían y oír algunos bostezos).

138 minutos son excesivos para este tipo de películas en las que nunca sabes qué es real y qué es imaginario. Carretera perdida, El corazón del ángel o La escalera de Jacob son buenos ejemplos de films que te sumergen en una pesadilla. Pero lamentablemente Shutter Island consigue sumirte en el aburrimiento en su último tramo debido a esas escenas reiterativas que realmente no aportan nada a la trama.

En cuanto a los actores, creo que Leonardo DiCaprio demuestra una vez más que es un buen actor (muy alejado de la estrella juvenil que era hace unos años), que consigue salir airoso con su complicado personaje. Igualmente Mark Ruffalo (Zodiac), Ben Kingsley (Transsiberian) y Max Von Sydow (El séptimo sello) están bastante correctos. A destacar la presencia de los siempre intrigantes Jackie Earle Haley (el Rorscharch de Watchmen y el nuevo Freddy Krueger) y Elias Koteas (Crash, Exorcismo en Connecticut).

Un recorte en el metraje le hubiera hecho mucho bien a este film y lo hubiera alzado al Olimpo de las grandes películas de su autor.
Aún así, creo que sólo por su primera hora y media de terror gótico vale la pena.
7

domingo, 5 de abril de 2009

EL ÚLTIMO SAMURAI (The last samurai)



Tras hablar de Valkiria, no puedo evitar publicar este post sobre El último samurái. Un film paradigmático de cine espectáculo a servicio de una estrella. Técnicamente perfecto pero vacío de contenido. Me explico tras el salto.



La historia de un traumatizado ex-soldado norteamericano que sobrevive como atracción de feria y recibe la oferta de irse a Japón para instruir a un ejército no es mala. Posteriormente la historia da un giro, el soldado es capturado y se hace afín a los motivos de los samuráis rebeldes a los que debía ayudar a liquidar (algo así como en Bailando con lobos pero cambiando a los indios por samuráis). Con ellos superará sus traumas, adicciones y se encontrará a sí mismo. De paso habrá alguna atracción amorosa y buenas escenas de batalla. Nada más.


Yo esperaba que el acercamiento al Japón del siglo XIX fuera un poco más allá de los trajes y los decorados. Era una muy buena oportunidad para que en occidente nos enteráramos un poco de qué iba eso de los samuráis, los emperadores, el shogunato, el budismo, el bushido, el arte de la guerra, etc. Nada de nada.


Las mejores aproximaciones a la sociedad feudal nipona las hizo (obviamente) el japonés Akira Kurosawa en films como Ran (Caos), Kagemusha (La sombra del guerrero) o Shichinin no samurai (Los siete samuráis). Films todos ellos totalmente recomendables aunque algo largos y lentos a ojos del espectador moderno.
Oriente no tiene buena suerte en el cine comercial occidental, las aproximaciones Hollywoodienses se suelen quedar en el mero exotismo y las artes marciales. No hay apenas acercamientos serios a la cultura oriental. Para ello tienes que ver películas orientales. Quizás sólo Bernardo Bertolucci con El último emperador hizo un intento serio de plasmar la cultura oriental. Memorias de una geisha fue una loable aproximación al mundo de las geishas pero se quedó en el exotismo de los trajes y casi no profundizó más allá.


El budismo, en especial, es una religión bastante mal tratada por el cine. Bertolucci nos aburrió con El pequeño buda, Scorsese fracasó con Kundun y Anaud nos defraudó con Siete años en el Tíbet. El último samurái es otra cosa, puro cine espectáculo, un film de aventuras sin más pretensiones que entretener. No intenta explicarnos las costumbres de la época. Se queda en los tópicos de siempre: kimonos, peleas con espadas, harakiris (Sepuku) y unos budas ante los que se postran los personajes pero no se sabe si rezan, meditan o simplemente duermen.


No se intenta acercar al espectador a la sociedad feudal nipona, ni a la religión budista ni explicar los códigos éticos ni morales de los samuráis. No se explica en ningún momento que el emperador era una figura decorativa, se le consideraba hijo de los dioses pero el poder los ostentaba y ejercía el Shogun. La sociedad estaba basada todavía en el sistema feudal, muy parecido al de la Europa medieval. Los samuráis eran como los nobles de Europa, eran la casta privilegiada, guerreros que oprimían al pueblo a cambio de protección frente al ataque de clanes rivales. Todo este obsoleto régimen es el que el emperador Meiji intentó cambiar a finales del siglo XIX. Pero esta modernización del país pasaba por acabar con el poder de los samuráis, quienes, obviamente, se resitían al cambio.


El guión de El último samurái se queda en el mero topicazo, mucha lucha con espadas y mucho traje pero poco contenido. Los diálogos intentan ponerse trancendentes pero acaban sonando bastante insustanciales. Hay buenas oportunidades de plasmar las diferencias entre las dos culturas y el acercamiento entre ambas. Pero el guión las desaprovecha. Se centra mucho más en el trauma del personaje de Cruise que en el interesante conflicto en el que estaba sumido Japón. Pienso que ambas tramas son compatibles y se podría haber llevado a cabo un film divertido a la vez que didáctico.


Además en el film se establece una analogía entre la guerra contra los indios en Norteamérica y la modernización de Japón. Lo que pasó con los indios no creo que fuera una guerra, fue un exterminio. La modernización de un país no puede pasar nunca por el exterminio de sus habitantes autóctonos. Otra vez Hollywood dando lecciones y metiendo la pata.


Eso sí, los films dirigidos por Edward Zwick ( Resistencia, Diamante de sangre, Leyendas de pasión) son siempre buenos espectáculos visuales y este film no es una excepción.
La fotografía es espectacular (realmente preciosa) así como la música de Hans Zimmer, quien realiza una emocionante banda sonora cercana a los sonidos del genial compositor japonés Kitaro.

El último samurái es simplemente un vehículo técnicamente perfecto para el lucimiento de la mega estrella Tom Cruise (que sale siempre muy guapo y muy bien peinado). Un lucimiento caro y muy bien manufacturado, pero hueco.
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