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jueves, 17 de septiembre de 2009

MOBY: Wait for me


Ya hace unos meses que salió el último disco de Moby, Wait for me. Pero hasta ahora no había tenido tiempo de hincarle el diente como se merecía.


Recuerdo que me hice fan de Moby hace bastantes años cuando escuché su versión del New dawn fades de Joy Division. Luego lo vi en directo en un festival y, a pesar de su fama de techno adicto, Moby se lanzó a las guitarras y demostró que no existe barrera real entre estilos. Eran los tiempos del Animal rights (1996). Luego vino su consagración definitiva con Play (1999), un álbum imprescindible de finales de los 90. Moby repitió fórmula en el decepcionante 18 (2002), se pasó al rock guitarrero cantado por él mismo en Hotel (2005) para volver al sonido disco en Last night (2008).
Ahora Moby nos ofrece un disco tranquilo, sosegado, grabado en su estudio y con colaboraciones vocales de vecinas suyas. No es un albúm pretencioso, es sólo lo que a Moby le apetecía grabar con sus amigos y vecinos, sin ninguna ambición comercial o concesión de cara al público.

Los paisajes sonoros que Moby nos ofrece en Wait for me siguen siendo los de siempre. Su fórmula no ha variado un ápice. Tiene momentos más logrados que otros, siendo los más flojos aquellos que recuerdan sin remedio a canciones como Porcelain o Why does my heart feel so bad. Moby sigue entregando temas ideales para escuchar tirado en la cama o conduciendo pero no son mejores que los de discos anteriores. El problema del disco reside en que suena a ya oído, a repetido, y acaba aburriendo. Los tiempos medios y las instrumentales siguen estando bien pero ya nos hemos cansado de ellos. Demasiados temas instrospectivos sin ninguna cosa que los haga destacables.
Por supuesto, hay buenos temas como Wait for me, Shot in the back of the head o Mistake pero no son nada nuevo bajo la luna. Al final el disco se hace demasiado largo, lento y poco arriesgado ¿Quién nos iba a decir hace 10 años que acabaríamos diciendo esto?

Moby pide que le esperemos, yo ya me estoy cansado.

lunes, 24 de agosto de 2009

The Cure: Disintegration


Con el LP Disintegration, The Cure llegaron a su cima creativa en 1989. Hay que ver cómo pasa el tiempo. Tras una década en la que pasaron del post-punk al movimiento siniestro para saltar al  pop, Robert Smith entregó un disco de 71 minutos con 11 canciones muy poco radiables en las radiofórmulas. Era un disco tranquilo, ideal para escuchar mientras cae la lluvia.

El sonido del disco era bastante denso, acuoso, totalmente melancólico, triste, perfecto para hundirte en una depresión. Las guitarras suenan como oídas a través de la lluvia, mientras los teclados y las bases rítmicas te arrastran hacia la desesperación. La voz de Smith suena deprimente, cansada, susurrante mientras va desgranando unos versos que hablan de desamor, hastío y pérdida de toda esperanza. El inexorable paso del tiempo lo va desintegrando todo a su paso, los amores y las amistades incluidos.

Bellas canciones como Lovesong, Pictures of you, Prayers for rain o The same deep water as you son la tristeza personificada. El disco es una radiografía de la desintegración de una pareja, un grupo amigos o una banda de música, da igual. Todo se ha ido al carajo y ya sólo queda lamentarse y recordar lo bonito que fue mientras duró. Un halo de profunda tristeza se apodera del oyente desde el primer sonido. 

 La grabación del disco que representaba una vuelta al sonido oscuro de primeros de los ochenta estuvo llena de incidentes. Se produjo un incendio en la habitación en la que Smith guardaba las letras de las canciones y tuvo que jugarse la vida para recuperarlas de entre las llamas. Buena parte de las páginas se habían quemado por lo que Smith se aisló deliberadamente del grupo para completarlas rápidamente. También fue la primera vez que Smith llevó al estudio sus partes de guitarra grabadas previamente en su casa. El aislamiento de Smith era cada vez mayor.  Parecía que el final del grupo estaba cerca, sentimiento afianzado por la expulsión de Lol Tolhurst (único miembro fundador que restaba en la banda junto con Smith) al terminar la grabación debido a sus problemas con la bebida. La tensión en el seno del grupo era evidente. Quizás por todo ello el disco tiene ese carácter tan melancólico.

 La compañía de discos se echó las manos a la cabeza al oír lo que el grupo de Robert Smith había grabado, no había singles potenciales!! todas las canciones eran demasiado largas y lentas. The Cure estaban en la cima de su popularidad y un disco así podía acabar con su estado de banda de culto pero a la vez superventas que había adquirido con los discos The head on the door (1985) y Kiss me, kiss me kiss me (1987). Finalmente lograron que Smith permitiera la inclusión de Lullaby, destinada inicialmente a ser una cara b ya que no encajaba con la temática del resto del álbum, y acertaron: fue su mayor éxito a nivel mundial. El vídeo de Lullaby fue dirigido por Tim Pope (su director habitual) y es de los que hicieron época, las imágenes de Robert Smith en la cama, cubierto de telas de araña o siendo tragado por una vagina peluda son imborrables de nuestra memoria.
A pesar de lo prometido, Smith volvió a reunir al grupo en 1992 con el disco Wish (otra joya por motivos bien distintos) y con energías renovadas. Pero a partir de ahí su carrera ha sido bastante irregular (por no decir en caída libre). Smith sigue anclado en su imagen de los años 80 y  cada cierto tiempo amenaza con la definitiva desintegración del grupo. Al menos siguen haciendo conciertos memorables en los que nunca faltan al menos 4 ó 5 canciones de este disco que nos ocupa.

Siempre nos quedará Disintegration para los días de lluvia. No sé si se habrá notado que adoro a este grupo y a este disco en particular.

jueves, 21 de mayo de 2009

Pet Shop Boys: Yes

Ya sé que en ciertos sectores está mal visto decir que eres fan de Pet Shop Boys y que muchos piensan que si te gusta el rock no te puede gustar un grupo que hace electro-pop comercial, me da igual… no pienso renegar de los grandes momentos que estos tipos me han hecho pasar desde niño.



Puede que Neil Tennant y Chris Lowe ya estén mayores para salir en la MTV y que ya no arrastren tanto público como en los 80 o que en los 90 cayeran bastantes enteros con discos tan flojos como Bilingual o Nightlife. Por suerte, en el nuevo milenio creo que recuperaron mucho terreno con Release y Fundamental. Por eso esperaba bastante de su nuevo trabajo.

Pero la primera escucha de Yes me dejo frío, muy frío. Sólo la primera canción (el primer single Love etc) me pareció que tuviera algo especial, fuera de la mediocridad. El resto de los temas me parecieron insulsos, sin matices, como sin ganas, sin motivación. Las baladas están poco logradas y la producción de Xenomania (Sugarbabes, Girls aloud, Kylie Monogue, vaya currículum…) es tan plana y comercial que acaba lastrando todo el conjunto.


Yes es un disco enfocado más que nunca para un público mainstream. Sólo el último tema Legacy se sale del conjunto y se acerca al sonido cabaretero de Kurt Weill pero no engancha. Gran decepción.

Por suerte, hay discos que no entran a la primera y mejoran con las escuchas, eso lo que me ocurrió con Yes.
La plana producción sigue allí, pero con las sucesivas escuchas he caído seducido por las imbatibles melodías del dúo británico, sus letras irónicas y la voz nasal de Neil Tennant (sus bazas de siempre). Al final el disco me ha acabado convenciendo y, aunque no es una de sus mejores obras, resulta bastante digno (sobre todo como intento de unos cincuentones de sonar modernos).
Es cierto que intentan acercarse a un público lo más amplio (y joven) posible y que no hay ningún riesgo ni novedad en este disco, pero temas como Love etc, More than a dream, Pandemonium o All over the World son simplemente adictivos, petardeo discotequero de primera.

Un disco menor pero sin complejos de ningún tipo ni otra aspiración que agradar.
Como siempre, ofrecen una edición especial con un cd extra con versiones dance instrumentales de los temas del álbum. También se incluye el tema “This used to be the future” con la colaboración de Philip Oakey de The Human League, todo un homenaje al sonido de los años 80 y lo mejor de todo el lote.

miércoles, 29 de abril de 2009

depeche mode: Sounds of the universe


Pues ya está aquí Sounds of the universe el nuevo disco de depeche mode, uno de los pocos grupos que tras 30 años de carrera siguen siendo capaces de sorprendernos.


Otros grandes grupos que iniciaron su carrera a principios de los 80 ya no sorprenden a nadie (me refiero por ejemplo a u2 o The Cure) aunque sus discos sigan estando bien (casi siempre).

Depeche mode aún consiguen sorprender a propios y extraños. Su nuevo disco es simplemente un paso hacia delante en su carrera, nada de mirar atrás o (lo que es peor) mirarse el ombligo. Nada de repetir formulas e ir a lo seguro. Martin Gore sigue buscando nuevos sonidos (aunque sea con los viejos cachivaches de los 80 comprados en ebay) y con la ayuda en la producción de Ben Hillier (quien ya colaboró en Playing the angel, 2005) ha logrado un sonido entre retro ochentero y experimental. Ahora que vuelven muchos grupos de los 80's o se recupera el sonido de esa década ¿por qué no iban a recuperarlo depeche mode?



El disco tiene la suficiente experimentación (algo de lo que carece No line on the horizon de u2) que parece que el grupo no teme perder seguidores. No hay en el disco grandes singles potenciales para radiar masivamente (no hay ningún Enjoy the silence), todos son temas son bastante oscuros y no hay concesiones a la comercialidad. La carrera de depeche mode es cada vez más oscura y disonante, bien.
Valga como ejemplo el single, Wrong, un tema obsesivo, oscuro, difícil de digerir en principio, sin estribillo claro, con un genial Dave Gahan casi escupiendo palabras con una ira creciente. No es el mejor tema del álbum (por suerte) pero te puede dar una idea de por donde van los tiros. Yo prefiero otras canciones como Perfect, Jezebel, In Chains o Corrupt (gran letra).

Martin Gore sigue haciendo una segunda voz y unos coros brillantes a la soberbia voz de Dave Gahan y se guarda un tema para lucirse él solito (Jezebel). Por otro lado los 3 temas compuestos por Gahan (condición para su permanencia en el grupo) son los más flojitos.

A mí el disco me ha gustado, va ganando con las escuchas, no suena exactamente como el anterior ni repite formulas que todos sabemos que funcionan. Es un disco arriesgado y eso ya es mucho para un grupo con el peso de casi 30 años de carrera y millones de fans a sus espaldas.

martes, 28 de abril de 2009

U2: No line on the horizon


Llega un momento en el que los grupos son demasiado grandes, tiene demasiados fans y demasiadas bocas que alimentar a su alrededor.


Que un grupo con una discografía intachable se reinventara casi totalmente con Achtung baby (1991) fue una grata sorpresa que nos dejó uno de los discos claves de los 90. Que un grupo en la cumbre pierda todo tipo de complejos y hasta vayan de horteras en Zooropa (1993) o Pop (1997) era algo que los hizo aún más grandes.

Pero la experimentación se acabó, las ventas de Pop fueron bastante pobres (sobretodo en USA) y All that you can leave behind (2000) era bastante conservador, poco arriesgado y poco inspirado. La cosa mejoró bastante con How to dismantle an atomic bomb (2004) pero… y ahora qué? ¿Por dónde tirar en plena crisis discográfica? ¿Arriesgar o ir a lo seguro?


Creo que con No line on the horizon U2 han querido reinventarse una vez más y experimentar, pero la cosa no ha cuajado. Supongo que las presiones de la compañía y el temor a una bajada en las ventas (de por sí ya bajas gracias a las descargas en internet) ha provocado que la renovación haya sido parcial y la experimentación sólo aparezca en algunos temas. Para mí lo mejor del álbum son las canciones No line on the horizon, Magnificent , Get on your boots (sí ya sé que se parece a Vértigo o Elevation), Breathe y Fez/being born. Son temas arriesgados, potentes y forman el deseado soplo de aire fresco. La producción de Brian Eno se antoja por momentos tan inspirada como en los mejores tiempos: teclados, ritmos étnicos, samplers, etc y un Bono que sigue estando vocalmente en forma.


Lamentablemente, el resto del disco no es igual de osado, el riesgo ha sido controlado y muchos temas parecen descartes de discos anteriores. Ojo, no digo que el disco sea malo, ni mucho menos, pero al grupo más grande del planeta se le pide algo más. Yo le pido más.
Más que temas simplemente salvables llenos de oooh oooh para que el público coree en los conciertos.
El resultado ha sido un disco desigual que no hará que u2 gane adeptos pero tampoco los perderá. Ése era el objetivo final. Podrán seguir llenando estadios durante bastantes años, incluso si no sacaran discos nunca más. Al final el título del disco es premonitorio, no hay línea en el horizonte, u2 no saben hacia donde van.