viernes, 31 de enero de 2014

The Grandmaster


Won Kar-Wai es un director de esos a los que amas u odias. No hay término medio. O te fascina su elegante estética y la profundidad de sus temas o te aburre soberanamente.

 A mí me gustaron films suyos como Deseando Amar o 2046, aunque debo reconocer que hubiera agradecido un recorte en el metraje. Por muy bonita visualmente que sea una película, si no hay una historia mínimamente interesante detrás, el tedio aparece sin darte cuenta. Con The grandmaster Kar-Wai se pasa al cine de artes marciales, parece que todo buen director chino debe acabar aportando su particular granito de arena al género. Ya lo hicieron Ang Lee (Tigre y dragón), Zhang Yimou (Héroe, La casa de las dagas voladoras), Chen Kaige (La promesa) o el propio Won Kar-wai con Ashes of time hace 20 años. Todos estos films tienen en común un abultado presupuesto y un apartado visual espectacular. Pocos peros se les puede poner técnicamente a estos directores cuando se pasan al cine de acción y artes marciales. Sin embargo, Won Kar-Wai intenta fusionar una vez más su preciosista estilo visual con las artes marciales y el resultado ha sido decepcionante.

Vale que el film tiene una complejidad y una profundidad que no es habitual en el cine de artes marciales y las escenas están rodadas de forma más que satisfactoria. Pero el film adolece de una falta de ritmo que acaba ahogando la historia.  The grandmaster son dos películas en una y a ambas les sobra metraje. Tanto la parte dramática como la parte de acción se me hicieron pesadas. El estilo contemplativo, de silencios y emociones reprimidas de este director nunca acaba de fraguar junto a las escenas de acción. Este cine introspectivo de artes marciales no resulta ni tan trascendente ni entretenido como pretende. Por otro lado, a mí la historia del maestro de Bruce Lee me interesa bastante poco y toda la palabrería sobre estilos de artes marciales me resbala bastante.


Tras unos bellísimos títulos de crédito nos encontramos con una escena de lucha bajo la lluvia que me recordó a Matrix Revolutions, mala cosa. Sin venir a cuento, Kar-Wai nos mete en una pelea antes de contarnos nada sobre los personajes. Es como si las peleas (perfectamente coreografiadas y rodadas eso sí) nunca acabaran de encajar con el resto del film. Peor todavía, hay algunas peleas que me parecieron eternas y otras simplemente sobran. Solo salvo el primer enfrentamiento entre los personajes de Tony Leung y Zhang Ziyi y la pelea en la estación de tren. Igualmente, los elementos habituales del cine de este director (voces en off, flashback) y diálogos enteros me acabaron aburriendo.

 Buscar la trascendencia y la profundidad a través de la contemplación está muy bien pero hay que evitar que el espectador se duerma. El film cae en la pedantería y el vacío, tras sus bellas imágenes no hay nada que haga al espectador seguir la película con interés. Kar-Wai sigue teniendo un problema con el ritmo de su cine. Todo ello a pesar de la belleza de Zhang Ziyi y el buen hacer de Tony Leung. Ni por esas consigue esta película remontar el vuelo.

Lo dicho, un experimento fallido que no dejará contentos ni a los aficionados al cine de artes marciales ni a los seguidores de Won Kar-Wai.

4,5

miércoles, 29 de enero de 2014

La ladrona de libros (The book thief)


A través de los ojos de la joven huérfana Liesel asistimos a la ascensión del régimen nazi y el inicio de la Segunda Guerra Mundial.

 Las adaptaciones de los best-sellers me suelen resultar bastante decepcionantes. Nunca es fácil adaptar fielmente un libro y mucho menos cuando se pretende agradar al mayor número posible de espectadores. En esta adaptación de La ladrona de libros de Markus Zusak, opino que se ha conseguido llegar a un público mayoritario a cambio de presentar un producto sin demasiada personalidad.

 Esta adaptación me resultó demasiado académica. La dirección de Brian Percival, quien se estrena en la dirección tras su trabajo en televisión en series como Downton Abbey, es demasiado obvia y estandarizada. No innova ni pretende salirse de los cánones del denominado cine para toda la familia. Percival busca (y consigue) emocionar al espectador a base de identificarse con los personajes mientras descuida otros elementos a mi juicio relevantes como la pasión de la lectura de la protagonista o el poder de los libros para escapar de la realidad, etc. No se detiene apenas en la imposición del pensamiento único, la censura, la persecución del disidente o el riesgo de poseer un libro prohibido.Conceptos que pueden parecernos hoy día muy lejanos en la era del libro digital e internet pero que siguen estando presentes aunque de forma menos obvia. Me parece curioso que estas historias de lavado de cerebro se ambienten casi siempre en la Alemania nazi, como si otros muchos regímenes no  hubieran ejercido una similar labor de censura y control.

El film muestra el Tercer Reich desde los ojos de los niños, bendita inocencia. Muchos hechos terribles parecen mostrados de forma mucho menos trágica de lo que realmente fueron, vistos por las mentes infantiles que no entienden qué estaba pasando. Así, el film no profundiza en las miserias de la guerra y evita deliberadamente ciertos elementos escabrosos para centrarse en el lado más ñoño de la historia. Valga como ejemplo, que es la primera vez que veo fallecidos en un bombardeo sin una gota de sangre. Para entendernos, la Ladrona de libros está más cerca de El niño con el pijama de rayas que de La lista de Schindler.

 Por suerte, Percival dota al film de un acertado ritmo y la película se ve sin problemas e incluso es bastante disfrutable. Las dos horas que dura el film se me pasaron casi en un suspiro y es un film que recomendaría a cualquier espectador que busque una bonita historia. Supongo que el buen hacer de Geoffrey Rush y Emily Watson (ambos excelentes en sus opuestos pero complementarios personajes) también tuvo algo que ver. Por cierto, la joven Sophie Nélisse me gustó mucho, creo que dará que hablar en el fututo. Cuando uno es consciente del tipo del film que está viendo, sólo cabe esperar que éste esté presentado de forma correcta. Y La ladrona de libros cumple perfectamente con su cometido.

 Debo advertiros que al final del film no pude evitarlo y por mis mejillas rodaron varias lágrimas. Soy un sentimental, lo sé. Estas historias de niños, judíos y guerra me tocan la fibra sensible. En su búsqueda de emocionar al espectador ayuda la partitura de John Williams (que me pasó bastante inadvertida hasta el final que es cuando tuvo un efecto demoledor en mis lagrimales).

La ladrona de libros es un film destinado a agradar al gran público, perfectamente ambientado, fotografiado y rodado pero creo que le faltó algo de personalidad.



6



lunes, 27 de enero de 2014

El lobo de Wall Street (The Wolf of Wall Street)


He de reconocer que echaba de menos a Scorsese en los últimos años. Si exceptuamos Los infiltrados (The departed), su filmografía reciente parecía indicar una innegable decadencia.

 Alejado del cine negro, su cine languidecía lentamente. Ni sus películas sobre conciertos de The rolling stones (Shine a light), ni sus documentales sobre George Harrison, ni sus experimentos como La invención de Hugo, ni su biografía de Howard Hughes (El aviador) ni su canto a Nueva York (Gangs of New York) ni su intento de terror gótico (Shutter Island) estaban a la altura esperada. Está visto que el cine sobre canallas es el que mejor le sale al bueno de Scorsese. Su talento parece encontrar en estos personajes la mejor forma de plasmarse en la pantalla. Puede que Jordan Belfort no sea un mafioso como los que tanta fama le han dado a Scorsese, pero su historia se adapta como un guante al estilo narrativo y visual del maestro (un estilo bastante imitado, hay más que ver La gran estafa americana).


 El lobo de wall Street nos devuelve al mejor Scorsese, su film es excesivo en muchos sentidos (no sólo en la duración) pero la historia requería un tratamiento así. No se puede mostrar esta historia de auge y caída de un criminal de guante blanco como Jordan Belfort de mejor manera. Scorsese es único a la hora de mostrarnos los rincones más turbios del ser humano. Se puede servir de un taxista, un camillero con insomnio, un boxeador o gángsters capaces de matar a un amigo sin pestañear. Lo más ruin del alma humana es narrado de forma intachable por Scorsese e incluso es capaz de hacer que estos tipos nos resulten cercanos y entrañables. El Jordan Belfort de esta película, al contrario de muchos de los personajes de Scorsese, no tiene moral ninguna ni código ético, no cree en la familia ni en religión ninguna, su único dios es el dinero.

Es esta historia un film sobre la avaricia y los excesos a los que puede llegar el ser humano. Scorsese no ahorra planos de derroche y lujuría (podría haber sido bastante más explícito pero le hubiera perjudicado en taquilla) para mostrarnos la depravación a la que es capaz de llegar el ser humano. Poco se dice de cómo fue posible que este personaje con esas técnicas claramente ilegales pudiera montar su imperio. Tampoco se explica la desregulación que Reagan y Bush llevaron a cabo sobre las actividades financieras y bursátiles. No busca el film culpables, su único objetivo es mostrarnos una historia de éxito a cualquier precio y degradación moral. La cara seria de la crisis ya la tuvimos en Inside job o Margin call, El lobo de Wall Street busca otra cosa. La vida está hecha para unos pocos, la mayoría debemos volver a casa en metro mientras unos cuantos canallas se pasean en yate y helicóptero.
  
Con la célebre técnica de la voz en off como hilo conductor y un ritmo con múltiples altibajos (tres horas son excesivas) Scorsese elabora un film al que le cuesta un poquito arrancar pero cuando lo hace no deja de acelerar. La dirección de Scorsese es perfecta mientras el vibrante y caótico montaje es un complemento ideal para lograr un film trepidante y absorbente. Volvemos a tener electrizantes escenas ambientadas con música rock de la época y diálogos enloquecidos en situaciones absurdas. Scorsese logra que veamos el mundo a través de los enloquecidos ojos de una persona hasta las cejas de cocaína y otras drogas, sentimos su confusión, su ira y su euforia así como su miedo y su frustración. Casi notamos el pulso acelerado del protagonista en nuestro pecho. Las escenas del teléfono o la del Lamborghini me parecieron geniales, de lo mejor de Scorsese en mucho tiempo. Es en esa paulatina degradación física, psíquica y familiar donde el talento de Scorsese brilla especialmente.

Otro que brilla más que nunca es Leonardo DiCaprio, el giro efectuado en este papel me parece muy beneficioso para su carrera, un cambio de registro necesario. Por momentos está excesivo e histriónico, pero el personaje así lo requiere. DiCaprio parece por momentos un Jack Nicholson totalmente descontrolado, no hay más que ver las escenas con el micrófono en la oficina. Gran trabajo de un actor que hace tiempo que dejó de ser sólo una cara bonita. Curioso cómo han mejorado los dos protagonistas de Titanic. Del resto del reparto me quedo con Jonah Hill y un cadavérico Matthew McConaughey realmente fuera de órbita.


Scorsese no inventa nada pero aplica su más que probado talento a una historia que se ajusta perfectamente a su forma de entender el cine. Un valor seguro, compra.

7,5

jueves, 16 de enero de 2014

Blue Jasmine


Woody Allen se mantiene fiel a su cita anual, cosa que tiene un mérito enorme y todavía más a su edad. Pero cuando nos ofrece películas tan interesantes como Blue Jasmine sólo podemos reconocer que estamos ante un auténtico genio.

 Blue Jasmine no es una comedia, es un drama hábilmente disfrazado de comedia. Que su tono ligero no os engañe. No es difícil sonreírse ante ciertas situaciones en las que se ve envuelta nuestra protagonista interpretada magistralmente por Cate Banchett. Allen usa música divertida para dar un toque casi humorístico o irónico a las situaciones. Sin embargo Allen va intercalando escenas de dos líneas temporales distintas, mostrándonos el presente y el pasado de nuestra protagonista. Es el contraste entre ambas líneas argumentales el que consigue mantener el interés del espectador y el que nos hace ver el patetismo de este personaje. Allen nos va dando pistas de lo ocurrido con un control absoluto del guión y el tempo cinematográfico para acabar sumergiéndonos en todo un drama (o más bien tragedia) que la Jasmine no quiere aceptar.




 Allen rompe con el esquema habitual de sus últimas películas y nos ofrece un ejercicio de mucho más calado intelectual, es un film profundo, que invita a la reflexión. Está mucho más cerca de Match point que de A Roma con Amor, por ejemplo. El tema principal del film es la mentira. Jasmine ha basado su vida en mentiras, ni siquiera Jasmine es su nombre real. Se ha basado en las apariencias y se ha dejado engañar. Sin embargo la realidad le dará una lección y cuando abra los ojos será realmente tarde. Toda su vida de lujo y sofistificación se verá truncada bruscamente y deberá aceptar el duro golpe que le proporciona la vida. Se verá rodeada de personas que no están a su mismo nivel y a las que desprecia profundamente (su hermanastra incluida).

 Woody Allen demuestra una vez más que es uno de los mejores escritores y directores desde hace décadas. Sus diálogos rezuman frescura y espontaneidad mientras el film consigue mantener el interés en todo momento. Aquí parece querer decirnos que hay muy poca diferencia entre vivir en la abundancia y ser un completo desgraciado. Una mentira o un golpe de suerte pueden marcar la diferencia que te haga caer definitivamente en desgracia. Entre un multimillonario y un sin techo no hay tanta distancia.


Allen cede el protagonismo a un personaje femenino y no son pocas las semejanzas con el típico personaje neurótico que Allen suele interpretar. Jasmine se atiborra de pastillas para cualquier cosa y bebe continuamente. Cate Blanchett realiza una actuación soberbia, inmejorable, llena de matices, gestos reprimidos y sentimientos que afloran aunque apenas se manifiesten. Blanchett oscila en décimas de segundo de lo cómico a lo trágico sin perder nada de credibilidad. Sólo Blachett es capaz que odiemos a su personaje por su arrogancia y que lleguemos a sentir pena por ella. Ver a la Blanchett en sus ataques de pánico o con su mirada perdida me recordó a las estrellas del cine clásico. Si hoy en día hay una actriz con la clase y el talento interpretativo de las grandes estrellas del Hollywood clásico, ésa es Cate Blanchett. El reparto lo completan excelentes secundarios como Sally Hawkins (me encanta esta actriz desde que la descubrí en Happy), Peter Sarsgaard y Louis C.K.. Por su parte, Alec Baldwin está correcto en este tipo de papeles de hombre de negocios en los que está encasillado desde hace años.
 Woody Allen sigue estando en inmejorable forma, siendo Blue Jasmine su mejor película desde Match point.

7,5

martes, 14 de enero de 2014

La gran estafa americana (American Hustle)


Todo arte (y más el cine) tiene algo de engaño. Intenta emular una realidad que el espectador sabe conscientemente que no está ahí. Pero el buen artista consigue engañar a nuestros sentidos y hacernos creer que lo que estamos observando no es una pantalla, un trozo de mármol o un lienzo, sino algo más. En ese aspecto American Hustle es todo un acierto, consigue hacernos creer que estamos viendo un film de Martin Scorsese.

En American Hustle, David O. Russell (The fighter, El lado bueno de las cosas) no se corta a la hora de imitar descaradamente el ritmo y la forma de narrar de Scorsese.  Ocurre que esta historia de estafas y corruptelas políticas nos remite inevitablemente al cine de Scorsese, especialmente a Unos de los nuestros y Casino. Russell estafa al espectador, él no es Scorsese (por mucho que imite su estilo) ni esta película llega al nivel de las del maestro, pero podría llegar a engañarnos fácilmente. Tampoco tiene reparos en usar a Robert DeNiro para un pequeño pero decisivo papel que nos ofrece uno de los mejores momentos de la cinta, hacía años (desde Casino) que DeNiro no me gustaba tanto en una escena. Parece que el cine negro actual es incapaz de encontrar nuevas formas de contar sus historias.



Quizás el film pretenda ser una metáfora sobre el engaño y sea premeditado que Russell copie descaradamente el estilo de otros autores, hasta imita la típica toma desde dentro del maletero que tanto le gusta incluir a Tarantino (otro que ha logrado hacer del reciclaje de material ajeno todo un arte).
Sin embargo, Russell no se queda en el mero calco, sino que aporta algo de su propia cosecha, no es mucho pero suficiente. El film aborda el tema de la mentira como estilo de vida y cómo finalmente se van creando relaciones amorosas y afectivas basadas en el engaño. Un engaño consentido por ambas partes siempre que haya un beneficio económico de por medio. Me gustó la personificación del sueño americano en esos políticos que dicen hacerlo todo por su pueblo, aunque por el camino se llenaran los bolsillos. El sueño americano, al fin, no era más que eso, un sueño, una farsa.

 Me resultó muy interesante el peculiar triángulo amoroso formado por los dos estafadores (interpretados por Christian Bale y Amy Adams) y el agente del FBI (Bradley Cooper). Este inestable triángulo amoroso se convierte en explosivo cuando entra en escena un cuarto vértice interpretado por una maravillosa (en todos los sentidos) Jennifer Lawrence. La interferencia de la agitada vida privada en los negocios puede dar con nuestros protagonistas en la cárcel (o algo mucho peor) y es cuando Russell nos ofrece lo mejor de su filmografía y sus actores. Las escenas tiene una planificación perfecta y los diálogos están llenos de vida y naturalidad. Russell no ha creado este estilo de rodar pero lo imita a la perfección.

Ya desde la primera escena asistimos a la transformación de un Christian Bale caracterizado como un orondo timador de poca monta. Transformación que nos remite a la del propio DeNiro en Toro salvaje (de Scorsese, por supuesto). Sus eternas gafas de sol y su peluquín son las señas de identidad de un personaje que es todo un profesional de la mentira ya desde su propia imagen.

Puede que Bale recibiera el Oscar por The fighter hace un par de años y que Lawrence se lo llevara el año pasado por El lado bueno de las cosas (ambos en films de Russell), pero ahora ambos han vuelto a sacar lo mejor de sí mismos y creo que superan con creces las interpretaciones que les valieron la preciada estatuilla del soso tío Oscar. Otro que está en un papel excelente es Bradley Cooper, a mí me sorprendió gratamente. Su interpretación de este ambicioso agente del FBI me pareció  muy superior a todo lo que había hecho hasta ahora. La escena en la que se mofa de su compañero del FBI me pareció fantástica.  Por su parte, Amy Adams compone un complejo personaje de estafadora enfundada en unos escotes de auténtico infarto. Pero para infarto, la tensión sexual entre Amy Adams y Bradley Cooper. Igualmente geniales son las escenas de celos entre Lawrence y Adams, dos jóvenes actrices que aquí demuestran que son mucho más que unas caras bonitas. No me extrañaría que los cuatro actores principales (Adams, Bale, Cooper y Lawrence) estuvieran nominados al Oscar y apuesto a que alguno se alza con el premio.


 Un film con indudables deudas a Scorsese pero que resulta entretenido aunque sólo sea por el buen hacer de todo el reparto.


P.d.: Resultaría muy paradójico que Russell ganara el Oscar al mejor director por esta película considerando que a Scorsese no se lo dieron hasta hace relativamente poco y por un remake.


6

domingo, 12 de enero de 2014

Sobran las palabras (Enough said)


Sobran las palabras es una atípica comedia romántica. No es la habitual y manida historia de chico conoce chica, más bien sería madre divorciada conoce padre divorciado. No es una comedia alocada llena de estupideces y chistes soeces que tanto abundan últimamente.

  Nicole Holofcener escribe y dirige su propio guión y se nota que a los mandos del proyecto hay una mujer. Holofcener consigue mantener la sonrisa en la cara del espectador durante buena parte del metraje e incluso, al menos a mí, me hizo reír varias veces. Es una historia inteligente con un buen guión que se basa en los diálogos y las miradas más que en los golpes de humor. Se podría decir que es la sobria e irónica reflexión de una mujer madura sobre el amor y el paso del tiempo.

 La verdad es que se agradece que llegue este tipo de cine a nuestras pantallas. Un cine de personajes inmersos en la mediana edad, que ya conocen el fracaso en el amor, corazones rotos que intentan seguir latiendo en busca de una segunda oportunidad. No es sólo el momento de intentar reconstruir sus vidas amorosas, sino que además los protagonistas se enfrentan al inevitable abandono del nido por parte de los hijos (hijas en este caso). La soledad y la vejez son un terrible panorama. Puede parecer por momentos que el film es superficial y ligero pero tiene un trasfondo bastante amargo.

 Una casualidad hará que nuestra protagonista empiece una relación amorosa con el ex marido de una paciente. Sus relaciones con los miembros de la extinta pareja se verán inevitablemente intoxicadas por la información suministrada por ambos bandos. Nuestra protagonista será incapaz de revelar su identidad por miedo a perder a su nueva pareja o a su nueva amiga. Estamos ante la típica confusión de identidades provocada por una casualidad que coloca a la protagonista en una encrucijada, pero sazonada de una agradable ironía. Me pareció muy inteligente la manera en que el guión contrasta las distintas opiniones sobre una misma persona según provengan de su nueva pareja (llena de ilusión y expectativas) o de su ex (llena de hastío). Lo que en principio pueden parecer pequeños defectos o manías casi imperceptibles se pueden convertir con el tiempo en escollos insalvables para una relación.


Lamentablemente, esta buena historia nos ha llegada a los pocos meses del fallecimiento de James Galdonfini, siendo ésta una de sus últimas apariciones. Galdonfini está muy bien y tiene una excelente química con Julia Louis-Dreyfus. Siendo esta última la que realmente lleva el peso del film y realiza una gran interpretación llena de matices. Catherine Keener y Toni Collette completan el reparto.

Recomendable. Ojalá tuviéramos más comedias dirigidas por mujeres.

6,5


miércoles, 8 de enero de 2014

El único superviviente (Lone survivor)


Toda guerra en la que se ven implicados los norteamericanos acaba siendo plasmada ampliamente en el cine. Incluso puede dar origen a un subgénero cinematográfico como las películas de Vietnam y sus inevitables héroes tipo Chuck Norris o Stallone. Los tiempos han cambiado y el cine bélico norteamericano ya no es tan descaradamente propagandístico. Ahora tocan las películas sobre Afganistán, tras En territorio hostil o Zero dark thirty, nos llega esta historia basada hechos reales ocurridos en 2005.

 Desde los títulos de crédito iniciales intentan convencernos de que los marines son superhombres entrenados para salir airosos de cualquier situación por peligrosa que sea. Sin embargo, la misión Alas rojas demostró que estos supuestos titanes son simples mortales susceptibles de ser derrotados. El mejor ejército del mundo con sus satélites, sus helicópteros y su última tecnología fue puesto en serios apuros por un puñado de talibanes armados con AK-47 y poco más.

 Es cierto que La odisea de supervivencia del marine Marcus Luttrell puede resultar por momentos inverosímil. Sólo el hecho de que nos adviertan desde el principio que está basada en hechos reales consigue hacer que nos creamos algunos hechos aquí narrados (sobretodo en la parte final del film). No hay grandes hazañas superheróicas ni fantasmadas pero la sucesión de casualidades nos resultaría verosímil si no nos aseguran que los hechos ocurrieron así.

Peter Berg (La sombra del reino, Hancook) realiza aquí su mejor película hasta la fecha (muy superior a esa estupidez que era Battleship). Se nota que el tipo ha aprendido de Michael Mann y su electrizante forma de rodar tiroteos. A pesar de un inicio algo lento y una presentación de personajes bastante tópica, el film leanta el velo rápidamente. Con un ritmo adecuado y unas escenas de acción excelentes, el film nos introduce de lleno en el infierno de la guerra. Las emboscadas y tiroteos del film me gustaron mucho. Por momentos, el espectador se siente igual de acosado y perseguido que los protagonistas. Hay escenas de verdadero agobio y otras realmente escalofriantes en las que uno siente los huesos partirse y los pulmones encharcarse de sangre. El director Peter Berg no ha inventado una nueva forma de rodar las escenas de acción ni va a revolucionar el género pero ha hecho un film técnicamente impecable que incluso consigue sorprender gratamente en un par de ocasiones.


 En mi opinión, lo peor del film es esa moralina característica de ciertos productos yanquis, el final con las fotos reales de los protagonistas me resultó un poco forzado en busca de la lágrima fácil. Ni siquiera la emotiva versión del Heroes de David Bowie a manos de Peter Gabriel logró en mi caso el efecto buscado por el director.
Sin embargo, en contra de lo que pudiera parecer, el film no es únicamente propaganda de la maquinaria militar norteamericana. No hay enemigo pequeño y cualquier ejército puede ser aniquilado. Llegados a un punto en el que la tecnología y el entorno no son favorables, sólo la suerte y el instinto de supervivencia pueden salvarle la vida al mejor ejército del mundo. Berg no se plantea qué pintan los americanos en Afganistán, no era ése su objetivo, sino que se centra en la experiencia de unos soldados sometidos a una situación límite. Al final, no hay religiones ni naciones que valgan. Cuando se trata de matar o morir, la elección es fácil. Una guerra es una lucha a muerte entre personas que, casi con toda seguridad, desearían estar en cualquier otro sitio. 

En cuanto a los actores, debo destacar que Mark Wahlberg está en el mejor papel de toda su carrera.  Wahlberg transmite toda la carga emotiva de su personaje y consigue contagiarnos sus ganas de sobrevivir a toda costa. También me sorprendió gratamente Emile Hirsch, quien está madurando rápidamente como actor dejando atrás su imagen de niño guapete.

Lo dicho, recomendable para los amantes del cine bélico.

6

lunes, 6 de enero de 2014

Trailer de Iceman

Estupendo trailer de esta película basada en el asesino de la mafia Richard Kuklinski, conocido como Iceman debido a su increíble frialdad a la hora de asesinar a sus víctimas. El magnífico Michael Shannon encarna al implacable asesino.

domingo, 5 de enero de 2014

Rush

 
He de reconocer que todo ese circo mediático en el que se ha convertido la Fórmula 1 no me interesa y me aburre bastante. Creo que hoy día el mundo de las carreras es una industria del entretenimiento como otra cualquiera, en manos de patrocinadores y derechos televisivos. Puro entretenimiento para las masas, quedando el deporte relegado a un segundo o tercer plano. Dejado claro mi punto de vista sobre la Fómula 1, debo admitir que esta película me ha gustado.

Probablemente se deba a que tras las cámaras se encuentra un tipo tan hábil como Ron Howard (Apolo 13, Una mente maravillosa, El desafío). Sinceramente, la apasionante rivalidad entre Niki Lauda y James Hunt daba para una buena película pero hay que saber plasmarla en imágenes y lograr que enganche el interés del espectador aunque a éste no le interese el mundo de las careras.
Howard logra su objetivo con creces, su film es emocionante y, por momentos, electrizante. Howard no se limita a dejarnos boquiabiertos con carreras llenas de épica sino que consigue que las historias personales de sus dos antagonistas nos parezcan igual de apasionantes. Al contrario que en films como la saga Fast and the furious, Rush, va más allá de la espectacularidad de las escenas de carreras y desarrolla los personajes, siendo un drama más que eficiente. Howard contrasta las personalidades opuestas de Blunt (inglés, temerario y mujeriego) y Lauda (austríaco, antipático, calculador) evitando tomar partido por ninguno de ellos. Muestras sus motivaciones y sus miedos pero no se decanta claramente por ninguno en ningún momento. Cada espectador debe elegir su corredor favorito. Supongo que las féminas de decantarán por el interpretado por Chris Hemswoth (Thor, Cabin in the woods) y los señores se decatarán por Daniel Brühl. Ambos actores creo que están en sus mejores interpretaciones hasta la fecha. Especialmente me sorprendió Daniel Brühl, quien se mimetiza casi a la perfección con un Niki Lauda al que no han intentado suavizar el carácter para caer en gracia al público, un acierto más del film. Todo ello logra que la película se vea con mayor interés.

 A parte del saber hacer de Howard a la hora de rodar, cabe destacar que el film tiene una gran factura técnica, la fotografía y el montaje me parecieron excelentes. También hay un magnífico trabajo de dirección artística que logra transportar al espectador a mediados de los años 70. Incluso los guardias civiles que aparecen llevan uniformes que dan el pego.
 Respecto a la música de Hans Zimmer debo decir que el tipo se repite más que el ajo, pero sus partituras siguen siendo de lo más efectivas.

Recomendable aunque no te interese el circo de la Formula 1. Al podio con ella.

7

viernes, 3 de enero de 2014

12 años de esclavitud (12 Years a Slave)

Cuando parecía que ya estaba todo dicho sobre el tema de la esclavitud, llega el director británico y de color Steve McQueen y da un nuevo y sorprendente giro de tuerca a tan espinoso asunto.


McQueen rueda de forma academicista la historia de Solomon Northup, un hombre libre que fue secuestrado y vendido como esclavo en 1841. Una historia sobrecogedora que en manos de McQueen adquiere el dramatismo justo ya que huye premeditadamente de la lágrima fácil. McQueen apuesta por hacer pensar al espectador antes que únicamente hacerle llorar (aunque en mi caso logró ambas cosas). 

 McQueen no se limita a narrar un hecho real, intenta emparentarlo con la situación del mundo actual. Si Spielberg nos contó el año pasado las tretas que Lincoln llevó a cabo para abolir la esclavitud y Tarantino usó la esclavitud de escusa para otra genial bufonada de las suyas, McQueen nos muestra que la esclavitud no era un tema que preocupara especialmente a la sociedad de la época. Incluso al protagonista no le preocupaba demasiado, él era un hombre libre y culto que vivía alejado de la barbarie esclavista del sur. Nuestro protagonista se creía fuera de peligro y no  hacía nada por liberar a los esclavos. No era su problema. McQueen usa sabiamente los flashbacks para contrastar la actitud del protagonista ante estos temas antes y después de caer en desgracia. Se podría entender que el protagonista es una metáfora del pueblo americano y del mundo en general, que sólo nos preocupa un problema cuando nos afecta directamente (racismo, paro, terrorismo, hambre, esclavitud, etc). Estamos demasiado acostumbrados a mirar para otro lado. ¿Acaso no es esclavitud las condiciones laborales en países asiáticos en los que se fabrican nuestros juguetes tecnológicos?

 El plano en el que McQueen nos muestra deliberadamente que la cárcel del protagonista está justo al lado de la Casa Blanca no deja lugar a dudas: el crimen se cometía en el sur pero el negocio se fraguaba en el norte. Se podrían trazar sin problemas similitudes con múltiples problemas actuales como al inmigración ilegal o la explotación a la que es sometida la mano de obra ilegal o, rizando el rizo, la similitudes entre la esclavitud y los campos de concentración del régimen nazi. Todas ellas podrían ser válidas y deberían hacernos reflexionar que no estamos tan lejos de la barbarie.


A mí la película me entretuvo y me pareció muy correcta. Todo el guión está muy bien hilvanado, no hay parones de ritmo en ningún momento y tiene escenas realmente sobrecogedoras a pesar de no buscar el llanto a toda costa. Obviamente, en la película hay vejaciones, castigos y latigazos, era inevitable y el espectador debe saber a qué se enfrenta. Algunas escenas son tremendamente duras pero considero que son necesarias y están abordadas de forma excelente.

 McQueen no innova en su forma de rodar ni contar una historia que todos conocemos. Se podría decir que es demasiado academicista y frío (fiel a su estilo) pero, al menos, no se pierde con moderneces ni alarga el film hasta las 3 horas. Yo veo más que correcto su enfoque de la historia. lo único que no me gustó del film es que no está bien plasmado el paso del tiempo, no hay elipsis narrativas que indiquen el tiempo transcurrido entre una y otra escena. Podría pensarse que que Solomon fue esclavo unos pocos meses y no 12 años. Salvando este detalle, creo que el film es inapelable.
Me gustó especialmente cómo se aborda la manera en la que Solomon se las tiene que ingeniar para sobrevivir, aprendiendo a reprimir sus instintos y a agudizar su ingenio. La escena del farol en mitad de la noche con Fassbender me pareció de una tensión casi insoportable, simplemente magistral.
También me pareció muy acertada la manera de enfocar las distintas motivaciones de los distintos dueños de las plantaciones de algodón. No todos eran tan crueles ni trataban de igual forma a sus esclavos pero ninguno hacía nada por cambiar el sistema. También es destacable el profundo carácter religioso de todos ellos, paradojas del ser humano.

 A parte de una buena historia, un buen guión y una soberbia forma de rodar, el film cuenta con unas excelentes interpretaciones de todo el elenco actoral. Merecen mención Chiwetel Ejiofor (quien transmite con su mirada todo esa frustración de Solomon), Lupita Nyong'o (como la esclava objeto de deseo del patrón) y Michael Fassbender. En especial, este último consigue traspasar la pantalla con esas crueldad y violencia latentes que pueden hacer su aparición en cualquier momento. Varios Oscars de este año ya tienen dueño. Me gustaron también mucho las breves pero decisivas apariciones de Paul Dano y Brad Pitt.

 Steve McQueen ha hecho quizás la película definitiva sobre la esclavitud ahora que los neo conservadores del Tea Party están radicalizando su discurso. Han pasado más de 150 años para que finalmente hubiera un presidente negro en Estados Unidos pero muchos prejuicios y desigualdades aún deben ser abolidos.

7'5

miércoles, 1 de enero de 2014

La mejor oferta (La migliore offerta)


 Giuseppe Tornatore será siempre recordado por su obra maestra Cinema Paradiso, puede que ya nunca vuelva a emocionarnos de igual manera pero quien tuvo retuvo y Tornatore sigue siendo un artesano más que eficiente.  Con la mejor oferta se aparata de ese cine basado en recuerdos de la infancia y se traslada al mundo de los marchantes de arte. Un cambio de registro que le ha salido francamente bien. Tornatore demuestra que es un director todo terreno y que es capaz de atrapar y emocionar al espectador con propuestas muy dispares. Muy pocos thrillers mejores que La mejor oferta se han estrenado durante 2013.

La mejor oferta es una película ambientada en el mundo del arte pero que habla de personas y sus sentimientos. La mejor oferta es un thriller con apuntes de novela gótica que consigue clavarte al asiento. Puede que mucho del mérito sea de un Geoffrey Rush en estado de gracia, capaz de hacer creíble un personaje tan complejo como el protagonista de esta película, Virgil Oldman (cuyo nombre ya puede darnos alguna pista de su carácter). La excelente interpretación de Rush nos brinda un personaje lleno de contradicciones y traumas. Un hombre sin la capacidad de amar, que adora la belleza femenina sobre todas las cosas pero es incapaz de mirar 
a la cara a una mujer. Un personaje para el que el arte le sirve de refugio frente a la realidad.

 Un hombre lleno de carencias afectivas que, como el personaje de Jack Nicholson en Mejor imposible, enmascara sus problemas con su mal humor y un aparente control de la situación. Puede ser un experto en arte pero es todo un principiante en la vida. Será el descubrimiento de una persona todavía más aislada y vulnerable que él lo que le obligará a salir de su caparazón para enfrentarse a sus miedos. Ambos personajes encontrarán consuelo a sus males mediante esta relación nacida de una pura transacción comercial. Quizás nuestro protagonista sea, por fin, capaz de amar.
Probablemente, los problemas de Oldman tengan origen en su atípica infancia, Tornatore sigue dando una gran importancia a esta etapa de la vida para el posterior desarrollo de la personalidad. Si sus personajes habituales suelen recordar su infancia con cariño, en este caso es la ausencia de una infancia lo que ha marcado para siempre el peculiar carácter de nuestro protagonista.


Tornatore elabora un excelente guión que ha plasmado magistralmente en imágenes. Con un ritmo tranquilo pero sin pausa Tornatore nos va introduciendo en un fascinante misterio. Sin trampas como continuos flashbacks ni giros inverosímiles, todas las piezas van encajando a la perfección, como ocurre con el autómata que aparece en la película. Además debemos sumar al conjunto la excelente música del maestro Ennio Morricone, cuya partitura añade bastantes enteros al film.

En cuanto al reparto, no sólo Geoffrey Rush está excelente, el resto de las interpretaciones son igualmente estupendas, destacando el veterano Donald Sutherland y la joven Sylvia Hoeks, quien consigue realmente fascinar e intrigar al espectador casi tanto como a nuestro protagonista.



Resumiendo, una película magnética que me dejó clavado al asiento. A mí me entretuvo y me gustó mucho.



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