domingo, 31 de octubre de 2010

The Cure: Siamese twins

Reconozco que hubo una época en mi vida en la que todos los los días eran el día de difuntos. Discos tan densos y oscuros como el Pornography (1982) de The Cure me acompañaron en mi adolescencia. Aún escucho esta música tan deprimente a veces, aunque ahora prefiera cosas algo más alegres, me hago mayor.

En1983 The Cure interpretaron su canción Siamese twins mientras unos bailarines danzan ante la airada mirada de una señora mayor que parece no disfrutar nada del show.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Al servicio secreto de su majestad (On her Majesty's secret service, 1969)




Retrocedamos hasta 1969, los años 60 tocaban a su fin. Sean Connery declara estar harto del personaje de James Bond, pero el productor Albert Broccoli no se rinde (nunca lo hizo) y decide continuar la franquicia basada en el personaje creado por Ian Flemming. Supongo que era inimaginable pensar que 40 años después su saga seguiría dando beneficios. Pero Connery no quiere continuar, está cansado del personaje y desea probar suerte con otro tipo de papeles. Urgía encontrar un nuevo rostro para el agente 007 y adaptarse a los nuevos tiempos.

El tiempo demostró que ni los cambios de actor, ni la caída del telón de acero pueden con esta saga. James Bond es todo un superviviente pero su saga es incluso más difícil de matar, quizás sólo la crisis ecenómica actual pueda con el espía más famoso de la historia. Pero eso lo sabemos ahora, en 1969 nada de esto se sabía.

Tras muchas cavilaciones el elegido fue una opción muy arriesgada, un desconocido actor australiano (algo feo diría yo) llamado George Lazenby. Muchos se rasgaron las vestiduras de igual forma que hicieron 35 años después cuando el elegido fue Daniel Craig, pero en ambos casos creo que se equivocaron. Obviamente, Lazenby no tenía el carisma de Connery (sus posteriores carreras así lo confirman) pero para ser James Bond no hace falta ser un grandísimo actor, basta con tener buena planta y poner cara de póker (que le pregunten a Roger Moore).

Ya desde la primera escena, el guión es consciente del cambio de actor e ironiza sobre ello. Mientras Bond está enzarzado en una pelea contra unos matones que iban a secuestrar a una chica, ésta se escapa sin ni siquiera dar las gracias. Bond mira a la cámara y declara “Esto no le pasaba al otro Bond”. El cambio de actor implicaba algo más que un simple cambio de rostro. Para la primera película sin Connery, los productores decidieron dar un giro hacia una mayor espectacularidad y a la vez aumentar la ironía de la saga.

El personaje de Bond aparece algo más humano, no es sólo una máquina de matar. James Bond evoluciona, se enamora e incluso se casa. Es más, en este film está dispuesto a dejarlo todo por una mujer, interpretada por Diana Rigg conocida por la serie de televisión Los vengadores. Desde luego, Blofeld y su organización terrorista Spectra (¿la inspiración de Al Qaeda?) siguen haciendo de las suyas. Blofeld aparece esta vez interpretado por Telly Savalas, en mi opinión la mejor encarnación del archienemigo de 007. Su enemistad se convierte aquí en algo personal.

La dirección de Peter Hunt es más que eficiente a la vez que psicodélica, de acorde con la época: mucho movimiento de cámara, planos cortos, zooms y demás efectos que en 1969 eran muy modernos pero que han envejecido bastante mal. Algunas escenas de peleas son especialmente confusas y mareantes. En general, la peli adolece de los males propios del cine de finales de los sesenta pero esos mismos males la hacen única dentro de la saga.

A mí me parece que esta película tiene algunas de las mejores escenas de toda la franquicia, la escena de la persecución en skis (la primera de toda la saga) o la lucha final con Blofeld me parecen geniales. Pero lo mejor es la música de un John Barry especialmente inspirado. Su música se funde perfectamente con las escenas de acción creando momentos de auténtico cine de aventuras. La canción We have all the time in the world interpretada por Louis Armstrong es también memorable.



A pesar de sus innegables cualidades, los fans rechazaron el film. Se dice que fue un fracaso de taquilla, pero ese año sólo fue superada en recaudación por Dos hombres y un destino. Lazenby nunca volvió a encarnar al personaje, participó en las últimas películas de Bruce Lee y acabó en la saga Emmanuelle.

Sean Connery sí volvió a encarnar una vez más a 007 (gracias a un desorbitado cheque de un millón de dólares de la época) en 1972 con Diamantes para la eternidad, pero este film no continua los sucesos narrados en Al servicio secreto de su majestad. Durante unos años parecía que ni la propia franquicia quería saber nada de una de sus mejores entregas. Hasta el prólogo de Sólo para sus ojos (ya en1981 con un acartonado Roger Moore) no se asumen y se atan ciertos cabos sueltos dejados por el film que nos ocupa. Ello supuso la aceptación de Al servicio secreto de su majestad como miembro de pleno derecho de la franquicia. Nunca es tarde si la dicha es buena.



sábado, 23 de octubre de 2010

La red social (The social network)



Tengo que reconocer que yo también estoy en Facebook, con nombre falso, no lo miro casi nunca ni añado cosas a mi muro, pero estoy. Creo que el invento me ha pillado algo mayor o desmotivado, no me llama demasiado hacer amigos por la red, la verdad. Pero está llegando un momento en el que si no estás en Facebook, no existes. Facebook es un invento que nació en la exclusiva universidad de Harvard y que ha acabado extendiéndose por el mundo, 500 millones de usuarios no es moco de pavo. Sea como fuere, el invento de Mark Zuckerberg es una de las claves que están definiendo nuestro mundo actual, nos guste o no.

La gracia de este film radica en que se centra en el fenómeno de facebook ahora mismo, los hechos narrados son de apenas hace 7 años. No han esperado 30 años para narrar el origen del fenómeno de la red social ni han cambiado el nombre de los protagonistas. Además posee una sana ironía el hecho de que el cantante Justin Timberlake interprete al creador de Napster y exterminador de las discográficas.


El excelente guión de Aaron Sorkin (basado en la novela Multimillonarios por accidente de Ben Mezrich) no se limita sólo a narrar el origen de Facebook. En cierta manera traza una elaborada crítica al propio Facebook, un monstruo gigantesco en el que la gente comparte fragmentos seleccionados de su existencia pero que realmente no puede sustituir a las verdaderas relaciones interpersonales.

A Mark Zuckerberg el film no le ha gustado nada (no olvidemos que se le calcula una inmensa fortuna) ya que es presentado como un chaval muy inteligente pero incapaz de tener amigos o salir con chicas, un fracasado socialmente que, paradojas de la vida, creará la red social más grande del mundo. Un personaje muy contradictorio y complejo al que Jesse Eisenberg (Zombieland, Adventureland) da vida magistralmente. Tengo que destacar la escena final del film, un perturbador epílogo en el que queda patente la tremenda soledad y desesperación en la que puede verse sumido una persona hoy día.

El film se sigue bastante bien a pesar de su lenguaje informático (algoritmos, códigos fuente) aun siendo un profano. Por suerte pronto se centra en la condición humana pasando a segundo plano en los entresijos técnicos y los conflictos legales. Los estupendos diálogos de Aaron Sorkin (autor de El ala oeste de la casa Blanca) poseen una precisión milimétrica y acaban narrándote todo un drama con apariencia de liviana película universitaria. Sentimientos como la envidia, la amistad y el compromiso entrarán en claro conflicto.

Cuando te das cuenta se te han pasado las dos horas del film en un suspiro. Así es el ritmo de este film, perfecto. David Fincher se limita a rodar eficientemente lo marcado en el guión, sabe supeditarse a la historia, casi sin dejar rastro de su estilo visual y narrativo. Fincher está llegando a un clasicismo narrativo impensable en él hace sólo unos pocos años. Ahora prescinde de alardes (salvo algún momento aislado como la regata) y se centra en la historia. Nada de planos digitales, grúas imposibles, psicópatas, aliens, niños viejos ni autodestrucción. Sólo un grupo de jóvenes con una idea millonaria y las consecuencias que ésta tendrá en sus vidas y en las 500 millones de personas.

Quizás lo más peculiar del film técnicamente sea que los gemelos Winklevoss están interpretados por el mismo actor, Armie Hammer. Igualmente sorprendente es la elección de Trent Reznor (NIN, How to destroy angels) y Atticus Ross para elaborar la excelente banda sonora.

Una muy buena película que refleja fielmente el mundo en el que vivimos.

Pulsa F5.

8

martes, 19 de octubre de 2010

Buried (Enterrado)

No es un secreto que me gustan las películas sobre personas atrapadas y/o pasándolas canutas. Enterrado es el cénit de este género, una propuesta extrema y arriesgada que me parece muy interesante.
Basar casi toda una película en un escenario tan pequeño como un ataúd con sólo un actor y con la escasa luz de un móvil es una premisa que le hubiera encantado al mismísimo Hitchcock. Lástima que cuando el mago del suspense estaba en activo no había teléfonos móviles. Supongo que le hubiera encantado hincarle el diente a esta historia y la hubiera rodado en una única toma. El gallego Rodrigo Cortés no es tan pretencioso pero casi, se la juega en un doble salto mortal y consigue caer de pie y saludando al tendido.

El film se sustenta, a parte de la interesante y simple premisa argumental, en un sólido guión lleno de aciertos. El principal acierto es su honestidad, sólo con una situación extrema y un personaje desesperado por salir consigue mantenernos en vilo durante hora y media. Ya que el teléfono móvil es la única forma de comunicación con el exterior que tiene el sufrido protagonista se puede trazar una metáfora sobre la vida moderna: ¿estamos tan ocupados y tan aislados de los demás que sólo la tecnología es capaz de conectarnos? ¿Vivimos incomunicados en nuestros pequeños ataúdes con miedo a relacionarnos cara a cara?
A parte de interpretaciones sociológicas, el guión logra que no nos aburramos en ningún momento. Desde el agobio inicial nos va contagiando de los distintos sentimientos y estados de ánimo del protagonista: miedo, ira, frustración, esperanza. Nos atrapa desde la impactante primera escena.

El trabajo de dirección de Rodrigo Cortés parece obra de un director experimentado más que de un joven realizador. Los pocos recursos que permite el limitado espacio del film, son utilizados con sorprendente soltura y maestría. No hay trucos narrativos para evitar caer en el tedio, no hacen falta: nada de voces en off, flashbacks, ni saltos temporales, ni finales tramposos. La acertada dirección consigue que nos agobiemos y lo pasemos realmente mal. Hay momentos muy tensos e incluso alguna desagradable sorpresa que no puedo desvelar está muy bien resuelta.

Del reparto sólo puedo decir que Ryan Reynolds está en su mejor papel, mucho mejor que en esas comedias rancias y films de acción en los que suele dejarse ver (aunque Adventureland estaba muy bien). Aquí realiza una actuación memorable llena momentos sobrecogedores. Supongo que el rodaje no sería especialmente fácil, lo que añade aún más valor a su trabajo.

No puedo decir nada negativo pero tampoco nos engañemos, no es una obra maestra como he leído por ahí, pero sí un film interesante muy bien rodado.

Recomendable para los que no sufran claustrofobia.

7

sábado, 16 de octubre de 2010

Network, Un mundo implacable (1976)



Cuando vi Network hace muchos años, me pareció que era un film demasiado tremendista. Era un esperpento que distaba mucho de ser real, la televisión no podía ser tan monstruosa. Lamentablemente, el tiempo me ha quitado la razón.
Network se basa en la historia real de Christine Chubbuck, una joven reportera que se suicidó en directo en 1974. Justo antes de pegarse un tiro en antena dijo: «De acuerdo a la política del Canal 40 de brindarles lo último en sangre y entrañas a todo color, están a punto de ver otra primicia: un intento de suicidio».


En Network asistimos al auge y caída del presentador de telediario Howard Beale (interpretado por Peter Finch), que monta en cólera en directo y grita estar harto. Anuncia que se va suicidar en directo en las dos semanas siguientes. La audiencia se dispara tras el incidente y la cadena, que inicialmente pensaba despedir al presentador por baja audiencia, decide renovarle y darle un espacio propio para que se explaye: "El Show de Howard Beale".
La frase de Beale: "Estoy más que harto, y no pienso seguir soportándolo" se convertirá en toda una proclama contra el sistema. Millones de espectadores saldrán a las ventanas de sus casas gritando dicha frase.
La cadena sabe que es jugar con fuego, que el presentador no es estable, que sus salidas de tono son incontrolables y su discurso cada vez más radical. Pero la audiencia manda, todo vale.
Maquiavelo se ha convertido en una productora televisiva (un tiburón con la cara de Faye Dunaway) dispuesta a todo por medrar en la empresa.


En busca de algo que se salga de la norma y dé que hablar (de morbo) la cadena se lanza en una espiral que irremediablemente acabará mal. Puede que el presentador se suicide en directo y puede haya disturbios incitados por sus incendiarios mensajes, da igual. La expectante audiencia necesita que este loco les saque de su aburrida monotonía y les sacuda las neuronas. Mientras tanto las arcas de la cadena se llenarán de dinero.

Tampoco importa que su mensaje vaya en contra del sistema, el sistema lo asimilará y convertirá en su propaganda más eficaz. El capitalismo es así. Pero cuando el mensaje deja de ser radical y ya no conmociona al espectador, éste buscará esa conmoción en otro sitio. Como resultado se pierde audiencia y el presentador/profeta deja de ser rentable para convertirse en un estorbo. Aunque quizás pueda ser de utilidad a la cadena una última vez.
La película del maestro Sidney Lumet ganó merecidamente el Oscar al mejor guión y tres de sus actores se llevaron también la dorada e inexpresiva estatuilla a casa: Faye Dunaway, Peter Finch (a título póstumo) y Beatrice Straight.

Puede que Network fuera una advertencia de lo que podría pasar, pero acabó siendo todo un presagio, incluso se ha quedado corta en algunos aspectos. Hoy en día vemos cómo las cadenas explotan a personajes que sacan a la audiencia de su rutina, que les divierten a base de mostrar miserias para olvidar las suyas propias. Personajes que venden su vida privada a cambio de dinero. Hazmerreíres que saben de su condición de patéticos bufones. Al menos Beale era sincero, daba espectáculo debido a que no tenía nada que perder, decía lo que pensaba. Los bufones de ahora sólo comercian con la vida privada de los demás.

Pero hoy cuesta cada vez más impresionar al insensibilizado espectador. Todo ello obliga a las cadenas a exprimir a sus personajes cada vez más en busca de ese momento estelar de realidad televisada: una lágrima, una confesión, un cabreo, una reconciliación, una pelea, ya no son suficientes. Se necesita un momento de sublime patetismo que sobrecoja al espectador. Se necesita que la ex mujer de un torero se entere en directo que su actual marido la engaña o que unos mineros vuelvan a la vida tras 2 meses bajo tierra. El circo mediático. Todo tan real y (paradójicamente) tan prefabricado que sigue atrayendo a millones de idiotizados espectadores cada día.

Network, dentro de su infinita amargura, se quedó corta. La realidad siempre supera a la ficción.


miércoles, 13 de octubre de 2010

Resident Evil: Ultratumba o El decálogo de qué hace mala a una película



¿Qué es lo que hace mala a una película?

1. Que traten al espectador de idiota.
Que no se curren mínimamente una historia y se crean que el espectador tiene encefalograma plano me cabrea soberanamente.

2. Que se les vaya la mano con los efectos especiales.
 Es decir, que usen la cámara lenta para que veamos la pasta que se han gastado en tales efectos. Peor me lo pones si tales efectos digitales son una mala copia de los que ya nos dejaron asombrados en Matrix hace más de 10 años. Pero ahora lo hacen en 3D, vaya qué bien. La peli es igual de mala pero la entrada es más cara.


3. Cuando parece que una película de zombis la ha escrito, dirigido y montado uno de ellos. Cuando el director-zombi es un negado incapaz de aportar nada original a su película. Tampoco sabe lo que es el ritmo ni la planificación. Se limita a repetir constantemente clichés de un cine ya caduco (por muchos dividendos que siga dando). Ya sólo con ver el lamentable inicio del film es para echarse a correr. Esos títulos de crédito son de lo más patético que he visto nunca, esos transeúntes bajo la lluvia de Tokio no aportan nada y acaba aburriendo. 

4. Que los zombies no den miedo sino risa.
 Vale que los zombis no suelen ser muy listos, pero cuando son rematadamente tontos y lentos la cosa ya empieza a oler a chamusquina. Cuando la heroína de turno está rodeada por una miríada de zombis no veo lógico que éstos le hagan un pasillo para que se escape. Tampoco me creo que casualmente siempre haya uno que esté a punto de atraparla pero se le nota que se está reteniendo para dejarla escapar.

5. Que usen a las mujeres como mero reclamo sexual, pero no de forma explícita y sin complejos.
 Nada de lindezas a lo Russ Meyer. Sólo lo justo para que no se note, de tapadillo. Siempre chicas jóvenes, guapas, delgadas, perfectamente peinadas y maquilladas aunque haga 6 años que todos los trabajadores de L’Oreal se convirtieron en zombis. Por supuesto, visten moderna ropa ajustada, y, mira por donde, siempre acaban mojadas. Nada de erotismo ni escenas de cama, ojo, que eso es muy subjetivo, complicado y nos puede llevar a problemas de calificación por edades. Que ahora los cines se llenan de adolescentes. Violencia sí, pero sexo no.



6. Que los villanos no tengan nada de carisma.
 En todo film de aventuras el villano es una pieza clave, tanto o más que el héroe. Eso lo saben bien cualquier aficionado al cine. El villano es quien saca lo mejor (y lo peor) del héroe. Un héroe necesita un villano de su altura. Cuanto más complejo, contradictorio o interesante es el villano, mejor es el film.
Cuando el villano es muy inexpresivo y/o soso nos cuesta odiarle y la película pierde muchos enteros, no hay motivo para identificarnos con los buenos.

7. Los finales forzados para preparar la secuela.
 Cuando la película ha sido muy mala y encima en el último minuto intentan dar continuación a una historia que no tiene por donde cogerla… da la impresión de improvisación y chapuza. El escritor-zombi va fumado hasta las cejas. Paul W. S. Anderson es probablemente uno de los peores directores que nunca se ha puesto tras una cámara. Así de claro.

8. Las adaptaciones de videojuegos.
 Son medios de expresión y entretenimiento totalmente distintos, por mucho que cada vez se parezcan más. Un juego puede tener una buena historia para meter al jugador (parte activa) dentro del mismo, pero una película debe tener una historia detrás para que el espectador (parte pasiva aunque piense) se involucre. Confundir jugador con espectador es un error.

9. El abuso de la música rock en las escenas de acción.
 Estaba muy de moda en décadas pasadas pero ya aburre hasta a los fans de Metallica. En vez de currarse una buena banda sonora, me las apaño para meter con calzador cuatro canciones en las escenas de acción y ya está. Pueden ser buenas canciones pero realmente no importa, tan apenas se van a oír y sólo irritan.

10. Que se note que ni los actores se creen la película.
 Cuando se ve a los actores desganados, diciendo las frases del guión sin ninguna convicción, sin ganas de aportar a sus estereotipados papeles ni un ápice de personalidad. Quizás no sea suya toda la culpa si estamos ante la típica película en la que sabes qué personajes van a ir cayendo y casi en qué orden. Así no hay manera de creerse la trama.

Resident Evil: Ultratumba, el paradigma de una película muy muy mala.

Pues eso, a la fosa con ella.

1

lunes, 11 de octubre de 2010

Repo men




Repo men recoge ideas de otras películas y las regurgita en forma de una atípica película de acción futurista. Lo de los órganos artificiales no es muy novedoso y la estética del film por momentos parece calcada de Blade runner.
Es de agradecer que el propio autor de la novela participe en la adaptación, pero cuando la novela original contiene muy pocos elementos originales… el refrito está servido.

Repo men es un film que no sabe con qué tono quedarse y se queda en tierra de nadie. Empieza como una comedia negra pero luego muta a film de acción con tintes gore y el final parece propio del Terry Gilliam más desatado. La estética es un calco de Blade Runner e incluso alguna escena recuerda peligrosamente a la famosa escena del martillo de Old Boy. Al igual que en el argumento, con piezas no originales se ha construido un film que no acaba de funcionar, un film irregular que tiene demasiados cambios de tono y de ritmo, dejando al espectador con una sensación agridulce.
A mí Jude Law me cae mal debido a que Sienna Miller le abandonó cuando se enteró que se la estaba pegando con la niñera. Hay tipos que no saben lo que tienen. Pero lo peor es que un tiempo después la Miller parece haberle perdonado y ha vuelto con él. Hay tipos con suerte. Aparte de cotilleos estúpidos que no vienen a cuento, Jude Law no es un gran actor pero queda resultón. Ahora parece que ha dado un giro para interpretar a un héroe de acción. La verdad es que resulta convincente en las escenas de peleas, se ha preparado físicamente y no desentona cuando reparte mamporros.
Forrest Whitaker no se esfuerza demasiado, la verdad. Liev Schreiber tampoco se toma muy en serio su estereotipado personaje. Por su parte Alice Braga (que está hasta en la sopa últimamente) y Carice van Houten (Valkiria, El libro negro) no lo hacen mal.

4,5

domingo, 10 de octubre de 2010

Janelle Monàe: Tightrope


Me encanta esta canción. Con sólo 25 años Janelle Monàe hace una fusión perfecta de soul y funk con un andrógino aire retro en la estética. Su disco The archandroid es uno de los mejores de este año 2010, te lo juro. El espíritu de James Brown sigue vivo.

viernes, 8 de octubre de 2010

La conversación (The conversation, 1974)



Uno de los recuerdos más terribles que tengo de niño es el visionado un Sábado por la noche de el film de Francis Ford Coppola La conversación (1974).


Cuando vi La conversación no entendí casi nada. Para mi mente infantil la peli fue un tormento con momentos de verdadero agobio. Recuerdo vívidamente las escenas de un solitario Gene Hackman destrozando literalmente su apartamento en busca de algo que nunca llegará a encontrar (luego supe que buscaba un micrófono). Su obsesión por encontrar ese objeto me impactó mucho. Aún hoy me viene a la mente el film cuando estoy buscando esa cosa que hace unos segundos tenía en la mano y que misteriosamente ha desaparecido y no hay manera de encontrarla. Igualmente su creciente frustración por no encontrar lo que busca me produjo un terrible desasosiego cercano a la claustrofobia.

Es curioso cómo podemos llegar a interiorizar cosas que no acabamos de comprender. Yo no entendía el motivo por el que era tan importante encontrar ese objeto pero la contagiosa frustración del film me sobrepasaba. La enfermiza obsesión del protagonista acaba por traspasar la pantalla y se contagia al espectador (aunque éste no entienda nada del film).

Ya sé que esa peli no era apta para niños y quizás yo no debía haberla visto, pero así es la vida y así aprendí a ver cine. Viendo pelis para mayores en Sábado Cine. (Joder, hubo un tiempo en el que se emitía buen cine en televisión. Hubo un tiempo en el que Coppola hacía buen cine.)
Por eso creo que me gusta el cine que me obliga a pensar, que me sobrepasa y me hace esforzarme para comprender lo que ocurre en la pantalla. Aunque a veces sea casi imposible, como con el último David Lynch.

No he vuelto a ver La conversación, he leído bastante sobre ella pero prefiero no volver a verla para que no pierda esa aura de extraña fascinación que aún tiene en mi mente.

Años después leí sobre el terror psicológico. Yo ya lo conocía, lo había sentido con esta película.

lunes, 4 de octubre de 2010

Predators


Recuerdo que fui al cine con los compañeros del cole a ver Depredador (o Predator, la original con Arnold Schwarzenegger) en 1987. No es que fuera una gran película pero con 12 años que teníamos nos dejó fascinados. Esa violencia, esos tipos tan duros, esos músculos, ese impaciente, ese misterioso ser de otro planeta. El film de John McTiernan era divertido y tenía un ritmo bastante adecuado. Luego hubo una segunda entrega bastante decente hasta que cayó en las manos inadecuadas con esas tonterías de encefalograma plano que son Aliens contra Predators (puag).

Ahora resulta que Robert Rodríguez en su afán de revivir viejas glorias ha producido esta nueva película sobre unos depredadores que realmente ya no dan más de sí. Y es que la saga está realmente muerta y más en manos tan ineficaces. Entiendo que recuperar el cine de acción de los ochenta está muy de moda (Los mercenarios) pero nunca está de más aportar algún elemento nuevo. Al contrario que en Machete, Rodríguez parece haberse tomado Predators en serio (error) y nos entrega una mala copia de la original que en comparación sale perdiendo desde el primer minuto. Eso sí, abre las puertas a nuevas secuelas, precuelas y Dios sabrá qué más.

El guión es poco interesante (más de lo mismo), bastante torpe y fracasa en su intento de presentarnos unos personajes mínimamente interesantes. Ninguno de ellos tiene el interés suficiente ni consigue que nos identifiquemos lo más mínimo con ellos. Incluso alguno me parece especialmente ridículo (el médico que no pinta nada o el superviviente interpretado por Lawrence Fishburne). Por cierto, ¿cómo es posible que una planta de otro planeta tenga nombre científico en latín? Incoherencias de este tipo se pueden encontrar a cientos esta película, por no hablar de los constantes cambios en la vegetación (tan pronto es selva tropical como bosque continental y vuelta a la selva). Una chapuza total.
Si al menos la dirección de Nimród Antal lograra algo de emoción en las escenas de lucha…pero el tipo demuestra ser un completo incompetente, desaprovecha los elementos ya clásicos de la franquicia (la visión térmica, el láser de tres puntos, etc) y es incapaz de introducir otros nuevos.

Arnold Schwarzenegger no era un gran actor pero su imponente presencia física y su ironía le venían muy bien a esos personajes tan duros. ¿Ahora resulta que Adrian Brody es lo más duro que se puede encontrar en el mercado a la hora de hacer de mercenario? Pues apañados vamos. Brody puede ser buen actor pero hace bastante que no lo demuestra (justo desde que le dieron el Oscar) y a este paso va a acabar haciendo auténtica serie B, no caras imitaciones como Predators. Le falta cuerpo y carisma para que nos lo creamos como mercenario. Cuerpo y carisma no le faltan a Danny Trejo (Machete) pero sale poco y su personaje podría haber dado más juego. La chica del film es Alice Braga y no lo hace mal pero no hay quien se la crea como dura militar israelí, demasiado compasiva.

Mira que yo siempre he sido detractor de gente como Schwarzenegger o Stallone pero al final los vamos a echar de menos (bueno, a Stallone no, que no hay quien lo jubile).

Floja.

3,5

domingo, 3 de octubre de 2010

Walking dead

The Walking Dead
Basada en el aclamado cómic homónimo, Walking dead es una serie de televisión que, visto el trailer, no me pienso perder ni muerto. En la dirección está el eficiente Frank Darabont (La niebla, Cadena perpetua, La milla verde).


sábado, 2 de octubre de 2010

Arthur Penn y el cine moderno




El día 28 de Septiembre murió a los 88 años el director de cine norteamericano Arthur Penn. Quizás su nombre no os diga mucho, pero Penn fue uno de los mejores directores de los años sesenta y setenta. Penn tuvo el privilegio y la suerte de formar parte del final del cine clásico y adentrarse sin fisuras en el cine moderno.

Penn fue director de películas tan imprescindibles como El zurdo (1958), El milagro de Ana Sullivan (1962), La jauría humana (1966), Bonnie and Clyde (1967), El restaurante de Alicia (1969), Pequeño gran hombre (1970) y La noche se mueve (1975). Si no has visto alguna de ellas, deberías flagelarte cada noche hasta que las hayas visto todas.

Heredero del buen cine clásico de los años 40 y 50, sus películas son excelentes formalmente hablando, sin las estridencias ni moderneces pasajeras que vendrían en décadas posteriores (zooms vertiginosos, músicas sintetizadas, constantes cambios de plano, etc). La dirección de Penn era precisa, basando sus películas en buenas historias, en unos personajes perfectamente definidos y una magistral dirección de actores. Pero sus historias empezaban a ser mucho más críticas con la convulsa realidad social de la época. Temas como los anti héroes, la violencia, los prejuicios, la hipocresía social y el racismo empezaban a hacerse un hueco entre tanto héroe perfecto de décadas anteriores.

Un ejemplo: Pequeño gran hombre, es un estupendo western desmitificador con apariencia de sátira. Penn narra la azarosa vida de un blanco que es raptado por los indios siendo un niño. Con ellos se criará hasta que, ya de adolescente, volverá a vivir entre el hombre blanco para acabar finalmente volviendo a integrarse entre los indios. De esta manera conocerá de primera mano ambas sociedades, sus usos y costumbres. En el contraste entre ambas culturas salen bastante mejor parados los indios que el hombre blanco. Al menos, su mundo es mucho menos mezquino y egoísta. En este film los indios son mostrados sin ningún tipo de prejuicio y no son los malos de la historia que siempre les había tocado ser. ¿Pueden establecerse paralelismos entre la guerra de Vietnam y el exterminio de los indios americanos? Seguramente.
Lo mejor que se puede decir de un director es que su mano no se note, que sea imperceptible, que su estilo narrativo y visual pase desapercibido mientras visionamos una película. Hubo una época en la que el director se supeditaba a la historia. Es una forma de dirigir que ya no se lleva, hoy en día los directores quieren que su estilo esté omnipresente en cada fotograma. Valga como ejemplo Tim Burton, un autor fácilmente reconocible tanto por su estética como por sus temas, pero cuyas historias cada vez sorprenden menos (o aburren, directamente). ¿El avance en la técnica ha ido en detrimento de la narrativa? ¿Ya no hay historias como las de antes ni se cuentan como antes? Se podría decir que sí. Con cuatro efectos especiales, unos jóvenes esculturales, 4 disparos y un plano cada 2 segundos parece que ya tienes una película, da igual lo hueca que ésta sea.

No creo que todo esté perdido ni soy un nostálgico, aún quedan buenos autores capaces de realizar buenas historias, cada vez menos, pero aún quedan. Ahí siguen Clint Eastwood y Woody Allen (y algún otro) que aún nos entretienen con sus historias. Dicho sea de paso, probablemente los avances técnicos actuales serán vistos dentro de 40 años como arcaicos pero nadie nunca podrá decir que las películas de Arthur Penn sean arcaicas.

Arthur Penn se ha ido, pero su cine nos acompañará siempre.